31.12.16

el dibujo del mundo


Un capítulo del libro de Isabel Soler El nudo y la esfera, el navegante como artífice del mundo moderno, se titula El dibujo del mundo. Empieza describiendo una imagen, el Cristo muerto pintado por Hans Holbein en 1517 y que Julia Kristeva califica como inquietante: “la representación sin disimulos de la muerte humana, la puesta al desnudo casi anatómica del cadáver, comunica a los espectadores una angustia insoportable delante de la muerte de Dios, confundida aquí con nuestra propia muerte, hasta tal punto se halla ausente la mínima sugerencia de trascendencia,” escribe Kristeva. Soler pone en paralelo el cuadro de Holbein y el trabajo de Andreas Vesalio, que en 1521 tenía siete años —nació el 31 de diciembre de 1514— y “veinte años depués, en 1543 —el mismo año en que Copérnico publica su De revolutionibus orbium coelestium—, ya como eminente profesor y cirujano, editará De humani corporis fabrica libri septe, uno de los manuales de anatomía más innovadores del Renacimiento.” Soler dice que en las primeras páginas de su obra, “Vesalio denuncia el grave error de los médicos al dejar en manos de los boticarios el control de las medicinas y la cirugía a cargo de los barberos, mientras el profesor describe desde el púlpito del aula partes de la anatomía humana que nunca ha visto de cerca.” Anterior a Descartes y su duda metódica, Vesalio también recomienda basarse sólo en la experiencia personal y no en conocimiento de las autoridades o en los prejuicios populares, a veces difíciles de diferenciarcomo en el caso de la medicina se daba entre la antigua tradición de Hipócrates y Galeno y los remedios ancestrales. El filósofo alemán Peter Sloterdijk dice que es posible que “la revolución de Vesalio tuviera más consecuencias para la autocomprensión de los seres humanos occidentales qeu el desde hace mucho tiempo supercitado y malinterpretado giro copernicano.

¿Por qué hablar de Vesalio y la anatomía en un libro dedicado a los navegantes de los siglos XV y XVI? Porque para Soler, tanto los estudios de anatomía como los adelantos cartográficos de aquellos siglos implican una nueva manera de concebir el conocimiento científico y las ideas de experiencia y experimento en que se sustentan.El mismo Sloterdijk afirma que “como hábito cognitivo es lo mismo dar la vuelta a la Tierra y reflejarlo en mapas, que abrir el cuerpo humano por todas partes y representarlo gráficamente desde todas las perspectivas” El viaje del explorador es al mapa lo que la disección al dibujo anatómico: revela lo que antes no se conocía sino de oídas. Dice Soler:
A medida que se viaja cambia la percepción de lo que se va viendo. Se modifica la representación de los espacios y los lugares. Se reflexiona sobre la experiencia vivida y lo que ésta significa para el conocimiento. Se estudia la novedad. Se aprende a distinguir el mito —o lo imaginado— de lo real y verificable y, pare ello, se procuran sistemas organizados que expliquen la percepción de la realidad.
La experiencia y el experimento son las maneras que tiene el explorador, sea del interior del cuerpo o de la geografía entera, para construir un conocimiento que poco a poco va dibujando cortes anatómicos y mapamundis idealmente cada vez más exactos. Así va borrando toda terra ignota que le salga a su paso. Por supuesto, ni los grabados que ilustran el libro de Vesalio ni los mapas que dibujaron sus coetáneos son representaciones objetivas de esa realidad que recién se descubría —o, como muchos han dicho: se construía. En su libro Objectivity, Lorrein Datson y Peter Galison explican que “la objetividad científica tiene una historia” y que “no siembre ha definido a la ciencia” ni ha sido “lo mismo que la verdad y la certeza,” que son anteriores como criterios “científicos.”


Parte esencial de esa búsqueda de la verdad que luego se transformó en una preocupación por la objetividad, desde la investigación del interior del cuerpo mediante disecciones y grabados anatómicos hasta la descripción de la tierra entera gracias a mapas detallados, incluyendo los planos y planes que anuncian nuestras obras por venir —Giorgio Vasari, que fundó en Florencia en 1563 la Academia de las artes del diseño, es decir, de las artes que anticipan su resultado mediante el dibujo, nació el 30 de julio de 1511, tres años antes que Vesalio— es, precisamente, la idea de que el mundo es no sólo un libro por leerse sino, también, un dibujo por hacerse.

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