coincidencias, casualidades o sincronicidades, hoy pensaba de nuevo en el flamante programa del distrito federal ecobici. será mi pesimismo innato o mi malinchismo patológico pero, contrario a lo que algunos han opinado, ese programa me parece un fiasco. o, más bien, un programa mal planeado, orquestado a las carreras y que se perfila como otra promesa inclumplida.
ya lo he escrito antes: uso la bicicleta al menos 5 días a la semana, entre 2 y 4 viajes por día, de entre 2.5 y 4 kilómetros cada uno. la usé también en el renacimiento cuando iba a la preparatoria en bici. la única diferencia entre entonces y ahora es que hoy circulan mucho más vehículos y personas en calles y banquetas, y lo hacen con una mezcla de violencia, indolencia y desobediencia a cualquier norma o código mayor que antaño. ya se, algunos dirán: por algo se empieza, hay que esperar, el programa recién fue puesto en marcha. pero ese es, para mi, el más grande problema: la solución actual (si así puede llamarse) equivale al diabético con sobrepeso que decide dejar de comer un caramelo al día en su dieta excedida en azúcares y calorías, o quien padece cáncer pulmonar y reduce un cigarro de los 30 que fuma al día. ¿por algo se empieza? es un engaño. quienes ni vivimos ni trabajamos entre sullivan y baja california e insurgentes y circuito interior, seguimos teniendo que usar nuestras propias bicis y sin lugares bien diseñados para dejarlas en lo que trabajas, tomas un café o ves una película, menos aun mientras usas otro tipo de transporte. eso sí, con los "privilegiados" por el simulacro bautizado como ecobici, compartimos la falta de espacios apropiados para circular –pese a los varios años ya de los populistas y supuestamente exitosos bicitones–, lidiando con automovilistas que conducen sin obedecer ninguna regla y asumiendo que la "prioridad" es una gracia divina sólo a ellos concedida.
se que hay organizaciones civiles a las que esto y el nuevo reglamento de tránsito que incluye medidas a favor del uso de las bicis, les parece un avance –como se lee, por ejemplo, en la página de bicitekas. supongo que el tiempo y el esfuerzo por ellos invertidos en la promoción del uso de la bici los vuelve propicios a la emoción ante tales medidas. a mi, ciclista anónimo, autónomo y casi autista, me parece que son, repitiéndome, un conjunto de decisiones apresuradas, que tendrán poco efecto al no ir acompañadas de acciones infraestructurales serias y que muy probablemente se olviden pasada la chocante mezcla de fervor bicentenario y ansiedad preelectoral.
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