19.11.13

una maqueta de la ciudad de méxico




según wikipedia en 1940 john reber propuso construir dos represas en la bahía de san francisco para garantizar el suministro de agua a los habitantes de la zona. en 1953 el cuerpo de ingenieros de la armada de los estados unidos propuso un estudio detallado del plan, para lo que en 1957 se construyó una maqueta de poco más de 120 metros de lado, a escala 1:1000 en el sentido horizontal y 1:100 en el vertical. el modelo sirvió para determinar con precisión los efectos que podría tener la construcción de tales represas y así cancelar el proyecto.

en 1894 james clerk maxwell —el segundo físico más grande de la historia después de newton, según einstein— escribió matter and motion. en la introducción, maxwell define un sistema material como “la región o el tema que será el campo de nuestra investigación”, su configuración como “la posición relativa de las partes de dicho sistema” y un diagrama como “una figura geométrica, plana o no, que a partir de la configuración del sistema material ayuda a entender sus propiedades físicas.” la maqueta de la bahía de san francisco es, en ese sentido, un diagrama: permitió entender el comportamiento físico de la bahía y a partir de esa información tomar decisiones. ése ha sido el objetivo de los modelos urbanos desde hace siglos. los que se exhiben en el museo de planos en relieve de parís, por ejemplo, fueron encargados por luis XIV para entender, a simple vista, las distintas conformaciones —o configuraciones materiales, usando los términos de maxwell— de las ciudades fortificadas de su reino, entendiendo así sus ventajas y sus debilidades.

imagínense al jefe de gobierno de parte de una ciudad de unos 20 millones de habitantes que, por cuestiones de una ya anticuada y nada eficiente división política, sólo puede actuar sobre el territorio donde habitan unos 8 o 10 millones pero donde buena parte del resto trabaja. dicho jefe de gobierno algún día fue de visita a shanghai y vio el centro de exhibición de la planeación urbana de esa ciudad: un edificio de 6 pisos con maquetas a distintas escalas que sirve más de aparato propagandístico que de instrumento de estudio o investigación —al margen apunto que china no es un país donde las decisiones sobre el desarrollo urbano se tomen de manera democrática, así que la diferencia entre propaganda e información no resulta menor. de vuelta a su ciudad, el gobernante decide que el también quiere una maqueta de su ciudad.

lo anterior es una ficción acaso improbable y supongo que fue de otro modo como miguel ángel mancera decidió construir una maqueta de esta ciudad —un poco como tomó la decisión de inventarse las zodes, también de inspiración china, o de hacer un museo del niño en iztapalapa: ¿por qué no? pero hay varias preguntas que sugiere el proyecto de mancera y la primera, la más compleja tal vez, sería ¿para qué? en la presentación que el lunes 18 de noviembre se hizo de ese proyecto mancera dijo que era
“de gran importancia para la ciudad por la proyección turística, de cultura, de ciencia, de tecnología que va a permitir que conozcamos más a nuestra ciudad.” ¿pero cómo? ¿servirá la maqueta para mostrar la ciudad en todos esos niveles? ¿servirá para tomar decisiones y entender sus efectos? ¿qué tanto de la ciudad veremos? ¿todo el distrito federal? ¿sólo el distrito federal —sin entender la condición real de la zona metropolitana? ¿o sólo una parte del distrito federal y entonces: cuál? ¿qué se quedará afuera?

una maqueta es como un mapa, y como escribió brian harley de éstos, resulta tan importante lo que muestran como lo que ocultan y dejan fuera: “el simple hecho de nombrar o ubicar un accidente en un mapa a menudo tiene un significado político.” aun más: “detrás del cartógrafo —o del hacedor del modelo— está un conjunto de relaciones de poder que crean sus propias especificaciones. ya sea impuestas por una persona individual, por la burocracia del estado o por el mercado, estas normas pueden ser reconstruidas tanto a partir del contenido de los mapas —o de los modelos— como del modo de representación cartográfica.” ¿qué es la maqueta de la ciudad de méxico para mancera? si se trata de un espectáculo turístico y “cultural” supongo será un gasto innecesario; si es una manera de abrir la discusión sobre la planeación, el urbanismo y la arquitectura en la cuidad, me parece gratuito viniendo de un gobierno que no se ha mostrado particularmente abierto a ese tipo de discusiones; si es un instrumento de estudio urbano, no queda claro cómo se le sumarán las otras capas —de nuevo la turística y la cultural, por ejemplo— y por qué no aprovechar otros medios que hoy ofrece la tecnología. y si es un instrumento político, la broma que ya se lee en las redes sociales no podía ser más precisa: mancera se construye una ciudad a escala para gobernarla, ya que la real, parece, le ha quedado demasiado grande.

17.11.13

nada más arquitectónico que un aforismo



“si hay alguna verdad de la arquitectura, parece ser doblemente alérgica al aforismo: se produce como tal, esencialmente, fuera del discurso. concierne a una organización articulada, pero a una articulación muda.”

ese es el tercero de los 52 aforismos para un prólogo que jacques derrida escribió a finales de los años 80 como introducción a un libro que recogía varios ensayos sobre filosofía y arquitectura. eran los años de la deconstrucción. tras el festín simbólico y semiótico del posmodernismo arquitectónico —aunque hoy podemos ver que eso fue, también, una colección de movimientos paralelos y más o menos autónomos como de hecho la misma modernidad a la que criticaba y, supuestamente, superaba— vinieron los planos inclinados, los ángulos agudos en plantas y secciones, la dislocación y la disyunción como métodos, uno compositivo y otro programático. en principio, deconstrucción era la traducción que derrida daba a lo que heidegger había pensado como la destrucción de la metafísica occidental: un desmantelamiento paciente que buscaba entender los mecanismos y las lógicas que la hacen funcionar más que el derribo o derrumbe del edificio entero de nuestro pensamiento. entre otras cosas, con el término deconstrucción derrida quería pensar la complicidad entre esas dos ideas: edificar y pensar. en esos años, cansados del neoclásico de tablarroca, algunos arquitectos empezaron a usar el término de derrida —lo que no implica que usaran sus ideas— para referirse a los nuevos proyectos que hacían y que luego otros calificarían también como neo, tardo o hiper modernos. hubo exposiciones de arquitectura que usaron la etiqueta: una en la tate de londres y otra, dirigida por philip johnson pero curada realmente por mark wigley, en el moma. wigley —cuya tesis doctoral se tituló derrida’s hunt y que seguramente era de los pocos arquitectos que habían leído casi todo lo publicado hasta entonces por el filósofo francés— escribió en la introducción al catálogo que la deconstrucción en arquitectura no tenía nada que ver con lo que derrida había propuesto en filosofía. no importó: la deconstrucción se volvió deconstructivismo en parte por deberle más —según explicaba wigley— al constructivismo ruso de principios del siglo pasado. en la exposición del moma estaban eisenman y tschumi —que habían leído algunos textos de derrida e incluso planteado alguna colaboración—, koolhaas y su alumna zaha hadid —la que por recomendación de aquél había estudiado a chernikhov, cuya influencia es notable en sus primeros dibujos—, los vieneses de coop himmelblau, libeskind y gehry. hoy, más de 25 años después de la exhibición, parece que no eran tantas las similitudes en ese grupo que entonces se quiso pensar como un movimiento.

volviendo al principio, la verdad en arquitectura, según derrida, es alérgica al aforismo. en otro —el decimoprimero— escribe que “la arquitectura no tolera al aforismo, parece, desde que la arquitectura existe como tal en occidente.” y sin embargo, podríamos armar una buena colección de aforismos arquitectónicos: desde que la forma sigue a la función hasta que la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz del sol pasando por el menos es más, por afirmar que la casa no es arquitectura pero sí lo son la tumba y el monumento, o los que hablan de dejar a los ladrillos ser lo que quieren ser y de privilegiar el silencio. hay los que realmente dicen todo de golpe, como el de kiesler: la arquitectura es el arte de hacer lo innecesario necesario, o que resumen una ideología, como el de pevsner: un cobertizo de bicicletas es un edificio, la catedral de lincoln es arquitectura. Fórmulas que no cifran ninguna verdad arquitectónica pues, de haberla, según derrida, esa se da afuera del discurso, en los hechos, en las cosas, en el espacio de la arquitectura que es, parece, justamente el espacio y no el discurso. la arquitectura —como escribió después el arquitecto paul shepheard— es concluyente: es lo que es, ni más ni menos. como la gravedad —agregaba shepheard— que hace que las cosas caigan de nuestras manos al suelo independientemente de cómo la describamos, así la arquitectura es lo que hace y no lo que decimos de ella. no es la nube de interpretaciones que la quieren explicar sino simplemente aquello que está más allá —o más acá— de las palabras. es el muro y la ventana que lo perfora, el piso y su perfecta horizontalidad o su medida pendiente, es el techo, la columna que lo sostiene y la sombra que proyecta. aunque eso, dicen otros, no es arquitectura —eso es el cobertizo de la bicicleta. hay que saber ver la arquitectura, y más: imaginarla —roger scruton, filósofo inglés, dice que la arquitectura es eso que construimos imaginariamente, en nuestra mente, a partir de lo que percibimos en el espacio y lo que reconocemos culturalmente. toda arquitectura es lo que le haces cuando la ves, escribió walt whitman. o quizá lo que le haces cuando la cuentas: ludwig wittgenstein se preguntaba si un sueño es lo que soñamos dormidos, lo que recordamos al despertar, lo que le contamos al psicoanalista o lo que éste interpreta: ¿podemos preguntarnos algo así de la arquitectura? ¿es lo que imaginamos al dibujar, lo que construimos, lo que recordamos al recorrerla, lo que contamos tras experimentarla o al volverla a dibujar, lo que escribimos que es? tal vez, aunque la verdad arquitectónica pueda ser alérgica al aforismo, y la arquitectura no tolere al aforismo, también, como escribió derrida en el 43º de la serie, no haya nada más arquitectónico que el aforismo. 

11.11.13

banksy: crítico de arquitectura


banksy tomó nueva york como su residencia por un mes. “una tormenta en un vaso, la entretenida y frívola mezcla de arte, dinero, celebridad y aprovechamiento urbano” —dijo roberta smith en el new york times.
una obra al día registradas puntualmente en un blog: better out than in.
hubo de todo: desde los célebres graffitis con plantillas que lo han hecho mundialmente [des]conocido hasta intervenciones: un camión de mudanzas convertido en su interior en jardín, arco iris y cascada incluidas —acaso un guiño al étant donnés de duchamp—; videos: un grupo de rebeldes árabes derriba a dumbo y lo festeja;
esculturas: un ronald mcdonald de fibra de vidrio que observa, molesto, cómo un joven de carne y hueso le limpia sus enormes zapatos rojos; y pintura, en el sentido un tanto más convencional: the banality of the banality of evil, un paisaje banal que banksy compró por 60 dólares en una asociación de apoyo a desamparados y que intervino pintando, en alusión a las ideas de hannah arendt, a un nazi sentando en una banca viendo al horizonte —el cuadro lo devolvió un “donante anónimo” y fue subastado en más de 600 mil dólares.

entre las piezas también se incluyó un texto de crítica de arquitectura. banksy intentó publicar el 27 de octubre un texto de opinión en el new york times. el periódico rechazó la columna que apareció en el blog de la estancia niuyorquina del artista junto con las fotos de otra intervención: this site contains blocked messages.

“como visitante que ha pasado las últimas semanas en nueva york una cosa me parece clara —y lo digo como amigo—: ¡tienen que hacer algo con el nuevo world trade center! ese edificio es un desastre. bueno, no. los desastres son interesantes. one world trade center es un no-acontecimiento. es insípido. parece algo que habrían construido en canadá. los ataques del 11 de septiembre fueron un ataque a todos nosotros y viviremos bajo su sombra. pero la manera como respondemos a la adversidad también nos define. ¿y la respuesta? ¿104 pisos de compromiso?” Como con el paisaje al que agregó al nazi sentado —y tal vez como con el resto de su trabajo— señalar la banalidad de la banalidad parece ser uno de sus objetivos. y en el caso del edificio —diseñado originalmente por daniel libeskind y luego puesto a punto por david childs de som— ese es el punto de la crítica arquitectónica de banksy. un edificio que “parece que nunca quiso ser construido” y al que —en un comentario que, ahora quizás inconscientemente, recuerda a los de le corbusier tras visitar nueva york— califica como tímido.

sin embargo, el ataque de banksy al proyecto de libeskind —y luego childs— no es el primero, ni el más duro, me parece. herbert muschamp, entonces crítico de arquitectura del nyt, tras haber dicho sobre el proyecto de libeskind en diciembre del 2002 que “si buscan lo maravilloso, aquí ésta”, cambió de opinión y calificó al diseño como sin gusto, emocionalmente manipulador y una mezcla de nostalgia y kitsch. casi un año después del artículo antes citado muscham escribió otro en el que criticaba duramente, entre otras cosas, que la propuesta de libeskind estaba “conformada por completo por preocupaciones formales que no reflejan ningún análisis serio de la estructura, la circulación o la organización interior.”  si se siguen los lineamientos formales de libeskind —decía— el trabajo de childs, nouvel, maki y foster —quienes colaborarían en el conjunto y “cuya experiencia y talento exceden por mucho a los de libeskind”— “se reducirá al nivel de arquitectos ejecutivos.” muschamp le reclamaba al diseño de libeskind su homogeneidad y restricciones, incapaz de reflejar y condensar “las voces de la ciudad.”

muschamp quizá fue el más duro crítico, pero no el único. christopher hawthorne, de los angeles times, escribió en slate
en relación al debate entre muschamp y los simpatizantes del diseño de libeskind, que aquél había empezado a ver con otros ojos el inusual talento de libeskind para tocar nuestras emociones y nuestro asombro ante la crueldad humana. “el reciente éxito de libeskind se puede ligar directamente a la explotación de ese talento: no puedo pensar en un solo diseño de libeskind que no lo aproveche en un grado u otro.” lo que parecía apropiado en el museo judío de berlín, dice hawthorne, resulta sospechoso en otros casos. hawthorne cita también a martin filler, crítico de the new republic, quien llamó a libeskind un “empresario de la conmemoración.”

en fin, si bien el proyecto que critica banksy no es el de libeskind propiamente sino el que desarrolló david childs de som, dejando de lado al primero pero respetando su plan general —como éste hizo notar: "it's definitely my scheme", recordando lo que hace diez años dijeron varios críticos de arquitectura, la obra/crítica arquitectónica de banksy tiene sentido: el nuevo edificio del etc en nueva york puede estar a la altura en metros o pies, pero nos recuerda a qué grado la vulgaridad y la banalidad se hacen sentir en mucha de la gran arquitectura contemporánea.