23.8.13

echando a perder no se aprende



hace tiempo le oí decir a humberto ricalde que luís barragán, al decidir hacer su casa en tacubaya —dos veces: primero la que hoy es la ortega y luego, al lado, la suya— en vez de en el pedregal, por ejemplo, tomó una posición estética y, quizás —anoto yo— ética: no viviría —seguía humberto— en una nueva colonia adinerada —léase: con nuevos ricos— sino en un viejo barrio tradicional, con casas modestas y entonces prácticamente al borde de la ciudad, aunque cercano al centro y al lado de chapultepec. barragán —ya se sabe— cerró loosianamente su casa hacia el exterior con una fachada más que discreta, apenas abierta por un par de puertas y una gran ventana cuadrada y concentró su atención en los espacios de alturas variables —gesto de nuevo loosiano de compresión y descompresión, sístole y diástole como decía humberto— y en el gran jardín y la terraza en la azotea.

desde finales de los años 40 la zona ha cambiado mucho. se construyó el periférico y se amplió constituyentes —antes madereros, porque por ahí bajaban troncos de árboles hacia la ciudad, según contó francisco serrano. apareció una estación del metro —cuyo defecto es la muy mala calidad urbana de la plaza en que desemboca— y luego se construyeron algunos edificios de vivienda, malos. a tacubaya se la llevó lo mismo que se llevó a casi toda la ciudad y, si me apuran, al país entero: el crecimiento urbano mal planeado sumado al decrecimiento económico no se si, también, fruto de la mala planeación; resultado, pues, de la improvisación y de una forma de corrupción que va más allá del puro latrocinio: corrupción de las ideas, de las formas, de los procesos democráticos para hacer ciudad y, me atrevería a decir —si no fuera por lo problemático de la afirmación— que hasta del gusto.

la “solución” al deterioro se publicó ayer en varios periódicos, como la jornada“crearán en tacubaya el corredor turístico-cultural luis barragán.” una inversión, dice la nota, de 100 millones de pesos para el “rescate” de comercios, vivienda y el paradero, lo último como parte de una de esas siempre opacas asociaciones público-privadas. por lo que leo entiendo que al proyecto lo apoyan un diputado federal del prd —augustín barrios gómez—, el delegado de la miguel hidalgo —víctor romo— y eduardo aguilar, autoridad del espacio público. lo que se muestra en la imagen presentada por el periódico podría ser una versión arquitectónica de cierta idea gnóstica sobre la relación entre dios y el mundo: casi sin darse cuenta, dios tiene una emanación degradada de sí mismo que produce otra más degrada que produce otra aun menor y así hasta la centésima, que será el creador del mundo —de ahí su infinita imperfección. el proyecto que presumen es así: una mala copia de las versiones de un epígono que se repitió a sí mismo hasta la caricatura: un derivado de mala calidad. el edificio, a todas luces de un tamaño desproporcionado para la zona en que se construirá, repite el gesto de barragán —cerrarse a la calle— pero con torpeza, y va acompañado, se supone, de otros proyectos para hacer peatonal la calle donde está la casa de barragán, la ampliación del mercado y algunas otras cosas que no se muestran, pero que si son tan malas como lo que sí se enseña, anticipan un desastre. ¿por qué se hacen así las cosas?

pensemos en un caso distinto: el high line en nueva york. la historia es conocida y por tanto la abrevio: en 1999 se forma una asociación sin fines de lucro, friends of the high line, para preservar una línea de tren elevado construida en 1934. dicha asociación organizó un concurso en el 2004 —que ganaron james corner, de field operationsy diller, scofidio + renfro— y cuya primera fase se inauguró en el 2009. la segunda está en obra. la transformación que generó este proyecto en su entorno ha sido ampliamente comentada. subrayo tres cosas: se funda una asociación civil para proteger el sitio, se organiza un concurso y se toman 14 años desde las primeras ideas y 9 desde que se tuvo el proyecto para realizarlo. ¿les podría sugerir eso alguna idea a los funcionarios locales y federales, diputados, delegado y a la autoridad del espacio público —sí: público— sobre las maneras, las formas en que se puede hacer un proyecto importante en la ciudad? si no les queda claro se los repito de nuevo: darse el tiempo necesario para la planeación y tomar con absoluta claridad todas las decisiones —lo que en el caso de un proyecto arquitectónico implica un concurso bien organizado— involucrando a la mayor parte de los afectados o beneficiados. mientras las decisiones, las intenciones y los procesos continúen siendo opacos y apresurados, no habrá en méxico ni buena arquitectura ni buen urbanismo sino por accidente. en este caso, por la zona y por las casas de barragán —la de enrique del moral, enfrente, ya fue modificada desafortunadamente—, el proyecto debe tratarse con extremo cuidado y habría que oponernos a decisiones apresuradas, mal planteadas y sin claridad, como, por lo que hasta ahora se ha visto, la que se propone.

líneas, cortes e inserciones



además de la exposición de le corbusier —y el paisaje moderno, que es el título completo—, en el MoMA se presenta otra, en el piso de arquitectura y diseño, titulada cut ‘n’ paste. la traducción usual sería cortar y pegar —ya que se hace referencia a esa acción que permiten muchos programas, sea al trabajar con textos, imágenes o sonidos— aunque insertar —que también es un comando del menú de muchos programas— funciona mejor en este caso, según yo. dedicada al uso del collage y sus efectos, no sólo gráficos sino en la concepción de la arquitectura, se puede ver que más que pegar, en esos collages se inserta algo: no sólo una fotografía en otra, un pedazo de papel con textura o unas líneas dibujadas, sino la información que se va con eso. como parece dijo Max Ernst: no es la cola lo que hace al collage. es la colisión. no se pega, pues: se inserta. el collage tiene sin duda algo de cita y toda cita lleva su propia historia a cuestas.

el subtítulo de la exposición es del ensamblaje arquitectónico a la ciudad collage y empieza con mies —y sus famosos collages donde a veces un plano de color hace todo el trabajo sobre una foto, o unas líneas que marcan casi por omisión la presencia de la arquitectura—incluye algo de le corbusier, pasa por collin rowe y la idea misma de la ciudad como collage y llega a koolhaas —con sus obvias referencias miesianas— y diller y scofidio, aun sin renfro. en referencia a éstos es que incluyo la línea, obviamente por el high line. relacionar este proyecto en el suroeste de manhattan con la exposición del MoMA no resulta sólo de haberlas visitado el mismo día —en el orden inverso: primero caminé el high line y luego fui al MoMA— y de encontrar trabajo de los autores de aquél en la exposición, sino del efecto que finalmente tienen los cortes y las inserciones en la arquitectura y la ciudad. más allá de la técnica gráfica con la que hayan presentado en su momento el proyecto, la idea de sumar un parque —que de algún modo ya estaba ahí en la vegetación que había crecido sobre unas vías abandonadas—, unas plazas, un camino y algunas otras estructuras al tejido de la ciudad es una forma de collage urbano. Si no del que teorizó collin rowe, si una demostración de que esas yuxtaposiciones de formas y de usos no sólo son lo normal en una ciudad sino que, a la larga, terminan por fundirse con el contexto en el que se insertaban. y aunque iba a escribir: a la larga, con suerte y si son buenos, creo que el efecto de la ciudad es un poco eso: incluso sin suerte y no tan buenos, los proyectos urbanos terminan formando parte de una estructura mayor que los absorbe. al recorrer el high line se pueden ver los efectos de una línea que, en principio, cortó y luego fue armada como una inserción de proyectos distintos pero que de algún modo se relacionan al ser a veces unos consecuencia de otros. hoy el resultado urbano de esa inserción —que en parte resultó de la oposición de un grupo a que se demoliera una infraestructura abandonada y al muy buen proyecto que, resultado de un concurso, se implementó— es notable —aunque siempre es arriesgado pensar como ejemplo urbano algo que pasa en una ciudad, manhattan, gentrificada casi por completo de norte a sur y de este a oeste. como explicó xavier rubert de ventós, el contexto —me parece que el decía que el de un rascacielos, pero da igual— no es lo que rodea al edificio sino lo que produce el edificio: no está antes, viene después.

11.8.13

mucho más ética y otra estética



“es muy difícil dibujar una línea, ¿qué está bien y qué está mal?” dijo dame zaha hadid no en referencia a sus barrocos edificios —o zapatos— sino cuando le preguntaron por qué diseñó el centro cultural heydar aliyev en baku, azerbaiyán.

aun quienes no somos muy versados en política internacional, muchos en la ciudad de México sabemos bien quién fue el señor aliyev: tercer presidente de azerbaiyán, entre 1983 y el 2003, cuando murió. antes, de 1969 a 1982, fue también líder de azerbaiyán pero cuando aun era parte de la unión soviética y antes de eso, fue el jefe de la kgb de esa república. y lo sabemos porque el gobierno actual de azerbaiyán —liderado por el hijo de aliyev, quien quedó como presidente a la muerte de aquél— ha invertido mucho trabajo y dinero en construir la imagen de un gran líder ahí donde muchos ven a un dictador o peor, a un criminal. parte de la campaña tuvo lugar en la ciudad de méxico, donde, sobre el paseo de la reforma, a la entrada del bosque de chapultepec, se levantó un grotesco monumento en honor del extinto presidente azerbaiyano. al principio quizá para muchos no fue sino otra muestra del mal gusto que exhiben la mayoría de los gobernantes al elegir los monumentos que adornan nuestras ciudades, sea un sebastián o un aliyev, hasta que algunos comentaristas políticos y activistas de la ciudad repararon que en reforma, a unos pasos de monumentos en honor churchil o gandhi, no era lugar para aliyev. la oposición al monumento creció, ante la incapacidad del gobierno local siquiera para explicar su decisión, y llegó incluso a la prensa internacional.

el gobierno de ebrard salió con más pena que gloria en ese asunto —aunque hubo cosas peores como el segundo piso o la línea dorada del metro: inaugurados a medias y con malos acabados— y el de mancera se encargó, por boca de cuauhtémoc cárdenas, coordinador de asuntos internacionales del gobierno del df, de anunciar el retiro del molesto monumento.

por eso, dada la reacción ante una fea escultura en méxico, me sorprendió —aunque es sólo un decir— que una arquitecta reconocida y premiada mundialmente hubiera aceptado el encargo de un centro cultural con el nombre de aliyev. a lo que cité al principio de este texto dame zaha hadid añadía que ella “no haría una prisión” —lo que me hace recordar lo que escribí aquí la semana pasada— y que “tal vez no querrías hacer la casa para un dictador, pero los gobiernos cambian. y no importa quién mande si [el edificio] ayuda a la gente.” ¿en serio?

hace poco leía una dura crítica de michael sorkin a leon krier por el libro que éste dedicó al trabajo de albert speer, el arquitecto de hitler. como parte de su defensa del clasicismo y su ataque a cualquier aspecto de la modernidad en arquitectura, krier decidió elogiar la obra de speer más allá de su participación en el régimen nazi —speer no sólo fue el arquitecto de hitler sino su ministro de armamento. en los juicios de nuremberg speer fue encontrado culpable de sólo dos de cuatro cargos y sentenciado a cadena perpetua en vez de a muerte. más allá del grado de culpabilidad de speer en crímenes de guerra—hoy muchos afirman que mintió en el juicio para evitar la pena máxima—, sorkin piensa que no se puede hacer lo que intenta krier: separar la arquitectura de la política y hablar —gustos o estilos aparte— de la arquitectura de speer como si no hubiera sido hecha al servicio de un dictador. no se puede decir, por ejemplo, “los gobiernos cambian y no importa quién mande si el edificio ayuda a la gente.”

por supuesto dame zaha hadid no está en la misma situación de speer, aunque sí acaso en la de mies y sus intentos de quedar bien con los mismos nazis —cuando se dio cuenta de que éstos preferían el pesado neoclásico de speer prefirió hacer las maletas y emigrar a chicago— o le corbusier poniéndose al servicio del régimen de vichy —en una carta a su madre escribió “si va en serio con sus declaraciones, hitler puede coronar su vida con una obra magnífica: la reconstrucción de europa.” la lista podría seguramente alargarse e incluir a terragni trabajando para los fascistas en Italia o, más recientemente, a koolhaas con el gobierno chino. en el caso mexicano es conocida la complacencia de bastantes arquitectos con el régimen durante muchas décadas del priismo antes del retorno y no creo que ahora las cosas cambien.

tal vez sea un problema de la arquitectura —que representa siempre a quienes dominan y ejercen el poder, según decía georges bataille. o como analiza sylviane agacinski, tal vez se deba al encanto que ejercen sobre los arquitectos —que se sueñan como autores maestros de la forma— los dictadores* o simplemente los políticos hábiles aunque poco escrupulosos —quienes autoritariamente conforman a la sociedad según sus designios. o tal vez, como pregonaba el título de la bienal de venecia que dirigió hace algunos años massimiliano fuksas, sea que los arquitectos debemos dejar de lado la estética —o, más bien, esa plana espectacularidad que la ha sustituido— y abrazar un poco más la ética.

*terminado este texto pedro hernández me hizo notar esta entrevista a frank gehry donde tuvo el desatino de decir: "la democracia, obviamente, es algo que no queremos perder, pero es cierto que crea caos. quiere decir que el tipo de al lado puede hacer lo que quiera, y crea una colisión de pensamiento. en las ciudades, eso significa que la genete puede construir lo que se les de la gana. pienso que lo mejor sería tener un dictador benévolo que tenga buen gusto. puede que haya sido una broma, pero muchos arquitectos no reparan en la legitimidad de las decisiones de un gobernante o de un gobierno cuando ellos resultan beneficiados. mucha estética y poca ética, pues.

la mala arquitectura


acabo de leer una crítica de juan carral al planetario de cancún que se inauguró el 19 de julio. en el sitio oficial se puede leer que "su diseño se define con elementos del cosmos a través de formas concéntricas que jerarquizan al sol como punto nodal en la sala principal de proyección, representando a su vez los círculos concéntricos del calendario maya." también ahí se afirma que ese edificio "responde a la modernidad de la era digital actual" y que por eso "sus espacios arquitectónicos son funcionales e innovadores." en una nota del universal se afirma que cuenta, además, con tecnología de quinta generación. no lo he visitado, pero por las fotos que he visto lo único que puedo decir es que, pese a la descripción oficial, el edificio cuenta con una arquitectura también de quinta —y no generación, precisamente. copio aquí algo de lo que comenta juan carral del edificio:
"¡qué decepción visitar el nuevo planetario de cancún. hace mucho no me tocaba ver un edificio público con tan mala calidad arquitectónica y urbana. ¿quién asignó este proyecto a ese tipo? ¿quién lo aprobó? ¿quién dijo que estaba bien dar la espalda a la casa de la cultura? ¿quién no levantó la mano y dijo: esa plaza al poniente va a estar imposible? ¿por qué tenemos que seguir tolerando que se gasten recursos para edificios terribles para la gente y la ciudad? ¿quién permitió tirar los árboles para dejar un jardín a medias?
esta construcción de concretos estampados, tablarrocas, porcelanatos, no aporta nada ala ciudad, no aporta nada al encuentro de los ciudadanos ni al estudio y amor por los planetas. no se emplaza bien en un sitio privilegiado.
puedo suponer que el creador, arquitecto chulim canul, es hermano o familiar del subdirector de servicios educativos de quintana roo, de mismos apellidos, lo cual me aleja mucho de pensar que pudiera haber sido seleccionado mediante concurso, en serio, no de los que se arreglan para asignar directo el trabajo.
no necesitamos grandes arquitectos para hacer edificios que sirvan a la gente, que hagan sombra en los lugares adecuados, que estén abiertos a las situaciones que se generan en la ciudad, que respeten los árboles existentes y que reflejen una forma de construir contemporánea y a la vez local. 
por lo que se puede ver en las fotografías, este edificio no sólo tiene un diseño absurdo y mediocre —hasta con el logotipo tienen problemas y acusaciones de plagio— sino una manufactura que deja mucho que desear. y si bien cancún no es el lugar para esperar buena arquitectura mexicana —o, simplemente, buena arquitectura— es una pena y una vergüenza que, como apunta juan, una vez más se de el caso de un proyecto público, asignado de manera directa —con razones para sospechar que hubo cierto nepotismo— y con un resultado deplorable. quedan dos cosas por hacer: exigir que se investiguen las condiciones en las que se desarrolló este proyecto y, sobre todo, seguir trabajando como gremio para que en este país los proyectos de obra pública dejen de ser un terreno pantanoso con decisiones poco claras, propuestas nada eficientes, costos exorbitantes y gobernantes que festejan lo que debiera avergonzarlos. la cuestión es simple: ningún proyecto de obra pública debiera asignarse sin que mediara un concurso.


4.8.13

ni vigilar ni castigar



“el centro federal de reinserción social que se construye en la costa de chiapas se edifica en una zona inundable. para colmo, la obra, que tiene un costo superior a los 4 mil 400 millones de pesos, lleva ya un año de retraso.” esa nota aparece hoy en el periódico reforma y explica que mientras “el rio vado ancho está a una altitud de entre 57 y 73 metros sobre el nivel del mar,” el terreno donde se construye el penal está sólo a 54, lo que “obligó a rellenar esas áreas con incalculables toneladas de tierra, además de reencauzar arroyos y abrir canales para favorecer el desfogue de corrientes."

la breve nota da material para preguntarnos muchas cosas. primero, claro, cómo se deciden ese tipo de proyectos y a qué tipo de planeación responden, si alguna. es uno más de tantísimos ejemplos de obra pública a medio construir, con retrasos y sobre costo, y con todas las características de un timo. la misma historia se repite tantas veces —desde la prisión a la autopista, o de la escuela a la cineteca— que por momentos entiendo y suscribo uno de los comentarios que un lector hizo: “méxico no tiene futuro, seamos objetivos.” pero la nota también sirve para preguntarnos sobre el papel de los arquitectos —y de la arquitectura en general— en este tipo de proyectos, ¿debe un arquitecto aceptarlos? y no lo pregunto —o no sólo— en términos de su participación en la estafa, sino en algo que va más allá.

hace unos días leopold lambert publicó en su blog, the funambulist, una entrada titulada ¿diseñar una prisión o no diseñar una prisión? ¿qué tal un juramento hipocrático para arquitectos? la pregunta que hace lambert parte de su propio trabajo sobre foucaultpara quien la prisión era un complejo dispositivo cuyos efectos finalmente iban más allá de la estructura material de una cárcel y precisamente por eso puede considerarse como un dispositivo: “un conjunto heterogéneo que incluye virtualmente cualquier cosa, lingüística o no, discursos, instituciones, edificios, leyes, proposiciones filosóficas; el dispositivo es en sí la red que se establece entre esos elementos” —según explica giorgio agamben, también a partir de foucault. pero va más lejos de la prisión. “no a cualquier arquitecto —escribe lambert— se le pedirá participar en el diseño de una prisión, pero cualquier arquitecto enfrentará el mismo dilema en una versión más o menos sutil.” el dilema, dice, está al pensar que “toda estrategia política está basada en la misma pregunta: ¿puede un conjunto de reformas mejorar esencialmente a la sociedad o son sólo un arreglo cosmético para disimular las relaciones reales de poder?” la pregunta la resume lambert en un dilema con ecos corbusianos: ¿reforma o revolución?

robin evans —cuya tesis doctoral llevó el título la fabricación de la virtud: la arquitectura de las prisiones inglesas, 1750-1840— publicó en los años 70 un ensayo titulado towards anarchitecture también con ecos corbusianos, jugando con la traducción al inglés de vers une architecture. en su ensayo, evans entiende la arquitectura como una forma de control mediante sistemas físicos que interfieren en el entorno construido. las interferencias pueden ser de tres tipos: positivas, cuando permiten más acciones de las que antes eran posibles sin restringir las ya existentes; negativas, cuando en cambio restringen acciones posibles sin agregar ninguna nueva —la prisión es un ejemplo de este caso—; y sintéticas: impiden algunas acciones y permiten otras nuevas. evans dice que casi toda la arquitectura está en este último tipo.

lambert, sin hacer referencia directa al planteamiento de evans, se pregunta si los arquitectos pueden —o deben— diseñar interferencias negativas o si, como los médicos, debiera haber algún tipo de juramento hipocrático para arquitectos que estableciera que “no deben de manera deliberada participar en la concepción de un diseño que deliberadamente dañe los cuerpos que cobijará.” a eso, que ya es mucho, se le podría sumar algo más: los arquitectos no deberán con su trabajo suscitar ideas como la apuntada más arriba —seamos objetivos: no tenemos futuro— o como el segundo comentario que acompaña a la nota del periódico: “está bueno, para que se ahoguen y así sean menos delincuentes.”