31.3.16

ciudades naturales y artificiales



En un texto titulado Geometría y abyección, Victor Burgin trazó una brevísima historia del espacio en occidente. Primero, dice, el espacio estaba organizado vertical y jerárquicamente. Un espacio cerrado, clausurado y ordenado desde arriba y desde afuera por algo que lo trasciende. A éste espacio le sigue otro, el espacio moderno: horizontal, homogéneo. Si el espacio clásico, vertical, es uno donde los lugares le dan sentido a aquello que los ocupa: cada cosa está localizada, el espacio moderno es, como lo definió Descartes, pura extensión: “es predominantemente aquel que atravesamos (por ello consideramos que el preso dispone de poco).” A esos espacios sigue el espacio posmoderno. Uno en el que la velocidad de transporte ha sido sustituida por la velocidad de transmisión o, dicho de otro modo, la distancia por la demora: cuánto tardan los datos en llegar de un punto a otro –puntos a los que sería exagerado seguir llamando lugares. Ese espacio ya no es ni vertical —jerárquico– ni horizontal –homogéneo– sino plegado, replegado, digamos incluso complicado.

René Descartes nació en La Haya, hoy La Haya-Descartes, el 31 de marzo de 1596. El Discurso del Método fue el primer libro que publicó, el 8 de junio de 1637, en esa misma ciudad y en un principio de manera anónima. En el segundo capítulo, aquél que en su traducción al catalán Xirau tituló el Racionalismo, Descartes nos cuenta que, estando en Alemania, pasaba el día entero encerrado en su habitación, con todo el tiempo libre necesario para entregarse a sus pensamientos, entre los cuales, dice, uno de los primeros fue que no hay tanta perfección en aquellas viejas ciudades que han llegado a ser, con el tiempo, grandes urbes, como en las construcciones regulares que un ingeniero realiza según su fantasía en un plano. Para Descartes, aunque no lo diga así, "el mal probablemente es el tiempo". Según afirma Jean Wahl, toda su filosofía "parece estar dominada por captar, en la medida de lo posible, las cosas en el instante. Pienso luego existo no implica ninguna sucesión temporal: pensar y existir se dan juntos en un instante fuera del tiempo. Por eso Sylviane Agacinski escribe que la invención racional –y no hay otra que lo sea más que ese instantáneo sujeto cartesiano— "sugiere la idea mítica de una creación hecha de golpe, como en un presente puro. Todo pasa –añade– como si esta intervención se atribuyera a un pensamiento él mismo fuera del tiempo, como si el pensamiento inventivo no estuviera sometido al régimen de la temporalidad."

En 1965 Christopher Alexander publicó su ensayo La ciudad no es un árbol. Alexander dice que el árbol de su título “no es un árbol verde cubierto de hojas. Es el nombre de un cierto esquema mental:” aquél que divide para siempre la sustancia del mundo en parejas opuestas relacionadas por una conjunción disyuntiva: vivo o muerto, abierto o cerrado, racional o irracional, hombre o mujer, ciudad o campo. En el caso de las ciudades, Alexander habla de dos tipos de ciudad. Hay las ciudades naturales —no que sean un producto natural sino que siguen su propia naturaleza, es decir, crecen poco a poco, se transforman en y con el tiempo llegan a ser grandes ciudades— y las ciudades artificiales, aquellas que para Descartes eran superiores a las primeras. Alexander, al revés que Descartes y casi como cualquier persona, prefería Venecia a Brasilia, Florencia a Chandigarh y habría preferido San Angel al Pedregal o a Tlatelolco. No sólo es un tema de la pátina del tiempo, del carácter pintoresco o reconocible frente a la innovación radical. Según Alexander, con el tiempo en las ciudades naturales se van tejiendo relaciones que las hacen más complejas, las enredan –las vuelven semiretículos dice él; rizomas dirían Deleuze y Guattari. En ellas hay múltiples conexiones. La plaza es jardín y también mercado los miércoles y teatro cuando hay fiesta o refugio en caso de emergencia.


La ciudad que quiere Alexander, no es la ciudad jerárquica de la concepción antigua del espacio, como dice Burgin, ni la moderna, instantánea como la sueña Descartes, sino compleja y complicada. Pero el problema de esos espacios complicados los explica el mismo Burgin, pues “en el ámbito político un equivalente de los espacios replegados de las tecnologías de la información es el terrorismo” —y su contracara: la sobre-vigilancia intensiva y nuestra condición de sospechosos perpetuos— mientras que “en el ámbito económico, lo es la tendencia del capitalismo multinacional a producir irrupciones del primer mundo en países del tercer mundo, a la vez que crea bolsas del tercero en los países desarrollados.”

30.3.16

rudolph steiner


La última noche de 1922 —el mismo año en que el Chicago Tribune convocó al concurso para su nuevo edificio— el vigilante advirtió humo saliendo del Cuarto Blanco. Apenas unas horas antes había estado en uso. Gritó la alarma pero nadie veía ningún incendio, sólo el humo. De pronto notaron fuego atravesando uno de los muros del ala oeste del edificio, construido en su mayor parte con madera. Antes de que terminara el año el edificio ardía por completo. Muchos suponen que el incendio fue provocado aunque también pudo tratarse de un accidente. A las primeras horas del primer día de enero de 1923 sólo quedaban los cimientos de concreto. Rudolf Steiner, quien había estado a cargo del diseño del edificio y que era el líder de la comunidad que lo construyó, dijo a quienes seguían con él que tenían mucho trabajo por delante.

Steiner nació en 1861. Gary Lachman, uno de sus biógrafos, dice que la única fuente para sus primeros años de vida es la autobiografía que Steiner dejó inconclusa al morir y que, con más de cuatrocientas páginas, termina en 1907, cuando todavía no fundaba la Sociedad Antroposófica. En 1902 Steiner se convirtió en secretario general de la Sociedad Teosófica alemana. Sin particular inclinación por el tema, en su Diccionario de Filosofía José Ferrater Mora define a la teosofía moderna —fundada en Nueva York en 1875— como “una mezcolanza de doctrinas de procedencia hindú y de doctrinas de «misterio.»” 

Steiner se distanció de aquél grupo y el 28 de diciembre de 1912 fundó la Sociedad Antroposófica, que contaba con unos tres mil miembros. Ferrater Mora dice que Steiner “convirtió la teosofía en una antroposofía, con profecías sobre la Naturaleza y la historia, y tesis para la reorganización jerárquica de la sociedad.”

Steiner se doctoró en filosofía en 1891 y trabajó en la edición de las obras de Goethe, en cuyos archivos trabajó. El edificio que ardió la noche de fin de año de 1922 se llamaba el Goetheanum y servía, además de para conferencias y estudios, para representaciones de la obra de Goethe. Se construyó en plena Guerra Mundial y Lachman dice que el edificio mismo se convirtió en “un gesto contra la locura misma: rusos, polacos, alemanes, austriacos, franceses —diecisiete nacionalidades en total— se reunieron en un esfuerzo para trascender sus intereses personales y nacionales. Cuando los cañones de agosto retumbaron —y Steiner podía escucharlos a lo lejos— voluntarios de bandos opuestos trabajaban lado a lado en la construcción.” Durante todo 1923, Steiner trabajó en el diseño del segundo Goetheanum. La obra inició en 1924. Construido totalmente en concreto aparente, es un ejemplo de arquitectura expresionista en los que la pintura, los vitrales y el mobiliario, buscaban conformar una obra de arte total.

Steiner murió el 30 de marzo de 1925 sin poder ver terminado el segundo Goetheanum, completado en 1928.

29.3.16

raymond hood


En 1922 el Chicago Tribune convocó a un concurso internacional para diseñar la nueva sede del periódico. Blair Kamin, crítico de arquitectura del Tribune, escribió que se trató “del más famoso concurso de arquitectura del siglo XX.” Los editores buscaban “el más bello edificio de oficinas del mundo” y ofrecían un premio de 100 mil dólares al ganador. Recibieron 263 propuestas de 23 países. Entre los participantes estuvieron Adolf Loos, con su famoso edificio en forma de columna dórica —que según él sería construida tarde o temprano, “si no en Chicago en algún otro lugar, si no por mi por algún otro arquitecto”—; Bruno Taut, con un edificio que, como cuña, se va afilando en los niveles más altos; Walter Gropius y Adolf Meyer, con un edificio en volúmenes escalonados, que hoy —según escribe Bart Lootsma, “parece casi una instancia anónima de lo que en cierto punto (entre 1950 y1960) fue visto como el edificio alto típicamente moderno,” aunque fuera menos sencillo que el propuesto por Max Taut y mucho menos que el radicalmente simple de Ludwig Hilberseimer y Elieel Saarninen —quien ganó el segundo premio— y los holandeses Bijvoet y Duiker que fueron más atentos a la tradición norteamericana del rascacielos. El primer premio lo obtuvieron Raymond Hood y John Mead Howells con el edificio neogótico que hoy ocupa el diario.

Raymond Hood nació el 29 de marzo de 1881 en Pawtucket, Rhode Island. En Delirious New York Koolhaas escribe que fue “hijo de una acomodada familia baptista; su padre era fabricante de cajas.” Estudió en la Universidad de Brown y en el M.I.T y en 1905 fue admintido a la Escuela de Bellas Artes de París —tras ser rechazado una primera vez en 1904, según Koolhaas, “por falta de destreza en el dibujo.”

Si sólo hubiera construido el edificio del Chicago Tribune, Hood habría pasado a la historia de la arquitectura tal vez más por aquellos que dejó atrás en el concurso que por el edificio mismo. Pero Hood —con Godley y Foulihoux y Reinhard, Hofmeister, Corbet, Harrison y MacMurray— fue parte del equipo encargado de diseñar el Rockefeller Center: más que un conjunto de edificios —19— una ciudad dentro de la ciudad —como quería Hood, según Koolhaas, quien lo cita diciendo que “sería imposible calcular el número de mentes oficiales que se han dedicado a desentrañar las complejidades del problems —el Rockefeller Center—, y sin duda, menos sentido tiene aún adivinar el número de menores no oficiales que han reflexionado sobre ello. Arquitectos, constructores, ingenieros, expertos inmobiliarios, financieros, abogados: todos han aportado algo de su experiencia e incluso de su imaginación.” Koolhaas concluye: el Rockefeller Center es una obra maestra sin un genio. 


Hood murió en 1934, cuando la primera fase del Rockefeller Centre ya se había terminado y la torre del Chicago Tribune cumplía nueve años de haberse inaugurado.

28.3.16

i'm flying

luigi cosuenza, fábrica olivetti, pozzuoli, 1955





la martella, matera, italia, 1952




proyecto impulsado por adriano olivetti —urbanistas: federico gorio y ludovico quaroni


ludovico quaroni


Adriano Olivetti fue hijo de Camilo Olivetti. El apellido hace innecesario explicar cuál era el negocio de la familia. Adriano nació, igual que su padre, en la ciudad piamontesa de Ivrea en 1901, siete años antes de que su padre abriera su taller y empezara a fabricar máquinas de escribir. Estudió Ingeniería Química en el Politécnico de Turín y en 1925 su padre lo envió a los Estados Unidos a conocer los métodos de producción industriales. Al regresar a Italia transformó el taller en una fábrica moderna, lo que hizo que Olivetti produjera ya en los años 30 la máquina de escribir más vendida en el mundo. De origen judío, durante la Segunda Guerra se refugió en Suiza, donde profundizó sus ideas sociales y políticas.

En 1947 publicó El orden político de la comunidad, donde planteó que “la idea básica de una nueva sociedad es crear un interés común, moral y material, entre los hombres que desarrollan su vida social y económica en un espacio geográfico determinado por la naturaleza y la historia.” Como Fourier y otros socialistas utópicos del siglo XIX, Olivetti pensaba que esa transformación social estaba ligada a un cambio urbano y arquitectónico. Olivetti llegó incluso a ser presidente del Instituto Nacional Urbanístico Italiano. Desde los años cincuenta, uno de sus colaboradores cercanos fue el arquitecto Ludovico Quaroni.

Quaroni nació en Roma el 28 de marzo de 1911. Estudió en el Instituto de Arquitectura de la Universidad de Roma, donde se graduó en 1934. Durante la Segunda Guerra estuvo preso por cinco años en la India. Participó en distintos concursos —como el de la estación Termini de Roma— y fue un ensayista polémico y un profesor reconocido en las universidades de Roma —donde uno de sus alumnos fue Manuel de Solà-Morales— Nápoles y Florencia. En su despacho trabajó, entre otros jóvenes arquitectos, Manfredo Tafuri. En 1939 publicó un libro cuyo título después retomaría Aldo Rossi: L’architettura della città, en 1967. Un año después el mismo Rossi lo convenció de reunir varios ensayos sobre urbanismo y arquitectura en un libro titulado La Torre de Babel. En la introducción, Rossi relaciona sus propias ideas con las de Quaroni: “la construcción se aparta del mundo de la arquitectura para transformarse en uno de los hechos de la ciudad y llegará a ser tanto más un hecho urbano característico e importante cuanto más precisa sea en su forma: cuanto más arquitectura sea.” Quaroni terminaba el último ensayo de su libro distinguiendo entre el proyecto arquitectónico para los edificios y el de la ciudad, complementarios pero diferentes. “El primero, proyecto de formas, de relaciones entre formas y espacios, de estructura de formas para una estructura de vida; el segundo tan solo estructura de relaciones.”

En 1970, junto con Luisa Anversa y Giangiacomo D’Ardia, diseñó la parroquia de Gibelina Nuova —pequeña ciudad en Sicilia construida a 7 kilómetros de Gibelina Vecchia, destruida en 1968 por un terremoto—, aunque la obra no se inició sino hasta 1985, inaugurándose inconclusa y tras muchos problemas constructivos 42 años después. En 1977 Quaroni publicó Proyectar un edificio, ocho lecciones de arquitectura. En la primera lección define la arquitectura desde el punto de vista del político: “el resultado, bueno o malo según la postura del político, del uso que el poder hizo en un determinado periodo del territorio y de las actuaciones sobre él”; del historiador, como “la documentación de las capacidades de una cultura para representarse a sí misma”; del crítico, interesado en las “valoraciones relativas, independientes o casi de los procedimientos empleados” y a los ojos del arquitecto, entendida como “el resultado de una actividad natural del hombre que trata de proceder a humanizar el espacio natural con los medios que la cultura a que pertenece pone a su disposición.”


Ludovico Quaroni murió en Roma el 22 de julio de 1987. El epígrafe que abre La Torre de Babel es una frase de Henry Miller: “confusión es una palabra inventada para indicar un orden que no se comprende.”

27.3.16

e.1027


A partir de 1955 Winston Churchill visitó y se hospedó varias veces en casa de su agente literario, Emery Reves —nacido Révész Imre, en Hungría. La casa que ocupaban Reves y su esposa, Wendy, era conocida como La Pausa y fue diseñada por un joven arquitecto llamado Robert Streitz para otra pareja famosa: Arthur Grosvenor, segundo Duque de Westminster, y Coco Chanel, quien le vendió la casa a los Reves en 1953. La Pausa, pensada por Streitz como una villa clásica mediterránea, está en Cap-Martin, en la Costa Azul. Además de Coco Chanel, en Cap-Martin también construyó su casa de playa Le Corbusier: le cabanon, que es totalmente lo opuesto a la villa de Chanel. Una cabaña de 3.66 metros de lado por 2.26 de altura, prefabricada en Ajaccio, Córcega, y montada en seco en Cap-Martin en 1949. Ahí murió Le Corbusier, al salir a nadar al mar, el 27 de agosto de 1965.

Le Corbusier conoció Cap-Martin visitando, como Churchill, a su editor, Jean Badovici, quien había llegado de Rumania a París en 1915. Badovici estudió arquitectura y en 1923, con el mecenazgo de Paul Valery y Auguste Perret, fundó la revista L’Architecture Vivante. Antes, en 1920, había conocido tanto a Le Corbusier como a la irlandesa Katheleen Eileen Moray Smith, mejor conocida como Eileen Gray. Ella diseñó en 1927 la casa donde vivía con Badovici en Cap-Martin, sin duda la mejor de las tres célebres casas de la región. La casa diseñada por Gray es la E.1027. En Líneas de batalla: E.1027, Beatriz Colomina explica, entre muchas otras cosas, el origen de ese nombre-clave: E, por Eileen, 10, la décima letra del alfabeto: J, por Jean, 2, la segunda: Badovici y 7, la G de Gray. Colomina también reproduce en ese texto un fragmento de una carta que Le Corbusier le escribió a Gray en 1938: “Me complace mucho informarle cuánto he apreciado en estos pocos días pasados en su casa el raro espíritu que dicta toda la organización, en el interior y en el exterior, y que da al mobiliario moderno —el equipamiento— una forma tan dignificada, tan encantadora, tan llena de espíritu.”

Para Colomina, la relación de Le Corbusier con la E.1027 fue “obsesiva”, como lo demuestra el hecho de que construyera su cabaña “en los mismos límites de la propiedad adyacente, justo detrás de la casa de Eileen Gray. Ocupó y controló el lugar —sigue Colomina— vigilándolo desde una cabaña que era poco más que una plataforma de observación, una especie de caseta de perro guardián.” Pero el ataque había sido más duro antes, en 1938, cuando Gray ya no vivía en esa casa y Le Corbusier pintó —obviamente sin el conocimiento de aquella— ocho murales tanto al interior como al exterior. Los murales no eran un obsequio para Badovici y menos para Gray sino, como explica Colomina, una manera de borrar la arquitectura de ésta e incluso al personaje.

Colomina cita una carta que en 1932 Le Corbusier le escribió a Vladimir Nekrasov en la que afirma que un mural no es una manera de realzar un muro sino, “por el contrario, un medio de destruir violentamente el muro, de eliminar en él toda sensación de estabilidad, de peso.” Para Le Corbusier, tras el mural el muro desaparece y con él toda la arquitectura. Gray entendió que se trataba de una afrenta: un acto de vandalismo —el graffiti de un intruso, viniendo además de un pintor, como calificó Diego Rivera a Le Corbusier, más bien mediocre. Alastair Gordon entrevistó a Peter Adam, amigo y biógrafo de Gray, quien le dijo “fue una violación” —al tiempo que le mostraba la hoy ya bastante conocida fotografía de Le Corbusier, de espaldas, desnudo, con el pincel en la mano frente a un muro recién pintado —es decir, borrado.


Durante años la casa estuvo abandonada y casi en ruinas hasta que el 27 de marzo del año 2000 fue declarada por el gobierno francés como patrimonio del siglo XX. Actualmente la casa, con todo y los murales, se encuentra en proceso de restauración —al igual que el cabanon de Le Corbusier. 

lidwig hilberseimer, ciudad de densidad mixta, c. 1930


los dos ludwigs





26.3.16

la casa abandonada de william dunkell



casa de verano de william dunkell en catalunya, abandonada. vista aquí.

moleson village


propuesta de william dunkell para un poblado alpino en moleson village

dunkell


Bagdad, la capital de Iraq, fundada en la segunda mitad del siglo VIII, se encuentra a lo largo del río Tigris un poco al norte de donde estuvo la antigua Babilonia, fundada dos mil años antes de nuestra era. En el 2012, Pedro Azara organizó una exposición titulada Bagdad, ciudad de espejismos, 1952-1982 —cuyo catálogo en español editó Gustavo Gili. Azara escribió: “Wright confundía Bagdad con Babilonia, ¿pero quién no lo haría? Es un error significativo —añade—: la imagen que tendemos a hacernos de Bagdad es la de una ciudad inmemorial. Pero la verdad es que se trata de una ciudad moderna, comparada con Babilonia. Además de unas cuantas ruinas en la periferia de la ciudad, […] Bagdad es una ciudad medieval.” Bagdad era controlada por el Imperio Otomano hasta que, en 1921, se estableció el Reino de Iraq bajo la protección británica. En 1932 obtuvo una independencia relativa. La ciudad pasó de tener menos de 150 mil habitantes a inicios del siglo XX a casi 600 mil en 1950 —hoy rebasa los 7 millones. Azara explica que en los años 50 el rey Faisal II, aconsejado por Rifad Chadirji —arquitecto nacido en Bagdad en 1926—, fundó un organismo público dedicado a mejorar la infraestructura de las ciudades del reino.

En el libro Frank Lloyd Wright: Europa y más allá, editado por Anthony Alofsin, Mina Marefat cuenta que Nizar Jawdat, hijo del embajador iraquí en los Estados Unidos, se graduó como arquitecto en Harvard en 1946 y se casó con su compañera de clase, Ellen Bovie. Cuando volvieron a Iraq el antiguo embajador ya era Primer Ministro. Sumándose al plan de Chadirji, los Jawdat hicieron una lista de arquitectos para distintos proyectos. Azara menciona a Wright y Le Corbusier, Aalto y Gropiuos —director de Harvard cuando ahí estudiaron los Jawdat—, Ponti, Dioxiadis y Sert, entre otros. Hubo varios concursos por invitación. Los del edificio del Banco Central —en el que también participó Alvar Aalto— y el de Electricity Services los ganó el arquitecto suizo William Dunkell.


Dunkel nació en Nueva Jersey el 26 de Marzo de 1893. Hijo de padres suizos, pasó su infancia entre Buenos Aires y Lausanna. En 1912 empezó a estudiar arquitectura en la Universidad de Dresden, donde se graduó cinco años después. En Wikipedia se lee que, debido a la crisis financiera tras la Primera Guerra, Dunkell empezó a trabajar no como arquitecto sino como ilustrador y que conoció a artistas como Paul Klee, Otto Dix y Oskar Kokoschka. En 1923 abrió su propio despacho y desde finales de esa década empezó a enseñar en la ETH de Zurich. Gio Ponti elogió en el número 378 de Domus, de mayo del 61, su proyecto para la Electricity Services, que no se construyó. El edificio del Banco Central se inauguró en 1958. Entre 1981 y 1985 los daneses Dissing+Weitling proyectaron un edificio anexo al de Dunkel. El 13 de junio del 2010 un grupo suicida atacó el banco matando a 15 e hiriendo a 40. Después del ataque las autoridades iraquíes encargaron el proyecto de la nueva sede del banco a Zaha Hadid. 

25.3.16

granja tolstoi, sudáfrica, 1910




hermann kallenbach


Según la Enciclopedia Británica, Satyagraha es una palabra de origen sánscrito que quiere decir apego a la verdad —en Wikipedia dice que viene de satya, verdad, y agraha, insistencia. Gandhi acuñó el término en la primera década del siglo XX, cuando vivía en Sudáfrica, y algo le debe a la desobediencia civil que practicó Henry David Thoreau en Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Gandhi vivió en Sudáfrica entre 1893 y 1915 y fue ahí donde inició su lucha no contra el dominio inglés sino contra la discriminación racial. En Sudáfrica conoció a Hermann Kallenbach, quien se convirtió en uno de sus más queridos amigos. Kallenbach, dos años menor que Gandhi, pertenecía a una familia judío-alemana y según algunos datos habría nacido en Prusia del Este, en lo que hoy es parte del territorio de Lituania, el primero de marzo de 1871. Estudió arquitectura en Stuttgart y Munich y llegó a Sudáfrica en 1896, estableciéndose en Johannesburgo. Probablemente conoció a Gandhi en 1904. En 1906 éste ya rentaba alguna propiedad de aquél. Al abogado indio le llamaba la atención el “amor por el lujo” de este arquitecto y hábil negociante, pero la amistad con Gandhi hizo que Kallenbach cambiara su modo de vida e incluso su dieta, volviéndose vegetariano.

Entre 1908 y 1909, Gandhi y Kallenbach vivieron juntos en una casa diseñada por el segundo en Johannesburgo y que hoy se conoce como la Casa Stayagraha. Dos cabañas redondas con formas provenientes de la tradición local pero construidas con métodos modernos, albergaron al abogado indio y al arquitecto judío alemán. La cercanía de estos dos personajes ha hecho que algunos supongan mayor intimidad, buscando atentamente pistas en la correspondencia que sostuvieron a lo largo de muchos años. “Desde el primer día que lo conocí —le escribe Gandhi a Kallenbach—, supe que estaríamos ligados por toda la vida. Se lo dije un día: nuestras almas se reconocieron. La existencia sin usted me parece un gran desierto.” En 1910 Kallenbach fundó una granja para que ahí trabajaran inmigrantes indios; Gandhi la bautizó como Granja Tolstoi, en honor al escritor ruso que tanto admiraba.

El arquitecto apoyó a Gandhi en la Stayagraha e incluso fueron encarcelados juntos en noviembre de 1913. Al ser liberados viajaron juntos a Inglaterra y planeaban regresar también juntos a la India, pero al estallar la Primera Guerra Kallenbach fue detenido por su nacionalidad alemana. Para 1921 Kallenbach ya estaba de vuelta en Sudáfrica. Con el ascenso del Nazismo, reafirmó su identidad judía y se convirtió en un sionista convencido. En 1937 visitó a Gandhi buscando su apoyo público y abierto a la causa sionista. No lo consiguió. Kallenbach discrepaba también con su viejo amigo sobre la idea de resistir sin violencia a alguien como Hitler. No obstante el desacuerdo, su amistad continuó a distancia hasta la muerte de Kallenbach, el 25 de marzo de 1945.

24.3.16

henri sauvage, vivienda social, rue des amiraux, parís, 192



henri sauvage, proyecto de departamentos al borde del sena, parís


henri sauvage, proyecto para la porte de maillot, 1931


Les Mystères du Château du Dé, Man Ray, 1929

la villa noailles



Charles de Noailles nació en 1891 y fue el menor de los hijos de François-Eugène Joseph Marie Napoleón de Noailles, Príncipe de Poix y nieto de la duquesa Anne Murat, sobrina del Emperador Napoleón. En 1923 se casó con Marie-Laure Henriette Anne Bischoffsheim, heredera de una gran fortuna, hija de Maurice Bischoffsheim y de Laure Marie Charlotte de Sade, condesa de Chevigné, bisnieta del Marqués de Sade e inspiración de Marcel Proust para el personaje de la duquesa de Guermantes. Tal linaje no es poca cosa.

Pero los Noailles no pasaron a la historia por sus ancestros sino por haber sido coleccionistas y mecenas de varios artistas contemporáneos suyos y hoy famosos. Su colección de pintura incluye obras de Braque, Klee, Matisse, Picasso, Balthus, Mondrian, Ernst, Miró o su gran amigo: Jean Cocteau, cuya primer película, La sangre de un poeta, financiaron. También produjeron películas de Man Ray y la segunda de Luis Buñuel, El asno de oro. Otros de sus amigos y protegidos eran Salvador Dalí, Yves Saint Laurent, Edward James —el que imaginó Xilitla—, los hermanos Giacometti, Jacques Lacan, Cole Porter o Gilbert Bécaud. ¡Qué más dan Napoleón y Sade en esa historia!

A todos estos notables, los Noailles los recibían en su palacete del número 11 de la Plaza de los Estados Unidos, en el distrito XVI de París —hoy convertido en la Maison Baccarat, donde Philippe Sarck recreó la habitación de la escena final de Odisea 2001—, o en la casa que se construyeron recién casados en Hyères, frente al Mediterráneo. Esa casa la diseñó en 1923 Robert Mallet Stevens y la empezaron a habitar en enero de 1925.

Mallet Stevens nació en París el 24 de marzo de 1886 y estudió en la Escuela Especial de Arquitectura, la única escuela privada de arquitectura en Francia, fundada en 1865 y que en su origen fue apoyada por Viollet-Leduc cuando encontró oposición para reformar la Escuela Imperial de Bellas Artes. Diseñó muebles y decorados para películas antes de proyectar, en 1921, la villa del diseñador de ropa Paul Poiret. En 1927 inauguró, en un terreno propiedad de Marie Bischoffsheim en el distrito 16 de París, la calle que lleva su nombre y en la que diseñó todas las casas. También diseñó una villa cercana a la Cook, de Le Corbusier.

La villa Noailles es una de esas casas, como la de Curzio Malaparte, la de Eileen Gray, la de vidrio diseñada por Pierre Chareau o la de Wittgenstein para su hermana, que forman parte de una historia paralela de la arquitectura moderna. “Como una acrópolis sobre una colina con espectaculares vistas al mar, es una de las primeras casas modernas construidas en Francia, concebida como un trasatlántico,” según dice la información para turistas. Y es cierto. Sus jardines surrealistas —no en balde ahí se pasearon Dalí, Buñuel, Man Ray y Cocteau— prefiguran a la famosa terraza del apartamento de Charles de Beistegui que diseñó Le Corbusier a finales de los años 20 sobre los Campos Elíseos. Son obra de Gabriel Guevrekian, arquitecto y paisajista persa nacido en Estambul a principios del siglo XX y que además de trabajar con Mallet Stevens lo hizo con el mismo Le Corbusier y con André Lurçat y Heri Sauvage, entre otros. Algunos detalles de la casa, como una ventana que se abre completamente en la terraza, los diseñó en colaboración con Jean Prouvé y los muebles los diseñaron Pierre Chareau, Eileen Gray y el propio Mallet Stevens.


Los Noailles dejaron de usar su casa de Hyêres poco a poco a partir de la posguerra. Ya se encontraba en mal estado incluso cuando Marie murió en 1970, y quedó definitivamente abandonada hasta que en 1973 la compró el gobierno de la ciudad y la transformó en parque público y centro cultural. Su restauración se inició en los años 90 y desde el 2007 ofrece residencias para artistas. Mallet Stevens murió el 8 de febrero de 1945.

23.3.16

el primer elevador


Según la Grove Encyclopedia of American Art, John Gaynor nació en Irlanda por ahí de 1826. En 1851, su nombre apareció por primera vez en el directorio de Broolkyn, pero en 1863 dejó Nueva York y se encaminó a la Costa Oeste. Ahí trabajó para el millonario William Chapman Ralston, originario de Ohio y que hizo su fortuna en la minería. Ralston fundó en San Francisco el Banco de California pero, según se lee en Wikipedia, su sueño fue construir el Hotel Palace. Invirtió más de cinco millones de dólares en esa obra, agotando los recursos de su bando y llevándolo finalmente a la quiebra. John Gaynor diseñó el edificio del hotel. Se inauguró el 2 de octubre de1875 y fue destruido en el incendio que siguió al terremoto de 1906. En 1909 se reconstruyó.

De los años que pasó en Nueva York, sólo se conoce un edificio hecho por Gaynor, el Haughwouf, en la esquina de Broadway y Broome. Eder V. Haughwouf había establecido desde 1832 una compañía de importación de porcelana, plata, candelabros y demás objetos domésticos de lujo. Lee Edward Gray cuenta en su libro Ascending Rooms to Expresss Elevators: HIstory of the Passanger Elevator in the 19th Century, que la compañía de Haughwouf estuvo en los números 561 y 563 de Broadway desde 1838 hasta 1857. El 16 de marzo de 1857, Haughwouf cerró la vieja tienda y se puso a preparar la gran inauguración del nuevo edificio diseñado por Gaynor, la noche del 23 de marzo. 

Gaynor se inspiró para la fachada de su diseño en la biblioteca veneciana de Jacopo Sansovino, construida en 1546. Se fabricó con acero fundido en los talleres de Daniel Badger, cuya familia de armadores de barcos había instalado una fundidora en Nueva York en 1846, desde donde enviaba elementos prefabricados de fierro fundido a todos los Estados Unidos y a lugares más lejanos, como La Habana o El Cairo.

El nuevo edificio de Haughwouf tenía cinco pisos de altura, pero contaba con un elevador: el primero para pasajeros que se instaló en el mundo. Gray cita un reportaje del New York Tribune:  “entre las novedades que notamos se encuentra un elevador que deberá trabajar con vapor y estará amueblado con un sofá y un carruaje para llevar a las señoras de un piso a otro. La caldera y el motor a vapor se encuentran en el lote trasero, separados del edificio principal.” Gray apunta la ambigua redacción usando presente y futuro. Los registros en los archivos de la compañía de Elisha Otis dicen que el elevador se embarcó de Yonkers el mismo 23 de marzo, y que no se instaló sino hasta el 6 de abril. Se trató de un Otis Nº 1 —evidentemente— con una capacidad de carga de 1000 libras y una velocidad de 120 metros por minuto y un costo de 200 dólares —a costo actual unos 8 mil, lo que resulta sorprendentemente barato para nuestros estándares.


A mediados del siglo XX, el edificio Wauthwouf quedaba en la zona que Robert Moses planeaba demoler para construir el Lower Manhattan Expressway pero, para molestia de Moses, perdió en las audiencias que en 1966 declararon como patrimonio al edificio diseñado por Gaynor.

cornelis van eesteren

concurso para la calle rokin, amsterdam, 1924


propuesta para unter den linden, berllín, 1925

peter y alison smithson, berlin, 1957



alison y peter smithson : golden lane, londres, 1952