Wittgenstein nació el 26 de abril de 1889 en Viena. Su tatarabuelo, Moses Meier, hijo de Meyer Moses, nació en el condado de Wittgenstein, nombre que agregó al de su familia en 1808 cuando Jerónimo Napoleón Bonaparte, hermano del Emperador y por pocos años Rey de Westfalia, emitió un decreto que obligaba a los judíos a hacerlo. Más tarde Moses se hará protestante y cambiará su nombre: Hermann Christian Wittgenstein. Su hijo, Karl, amasará una notable fortuna. La familia entera merece una saga —Alexander Waugh la describió en The House of Wittgenstein. Paul, hermano dos años mayor de Ludwig, fue pianista incluso después de perder el brazo derecho en la Primera Guerra. Ravel compuso para él su Concierto de piano para la mano izquierda.
26.4.16
wittgenstein
Wittgenstein nació el 26 de abril de 1889 en Viena. Su tatarabuelo, Moses Meier, hijo de Meyer Moses, nació en el condado de Wittgenstein, nombre que agregó al de su familia en 1808 cuando Jerónimo Napoleón Bonaparte, hermano del Emperador y por pocos años Rey de Westfalia, emitió un decreto que obligaba a los judíos a hacerlo. Más tarde Moses se hará protestante y cambiará su nombre: Hermann Christian Wittgenstein. Su hijo, Karl, amasará una notable fortuna. La familia entera merece una saga —Alexander Waugh la describió en The House of Wittgenstein. Paul, hermano dos años mayor de Ludwig, fue pianista incluso después de perder el brazo derecho en la Primera Guerra. Ravel compuso para él su Concierto de piano para la mano izquierda.
21.4.16
posmoderno
7.8.14
el filósofo, el tirano, el matemático y el arquitecto
en 1998 kimberley cornish, escritor australiano, publicó un libro titulado el judío de linz. cornish parte de un dato real: alrededor de 1904 ludwig wittgenstein y adolf hitler estudiaron en la misma escuela, la realschule de linz. a partir de ahí la historia se vuelve mucho más compleja y controvertida y hay quienes critican a cornish por sus deducciones. entre otras cosas, sugiere que el odio de hitler por los judíos tiene su origen en el despreció que sentía por wittgenstein, quien llegaría a ser uno de los más importantes filósofos del siglo XX. uno de los problemas del argumento de cornish es que la familia wittgenstein, una de las más ricas de europa cuando adolf y ludwig coincidieron en el colegio, había cambiado su nombre de meier a wittgesnstein desde principios del siglo XIX y se convirtieron al protestantismo en la generación de los abuelos de ludwig quien, en términos prácticos, no era un judío para sus compañeros —sólo un insoportable niño extremadamente rico y, peor, extremadamente inteligente y pedante. además, aunque adolf y ludwig habían nacido con sólo seis días de diferencia, el primero había perdido un año y al segundo lo habían adelantado otro, haciendo difícil suponer que estuvieran en el mismo salón de clases.
ultra era uno de los nombres clave del grupo de la inteligencia británica en el que participó turing durante la segunda guerra. también en ese grupo estuvo el soldado americano landis gores, nacido en 1919 en cincinnati, ohio. gores estudió arquitectura en harvard donde fue parte de otro grupo, los harvard five, del que eran miembros john johansen, eliot noyes, quien fuera director del departamento de diseño industrial del moma y colaboró con norman geddes —el diseñador de futurama, el pabellón de la general motors en la feria mundial de nueva york de 1939— antes de entrar a trabajara a ibm, su profesor marcel breuer y su compañero philip johnson, del que fuera el primer socio. de johnson, por cierto, se ha comentado su abierta afinidad por el nazismo en la década de los treinta.
17.11.13
nada más arquitectónico que un aforismo
7.4.13
arquitectura
16.6.12
11.4.12
la arquitectura de michel onfray
3.11.10
híbridos

el modo de liberarme que utilizaba en aquella época consistía, según creo, en concebir la historia de la filosofía como una especie de sodomía o, dicho de otra manera, de inmaculada concepción. me imaginaba acercándome a un autor por la espalda y dejándole embarazado de una criatura que, siendo suya, sería sin embargo monstruosa. era muy importante que el hijo fuera suyo, pues era preciso que el autor dijese efectivamente todo aquello que yo le hacía decir; pero era igualmente necesario que se tratase de una criatura monstruosa, pues había que pasar por toda clase de descentramientos, deslizamientos, quebrantamientos y emisiones secretas, que me causaron gran placer.
31.10.10
miesinterpretations



deconstruyamos a mies van der rohe y a su famoso pabellón del 29 en barcelona y, a partir de ahí, a la arquitectura toda. esa es la tarea que emprende josé vela castillo en un libro recién publicado por abada editores (de)gustaciones gratuitas, de la deconstrucción, la fotografía, mies van der rohe y el pabellón de barcelona.
antes que nada debo confesar –y sin ninguna pena– que a finales de los años 80, cuando estaba aun en la escuela, fui un aficionado más o menos serio de la deconstrucción. o, mejor dicho, me gustaba, por un lado, el deconstructivismo, esa respuesta arquitectónica, dura y retorcida, a la estética pop del posmodernismo de finales de los 70 y buena parte de los 80, sobre todo, quizás, por el poder gráfico de sus plantas y secciones que aun enfadaban a aquellos entrenados en el rigor de los 90 grados y para quienes un ángulo trazado con una escuadra de 30 o 45 era ya un gesto de atrevimiento y de creatividad supremos. recuerdo a vladimir kaspé viendo la portada del que tal vez fuera el primer número de arquitectura viva, preguntar si la foto de el edificio que mostraba había sido tomada después del temblor.
pero más que la “estética deconstructivista” me llamaba la atención el “método deconstructivo”. había leído, en la introducción escrita por mark wigley al catálogo de la exposición del moma, a cargo de philip johnson, que nada tenían que ver la filosofía de derrida y la corriente arquitectónica. leí entonces un librito de cristina de peretti que servía de introducción al pensamiento del filósofo francés y en 1990 –lo tiene anotado en la primera página– me aventuré a leer la traducción al español –publicada por primera vez en el 71– de de la gramatología, editada por siglo XXI. tuve así un primer contacto con la jerga oficial de la deconstrucción, con la idea de suplemento –algo que, como dice el diccionario, se añade pero también ocupa el lugar de otra cosa–, de trazo y huella, de archiescritura y de metáfora.
debo también decir que cuando el furor deconstructivo se extendió en las universidades americanas a casi cualquier disciplina –se deconstruyó, además de la literatura y la filosofía (que, como ya había dicho derrida, no era más que una parte de aquella), el cine y las artes plásticas, por supuesto la arquitectura hasta llegar, en épocas más recientes, a deconstruir martinis y quesadillas– y tuvo como respuesta en algunos círculos una dura crítica al uso –y abuso, decían– de un argot codificado, casi un lenguaje de secta, me puse inmediatamente del lado de los atacados, es decir, de los deconstructores. ¿cómo no entender el trabajo de la diferencia? (la traducción de la différance derridiana al español siempre fue problemática, muchos la traducían como diferancia, lo que no hacía ningún sentido pues al haber sustituido derrida en francés una e (différence) por una a sin ningún efecto fonético –las dos palabras se prouncian igual– apuntaba a un problema fundamental de su pensamiento: la relación entre el sentido y aquello en que se inscribe, aquello que –y ese será uno de los temas favoritos de arquitectos– le da lugar. una diferencia que podía entenderse –s’entendre– aunque no pudiera oirse –s’entendre. no recuerdo en que traducción al español vi el recurso tipográfico que aquí repito: diferencia.)
con el tiempo –habrá quien diga, no sin razón, y con la moda– dejé un tanto de lado a derrida. foucault y luego deleuze ocuparían su lugar. me siguen, sin embargo, interesando algunas ideas de aquél. en relación a la arquitectura, sobre todo aquello que alguna vez escribió: hay que pensar la arquitectura en el punto en que se vuelve inhabitable, y pensar así el contrato sin fecha –atemporal– entre habitar y arquitectura y, de paso, la relación entre técnica, habitación y arquitectura. nada más chocante ni más necesario de ser –digámoslo con todas sus letras– deconstruido que la pretensión de arquitectos de ser los especialistas y expertos en habitar. por eso, cuando vi la portada del libro que –aun no– comento, no pude evitar comprarlo: (de)gustaciones gratuitas, de la deconstrucción, la fotografía, mies van der rohe y el pabellón de barcelona.
el famoso pabellón de mies se presta, quizá mejor que ningún otro edificio famoso, a un juego deconstructivo. construido en el 29 como una construcción temporal y prácticamente sin uso, mera sede para la/una representación, pasó a la historia mediante una decena de fotografías en blanco y negro, muchas veces retocadas, cuyos negativos –¿originales– se perdieron, y fue reconstruido, a imagen y semejanza de las fotos más que de planos, a finales de los años 80. un edificio, pues, que ocupa un lugar para representar a otro –alemania en barcelona– y para representar a otro tiempo –el futuro por venir, la modernidad– desaparece y reaparece, de nuevo, como mera representación –las fotos en blanco y negro– que serán a su vez re-presentadas en vidrio, marmol y acero en la reconstrucción del 86. diferencia (y repetición –para citar a deleuze y no a derrida). esa condición –la de ser suplemento del lugar y de la representación– que el pabellón miesiano sublima es, en el fondo, condición de toda arquitectura.
ése es, resumido, el argumento de vela castillo y suena bien. pero al extenderse a las casi 200 páginas del libro en una sucesión de malabares verbales que miman los del maestro –sin lograr alcanzarlo: a cada paso hay que aclarar que paso, en español, no es pas, en francés, palabra con la que derrida dice siempre paso y no: pas au de-là (paso más allá y no más allá)– en buena parte me hizo sentir como quien regresa a su barrio y ya no entiende mucho el argot de la pandilla a la que nunca perteneció del todo. pero, seguramente, es mi problema y no el del texto: il n’y a pas d’hors-text.
p.s. aqui una entrevista a josé vela castillo.
22.5.10
conferencia manuel de landa

arquitectura y crisis

¿En qué afecta la crisis, la falta de financiación, la contención del gasto, a los grandes proyectos urbanísticos y arquitectónicos?
Muy positivamente. A la arquitectura le sienta estupendamente la pobreza. La peor arquitectura es la que se hace con toda clase de medios, financiaciones y subvenciones. El mejor ejemplo, el Berlín de Speer/Hitler.
Se percibe un cambio en las prioridades políticas: ¿menos proyectos pero más grandilocuentes?
Tal y como van las cosas los que mandan en estos asuntos son los poderes regionales en alianza con las mafias locales. La arquitectura de la mafia es asombrosa, basta con darse una vuelta por Sicilia o por la costa valenciano/catalana. No parece haber otro futuro.
En tiempos de crisis, ¿qué proyectos deberían ser los prioritarios? ¿En qué consiste la arquitectura de crisis?
La arquitectura de la crisis y de la no-crisis debería ser la misma, una actividad destinada a guarecer a las gentes lo mejor posible en ciudades habitables. Pero eso no sale muy bien en papel couché.
Arquitectos estrellas y poder político, ¿cuánto durará ese matrimonio?
Hasta que nos demos cuenta de que el fascismo ha regresado disfrazado de democracia.
16.5.10
¿qué es un arquitecto?
13.5.10
basura

El Libro Primero de El Capital, de Marx, comienza diciendo: «La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como "una inmensa acumulación de mercancías"». Nosotros tendríamos que decir, hoy, que la riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como una inmensa acumulación de basuras. En efecto, ninguna otra forma de sociedad anterior o exterior a la moderna ha producido basuras en una cantidad, calidad y velocidad comparables a las de las nuestras. Ninguna otra ha llegado a alcanzar el punto que han alcanzado las nuestras, es decir, el punto en el que la basura ha llegado a convertirse en una amenaza para la propia sociedad. Y no es que las sociedades pre-industriales no generasen desperdicios, pero sus basuras eran predominantemente orgánicas, y la naturaleza, los animales urbanos y los vagabundos las hacían desaparecer –las reciclaban o las digerían– a un ritmo razonable (aunque sobre esto nos hacemos, también a menudo, ideas muy idílicas). Las ciudades industriales modernas, en cambio, se caracterizan por una acumulación sin precedentes de población y por la aparición masiva de un nuevo tipo de residuos, de carácter industrial, y ambos factores constituyen la obsolescencia de los modos tradicionales, casi inconscientes, de tratamiento de las basuras. Hay en ellas, al mismo tiempo, una enorme proporción de desechos cuyo reciclaje no puede abandonarse en manos de procesos espontáneos o naturales, y una parte significativa de la población que no consigue integrarse directa ni indirectamente en los procesos productivos y consuntivos, que carece de lugar social y que ha perdido el estatuto del que disfrutaba o que padecía en las formas tradicionales de organización política. Y esto, como dice la cita de Marx con la que he comenzado, ha de entenderse sin duda como "síntoma de riqueza". Nietzsche decía aún más, decía que «los desechos, los escombros, los desperdicios no son algo que haya que condenar en sí: son una consecuencia necesaria de la vida. El fenómeno de la décadence es tan necesario como cualquier progreso y avance de la vida: no está en nuestras manos eliminarlo (...) E incluso en medio de su mejor fuerza, [una sociedad] tiene que producir basura y materiales de desecho» (Fragmentos Póstumos de la primavera de 1888). Y tantos más desechos –en cantidad y en calidad– cuanto más rica, más enérgica y más audaz sea... Sí, la basura es un síntoma de riqueza. Porque riqueza significa despilfarro, derroche, excedente (y, al contrario, las sociedades sin basura –las ciudades tradicionales de las que acabamos de hablar– revelan una economía de subsistencia, de escasez, en la cual nada sobra y todo se aprovecha).
3.5.10
conferencia manuel de landa

1.2.10
biopolítica

The goal of technology - and by extension of architecture - consists in the invention of apparatuses used to regulate and normatize the bodies submitted to them. We are all familiar with the object "panopticon" as such an apparatus. However, architects tends to stubbornly consider it as a literal architecture forgetting that it is before all, a system of power relation providing a scheme for the entire society - and therefore for the city. The panopticon is not just applied to prison. It adapts itself literally (meaning architecturally) or abstractly to other institutions of control such as barracks, schools, factories and hospitals.
2.11.09
sloterdijk

la vida -escribe en alguna parte peter sloterdijk– es cuestión de forma. con afirmaciones como esa no es de extrañar que sloterdijk se esté convirtiendo –o se haya convertido ya– en el [nuevo] filósofo de cabecera de varios arquitectos. su trilogía sobre las esferas –burbujas, globos y espumas, publicada en español por siruela– incluye, entre múltiples referencias, un capítulo dedicado expresamente a la arquitectura. en dos entrevistas recientes sloterdijk explica más sobre su pensamiento acerca del espacio y la arquitectura. la primera, publicada por la harvard design magazine, es una auto-entrevista titulada 'hablando conmigo mismo sobre la poética del espacio'. la segunda se la hace erik morse y está publicada en frieze. el título: algo en el aire.
18.10.07
breviario del caos y los mecanismos de la utopía

Albert Caraco nació en 1919 en Constantinopla en el seno de una familia judía instalada en Turquía desde cerca de cuatro siglos. Creció en Alemania y Europa Central y en 1939, huyendo de los nazis, emigra con su familia a Uruguay. Después de la Guerra se instala en París donde vive, escribiendo metódicamente seis horas diarias, hasta suicidarse en 1971, unas horas después de la muerte de su padre, como lo había previsto. Por su tono apocalíptico a Caraco se le compara a veces con Emile Cioran. Éste escribió en el quinto capítulo de su Historia y utopía, titulado Mecanismos de la utopía: "Cualquiera que sea la gran ciudad donde el azar me lleve, me admira que no se desencadenen cada día revueltas y masacres, una innombrable carnicería, un desorden de fin de mundo. ¿Cómo, sobre un espacio tan reducido, tantos hombres pueden coexistir sin destruirse, sin odiarse unos a otros? La verdad es que ellos se odian, mas no están a la altura de su odio. Esta mediocridad, esta impotencia es lo que salva a la sociedad, asegurándole su duración y estabilidad. Pero me admira más aun que, siendo la sociedad tal cual es, algunos se hayan empeñado en concebir otra totalmente diferente. ¿De dónde podrá surgir tanta inocencia o tanta locura?"
Hace muchos años, a partir de esa cita de Cioran escribí:
"El triste panorama que nos descubre la visión de los filósofos no concuerda con los redentores ideales del arquitecto. Será que la filosofía no comparte con la arquitectura y con el urbanismo esa "vocación fraternal de servicio a nuestro hermano el hombre," como predicaba Le Corbusier en la Carta de Atenas. Será que la filosofía no es –pese a las etimologías–, como la arquitectura, un "acto de amor" –como anunciaba el mismo LeCo. Si la filosofía puede inspirar revoluciones –o soñarlo al menos–, la arquitectura puede pretender evitarlas: "arquitectura o revolución."
Un utopista es aquel quien desea para los otros lo que apenas se atreve a soñar para sí. Si esa no es la descripción de un tirano, entonces es la de un perverso. Excesivos sueños de poder, de control y de dominio; el deseo de imponer un orden, uno sólo. Mas las ciudades no pueden ser conformadas según la "omnipotente" voluntad del arquitecto o del urbanista, incluso multiplicado y congregado en comisiones. Los fallidos intentos de algunos arquitectos, más grandísimos edificios que ciudades, son buen ejemplo, o malo, según se vea. Ejemplo de que si la ciudad, para funcionar, no debe funcionar del todo, sometida a las maniáticas exigencias del arquitecto no puede otra cosa que descomponerse. Si la ciudad es desequilibrio e inestabilidad, el arquitecto, con sus rigores, no puede más que terminar asfixiando cualquier insignificante, por desordenado e inestable, signo de vida."