common ground es el título y tema escogido por david chipperfield para la decimotercera exhibición internacional de arquitectura de la bienal de venecia. chipperfield explica las distintas interpretaciones que puede tener dicho tema. primero, dice, quiere “celebrar una cultura arquitectónica vital e interconectada y plantear cuestionamientos acerca de los territorios intelectuales y físicos que comparte.” se refiere, pues, a la cultura compartida, al suelo que pisan todos los arquitectos, al campo –conceptual y disciplinar– que se define como arquitectura, esté ese campo confinado o expandido –parafraseando a rosalind krauss. dirige nuestra atención a la tradición y al canon, a todo eso que está dentro del territorio de la arquitectura –para usar otro famoso título de un libro de vittorio gregotti.
para que no se piense que ese territorio compartido es un coto de caza exclusivo –lo que sería llevar incluso más lejos los argumentos de los más duros defensores de la autonomía disciplinar–, chipperfield dice que lo que le interesa son “las cosas que los arquitectos comparten, desde las condiciones de la práctica de la arquitectura hasta las influencias, colaboraciones, historias y afinidades que enmarcan y dan contexto a nuestro trabajo.”
esas condiciones de la práctica, influencias, colaboraciones e historias que enmarcan y dan contexto, que condicionan y encausan las decisiones del arquitecto, recorren el libro de jeremy till architecture depends. la arquitectura, dice tIll, es contingente, en su naturaleza no está la posibilidad del control absoluto. al contrario, la arquitectura sólo puede pensarse como la negociación de diversas condiciones muchas de las cuales nunca son plenamente arquitectónicas. de todo eso depende la arquitectura.
till cita al filósofo japonés kojin karatani para quien “la arquitectura es una forma de comunicación condicionada a darse sin reglas comunes –es una comunicación con el otro quien, por definición, no sigue el mismo juego de reglas.” el terreno o suelo común del que habla chipperfield no es, pues, tan común. no es, tampoco, un terreno que anterior a su construcción. más bien, como dice hanna arendt del espacio público –de lo que ella llama space of appearance– , existe mientras se ocupa, mientras se sostiene como un terreno común, compartido.
de ahí que chipperfield no hable sólo de lo que los arquitectos tienen en común, en tanto ideas e ideales, sino del espacio físico entre los edificios construidos –esos espacios de los que hablan, entre otros, pier vittorio aureli y alexander d'hooge. finalmente, chipperfield nos pide reflexionar sobre las condiciones del espacio de comunicación, real e ideal, y, de paso, sobre la comunicación misma y aquello que lo condiciona –pensemos en el trabajo de bruno latour–, sobre el consenso y, de paso, el disenso.
tras las bienales dirigidas por massimiliano fuksas –más ética menos estética–, ricky burdett –ciudad, sociedad, arquitectura–, kazuyo sejima –la gente se encuentra en la arquitectura–, el tema propuesto por chipperfiled vuelve a subrayar la obligación que tiene la arquitectura hoy de pensarse más allá de la espectacularidad que la caracterizo en las décadas pasadas.
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