A veces la realidad es demasiado compleja para ser transmitida de manera oral.
Con esa frase, dicha por una voz grave y que articula de manera extraña las palabras, empieza la película Alphaville, dirigida por Jean Luc Godard en 1965. Godard nació en París el 3 de diciembre de 1930. Tras la Segunda Guerra, y después de estudiar el bachillerato en Lausana, Suiza, Godard regresa a París a estudiar en la Sorbona. Asiduo de la cinemateca de Francia, que dirigía Henri Langlois, ahí conoció a Truffaut, Chabrol y Rivette, ente otros. Ya en los años 50 forma parte del grupo de críticos de los Cahiers du cinéma. En 1960 filma su primera película, Sin aliento. Filmó otras seis o siete películas antes de dirigir Alphaville, una extraña aventura de Lemmy Caution —cuyo nombre privado para Godard, según Chris Darke, era Tarzan vs. IBM. En la historia, mitad ciencia ficción mitad film noire, el agente secreto Lemmy Caution tiene la misión de encontrar al profesor von Braun, que controla Alphaville, una ciudad donde han sido eliminados los sentimientos. Alpha 60 es una computadora omnipresente que controla la ciudad —la misma cuya voz es lo primero que escuchamos en el film. La misión de Lemmy Caution es destruir a la computadora y capturar a von Braun.
Filmada en blanco y negro por Raoul Coutard, visualmente la película es tan oscura como la historia. Los exteriores se filman de noche —o en esa hora en que empieza a oscurecer y que en muchas películas se usa para poder aun filmar asumiendo que realmente es de noche— y los interiores están generalmente iluminados con una luz absolutamente artificial que jamás busca fingir ser la del sol. Aunque Alphaville está en el futuro, los escenarios son reales, de su momento. Parte se filmó en el recién edificio de la Maison de la Radio, edificio diseñado por Henry Bernard y construido en París entre 1952 y 1963 y en las oficinas de Esso, un edificio de oficinas de 11 pisos de altura, diseñado por Jacques y Pierre Gréber y Lathrop Douglass, y que en 1963 fue el primer edificio de oficinas que se terminó en el barrio de La Défense, la zona de negocios construida a las afueras de París a principios de los años 60 —treinta años después la Torre Esso también fue el primer edificio que se demolió en La Défense.
Richard Williams escribió en The Guardian que Alphaville, su película favorita, era —según Andrew Sarris— una rara película de ciencia ficción sin efectos especiales. También dijo que, a diferencia de 2001: A Space Odyssey de Kukbrik, filmada tres años después, Alphaville era más actual cada vez, como si el mundo se acercara a ese futuro que ya era presente en 1965. A diferencia de Jacques Tati que, en Play Time, construyó una ciudad entera para imaginar críticamente al París que temía borrado por la modernización que imponía sus cajas de vidrio y acero por igual en cualquier capital del mundo, Godard reconstruye la ciudad no con cartón y madera sino con la luz y la lente de su cámara. Darke escribe:
Para 1965, la ciudad moderna, sus interiores y sus suburbios, ya se habían asociado con las características estéticas particulares de una geometría obsesiva y un diseño estandarizado, y con esas marcas estéticas de la modernidad vinieron los juicios sobre la alienación, el aislamiento y la automatización. Para la época en que se filma Alphaville, la ciudad moderna ya se asocia uniformemente con la imagen distópica que empeora entre más se aleja la cámara del centro ancestral.
Darke dice también que Alphaville está construida, como ciudad y como película —o como una ciudad de película— a partir de lo que después Marc Augé calificará como no-lugares: “la ciudad es un rompecabezas de zonas de transición: corredores, escaleras, oficinas, cuartos de hotel— literalmente entremezcladas con sus signos característicos: flechas, números, letreros de neón.” El espacio distópico de Alphaville quizás llegó antes que el de otras películas de ciencia ficción porque, desde que se filmó la película, ya estaba aquí o, más bien, ya estábamos, nosotros, ahí.
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