Area bombing, dice Wikipedia, “es un tipo de bombardeo aéreo dirigido indiscriminadamente a un área vasta, tal como una manzana de una ciudad o una ciudad entera.” Se equipara también al carpet bombing: bombardeo alfombra, “también conocido como bombardeo por saturación: un tipo de bombardeo aéreo amplio hecho de manera progresiva para causar daño en cada parte de un área seleccionada del territorio.” Se opone al bombardeo de precisión o estratégico. En términos urbanos, el bombardeo estratégico podría ser tirar uno o varios edificios para ensanchar una serie de calles; el bombardeo de área sería arrasar con la ciudad para empezar desde cero. Haussmann versus Le Corbusier. Paul Virilio dice que en 1831, “veinte años antes del barón de Haussmann, Victor Hugo escribió: «quieren demoler Saint-Germain-l’Auxerrois por el alineamiento de una plaza o de una calle; algún día destruirán Notre-Dame para agrandar el atrio; algún día arrasarán París para agrandar la planicie de Les Sablons.»”
En 1997 W.G. Sebald —nacido el 18 de mayo de 1944 en Alemania y que murió el 14 de diciembre del 2001 en Norfolk, Inglaterra—, dictó una serie de conferencias en Zurich, con el título Guerra aérea y literatura, publicadas después como Sobre la historia natural de la destrucción:
¿Por dónde habría habido que comenzar una historia natural de la destrucción? ¿Por una visión general de los requisitos técnicos, de organización y políticos para realizar ataques a gran escala desde el aire, por una descripción científica del fenómeno hasta entonces desconocido de las tormentas de fuego, por un registro patográfico de las formas de muerte características o por estudios psicológicos del comportamiento sobre el instinto de huida y de retorno al hogar?
Desde principios de febrero de 1942, la Fuerza Aérea británica había iniciado un programa de bombardeo de área cuyo principal objetivo era “la destrucción y dislocación progresivas de los sistemas militares, industriales y económicos de Alemania” y, sobre todo, de “minar la moral del pueblo alemán hasta el punto en que su capacidad de resistir con las fuerzas armadas se aniquilara totalmente.” Sebald dice que sólo la Fuerza Aérea británica arrojó más de un millón de toneladas de bombas sobre el territorio enemigo, destruyendo 131 ciudades, algunas totalmente. También dice que tres millones y medio de viviendas fueron destruidas y que siete millones y medio quedaron sin hogar. A Sebald le sorprende la escasa literatura sobre ese tema en alemán. Como si el bombardeo contra las ciudades alemanas se concibiera “como un castigo merecido o incluso como un acto de revancha de una instancia más alta con la que no había discusión posible.” Por otro lado, si para Paul Virilio la Blitzkrieg, la guerra relámpago en la que a un bombardeo aéreo sorpresivo sigue la acción rápida y precisa de las fuerzas terrestres, “es un fenómeno militar y tecnológico de ocupación en un parpadeo,” el bombardeo por saturación lo que hace es precisamente lo contrario: desocupa o desatura el territorio en un parpadeo. Aunque, al mismo tiempo, como apunta Sebald, “la destrucción total no parece el horroroso final de una aberración colectiva sino, por decirlo así, el primer peldaño de una eficaz reconstrucción.” Reconstrucción que, de nuevo según Sebald, “equivale a una segunda liquidación, en fases sucesivas, de la propia historia anterior, impidiendo de antemano todo recuerdo.” El objetivo de la destrucción total, agrega, es “la creación de una nueva realidad sin historia.” ¿No es ese el mismo objetivo de la tabula rasa corbusiana, inicio necesario de su Plan Voisin? Keller Easterling dice que “la tabula rasa es el arma del paciente magistrado urbano o planificador que proclama limpiar y purificar un tejido enfermo.” Y agrega que, “si se les da la oportunidad, los arquitectos comúnmente eligen demoler el trabajo de otros arquitectos.”
Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, el urbanismo tal vez sea la continuación de la guerra por otros medios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario