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26.7.14

el lenguaje de la arquitectura


peter eisenman conoce a rem koolhaas desde que éste llegó a nueva york, en los años setenta, a estudiar en el insituto de arquitectura y urbanismo que aquél dirigía. ha sido su alumno rebelde y el que mejor batalla intelectual le ha dado. eisenman reconoce la envergadura del holandés errante: su figura, dice, es del tamaño de la de le corbusier en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. de la bienal de koolhaas —que recorrió discretamente, mientras quienes lo reconocían le pedían tomarse alguna fotografía o le hacían preguntas sobre lo que estaba viendo— afirmó que era la bienal del fin: del fin de la carrera de koolhaas, del fin del arquitecto, del fin de la arquitectura. todos confundidos.

algo es claro: en esa dicotomía entre poder e impotencia que caracteriza el quehacer del arquitecto, koolhaas reconoce que la batalla está —desde siempre— perdida y si algo pudo demostrar con su bienal es el fin del arquitecto como autor(idad). el fin, por fin, del arquitecto estrella —que, según dice eisenman en una entrevistano sólo aquél encarna sino que inventó: he is the archistar! he is the origin of the archistar. he was there at the beginning.

en la bienal, sigue eisenman, hay de todo menos arquitectura. y sí, entre los modos de producción que desmenuzan los elementos de la arquitectura en partes autónomas —casi en autómatas— y el uso, que pertenece a un mundo —mondoitalia— que no controlamos, la arquitectura como edificio y sus sueños de autonomía se desvanecen. eso, la autonomía, ha sido una discusión constante entre eisenman y koolhaas. En una mesa redonda que sostuvieron en la architectural association hace algunos años, koolhaas, tras definirse —más que pura biografía— como un periodista que hace arquitectura, dice que si las preocupaciones y los intereses de eisenman tienen que ver específicamente con la arquitectura y sus reglas —o, dicho de otro modo, con la arquitectura y su especificidad— los suyos se dirigen hacia afuera, hacia el mundo. su aspiración siempre ha sido ser un intelectual público antes que sólo un arquitecto.


para eisenman la arquitectura es un lenguaje. su interés por el trabajo de chomsky primero y por el de derrida después, habla de su comprensión de una gramática. si la arquitectura debe considerarse como un lenguaje, los elementos no importan —importa su estructura: la gramática. lo que aquí falta, a propósito —continúa eisenman sobre la bienal de koolhaas— es la gramática. y por eso falta todo: la arquitectura. pero podríamos suponer que el análisis de koolhaas no es estructural —en el sentido del estructuralismo derivado de sassure que hace del significado un valor meramente diferencial: perro quiere decir perro porque no quiere decir ninguna otra cosa, la a es la a porque no es ninguna otra letra y, por tanto, el muro es muro porque no es ni piso ni techo ni columna. el método de koolhaas es, más bien, una genealogía o, a la Foucault, una arqueología que hace de cada elemento no una cosa sino un dispositivo: un conjunto de usos, normas, presupuestos, formas sociales, economías, políticas, etc. el muro no es sólo un muro que hay que saber usar según un conjunto de reglas internas de la disciplina arquitectónica —como supone eisenman— sino que el muro, como cualquier otro elemento, tiene su propia gramática y más: sus propias historias. el muro-cortina no sólo viene de mies y sus referencias a la relación entre piel y estructura en la historia de la arquitectura; ahí también se empalman las investigaciones del productor de canceles, la relación del vidrio con problemas de aislamiento acústico y climático, el gran vidrio de duchamp y la crítica de jacques tatí, por mencionar sólo unos temas. por eso, en la bienal de koolhaas puede que haga falta una gramática, como hecha de menos eisenman, pero se sustituye por una poética, una curiosa poética que, lejos de ser particular o personal, quiere ser, como la gramática, general y generativa. una poética sin autor para un lenguaje sin fin.

mondoitala


si parís era una fiesta italia entero es un carnaval —eso al menos pensaba hemingway de la primera ciudad y es lo que el estereotipo del cine a la fellini nos hizo creer de italia. mondoitalia empieza así, como una feria o un carnaval de película de fellini. un escenográfico arco triunfal luminoso nos recibe para entrar en el larguísimo edifico de la cordería del arsenal donde la arquitectura —como en el caso de la otra exhibición propuesta por koolhaas para fundamentals: elements— no se reduce a edificios ni mucho menos a los nombres de sus supuestos autores —y habrá que subrayarlo una vez más: el más famoso arquitecto de las últimas décadas insiste en el papel si no marginal al menos no central del arquitecto-autor.

en monditalia hay música, danza, teatro y mucho cine. “en un momento de cambio político crucial —dice el comunicado de prensa— decidimos ver a Italia  como un país fundamental, absolutamente único pero también emblemático de una situación global en la que se encuentran muchos países: entre el caos y la realización de su potencial.” una reproducción ampliada de la tabula peutingeriana —un itinerario o mapa de rutas del siglo IV— atraviesa todo el edifico de la cordería y presentaciones que hablan sea del origen de la pornografía —pompeya: el museo secreto y los fundamentos sexopolíticos de la metrópolis europea moderna, a cargo de beatriz preciado—, del urbanismo vía ventas por televisión —sales oddity: milano 2 ande the politics of direct-to-home tv urbanism, curada por andrés jaque—, de las pedagogas radicales —coordinado por beatriz colomina—, de cinecittà, de superstudio, del terrorismo, las mafias o las discotecas. una visión compleja que hace de la arquitectura —entendida como edificios e incluso como ciudades— un escenario, un telón de fondo para las acciones y reacciones que realmente conforman el espacio que habitamos.


si bien puede ser cierto, como dijo pippo ciorra —curador de arquitectura del maxxi romano—, que para un local la visión que tienen koolhaas y compañía sobre italia puede parecer estereotipada, este festival vuelto muestra que parece siempre que lo visitamos en pleno ensayo para una inauguración en fechas futuras aun no anunciadas, subraya que la arquitectura, de nuevo: más allá del edificio, es un hecho social y político —lo que, en el país de tafuri, de negri y del operaismo, parecería evidente pero no lo era tanto tras varios años o décadas de arquitectura espectáculo.

elements


no se trata de una bienal de arquitectos sino de arquitectura. algunos dirán que ni siquiera de arquitectura sino de sus partes, aisladas. quince salas en el pabellón central de los giardini, quince investigaciones, quince pequeños libros que reúnen toda esa información y que juntos forman un nuevo tratado: los quince libros de la arquitectura de rem koolhaas et. al. —más que los 10 de vitruvio, muchos más que los 4 de alberti—: pisos, muros, plafones, techos, puertas, ventanas, fachadas, balcones, corredores, chimeneas, escusados, escaleras, escaleras eléctricas, elevadores y rampas. en una primera sala un atril presenta ejemplares de esos libros en los que los arquitectos han tratado, a lo largo de la historia, de desmenuzar y entender los componentes de la arquitectura. uno de los muros de la misma sala está cubierto por decenas de anuncios de esos mismos elementos producidos de manera industrial mientras que en otro se proyectan escenas de películas en las que vemos el mismo gesto repetido: alguien abre una puerta, cierra una ventana o sube o baja por una escalera. Entre los modos de producción industrial y la publicidad que los acompañan y la representación cinematográfica del uso, los arquitectos se encuentran: en sus libros canónicos y en persona, en tanto espectadores. la producción y el uso son los dos extremos que hoy, final, fatalmente, el arquitecto sabe que no controla y que su poder, si alguno, reposa tan sólo en la selección. Entre poder e impotencia —recuerda reinier de Graaf, el alter ego de koolhaas en amo—, el arquitecto actúa como un editor, como un curador de elementos preexistentes. hoy el espacio entre el techo y el plafón —entre la cubierta y su imagen, digamos— ya no es sólo un espacio estructural, como en la cúpula de una antigua iglesia, sino infraestructural: al igual que el vacío que separa al piso falso del real que sostiene al edificio, ese espacio, aparentemente inhabitable, es el que hace posible que hoy el habitar. la relación entre espacios servidos y sirvientes no sólo se ha complicado sino que la lógica es totalmente distinta.

si la exposición a veces —muchas— se acerca a la de una feria de construcción, las conclusiones que se pueden sacar de la visita son muy distintas. en la sala dedicada a las chimeneas —a partir de una investigación a cargo de sebastien marot y la gsd de harvard— se explora la evolución del hogar, fireplace, en una línea evolutiva que divide primero al fuego del lugar y luego al primero entre el calor para cocinar y el que acondiciona un espacio habitable, mientras que el lugar, de la tele al ipod y al nintendo, se refugia en tecnologías que aplanan cada vez más el espacio y transforman la idea de comunidad que originalmente se congregaba al rededor del hogar. en la sala dedicada al escusado —ese cuarto para uno mismo, ironiza koolhaas en referencia al texto de virginia woolf—, elemento que jamás ha sido el elemento primordial de ningún tratado pero que sin duda es “el elemento final” —the ultimate element—  en el que se sobrepone una ergonomía simbólica a otra fisiológica para construir ideologías de la privacidad y la higiene. en la sala dedicada a la rampa —una de las favoritas de koolhaas, dice— se presenta la historia de dos hombres nacidos el mismo año, 1923: claude parent y tim nugent. el primero es el ejemplo del pensador utópico en arquitectura. su idea del plano oblicuo implicaba cuestionar el aparente imperativo de la horizontalidad en los suelos construidos por el hombre —a excepción de aquellos elementos, como rampas y escaleras, que sirven para cambiarnos de nivel, lo normal es un suelo sin inclinación alguna. nugent, en cambio, dedicó buena parte de su vida a establecer las guías y los lineamientos para una arquitectura universalmente accesible. los efectos que las ideas de estos dos hombres han tenido en la arquitectura nos hacen sin duda reflexionar sobre el papel del arquitecto. lo mismo deja ver la distancia entre la moldura de una ventana de madera, que un arquitecto podía aun dibujar y, por tanto, controlar, y la de un perfil de aluminio extruído, cuya forma extremadamente sencilla al exterior en comparación con su rebuscado interior es ajena a los designios —diseños, pues— del arquitecto. así, sin arquitectos ni edificios, koolhaas nos demuestra en esta parte de la bienal algo que ya antes había declarado: el cambio radical de posición del arquitecto en relación a lo construido y a la arquitectura o, tal vez, en esa ambigüedad que caracteriza su pensamiento, la constatación final de que, entre la producción y el uso, el papel del arquitecto no ha cambiado realmente y nuestros sueños de control y dominio nunca han sido más que una simpática ficción.

la acumulación como demostración






seguramente las reglas básicas del periodismo prohiben iniciar una crónica con un recuerdo personal. pero yo no se nada de periodismo —y, además, ya lo escribí alguna vez. cuando la primera vez que llegué a venecia, hace años, me preguntó mi madre qué me parecía respondí —según cuenta ella: yo no lo recuerdo— que parecía disneylandia. durante mucho tiempo me avergonzó esa anécdota y evitaba dar pié a que la contara en público. hasta que leí algo que george simmel había escrito de venecia. por supuesto no la comparaba con la entonces inexistente disneylandia, pero hablaba de una ciudad artificiosa, “una escenografía desalmada: la belleza mentirosa de una máscara,” para terminar diciendo que “la forma de ser de esta ciudad consiste en una sustitución de la apariencia por el ser.” a venecia le quedan bien los carnavales, los festivales de cine y las bienales de arquitectura.

cada dos años venecia es doble escenario de la arquitectura o, más bien, de muchas arquitecturas, separadas en dos grandes grupos. uno es el de la arquitectura real, construida por esas piedras que valoró ruskin y desgastada más que por el tiempo —climático o cronológico— por el paso y el peso de miles, millones de turistas que año tras año se estorban unos a otros en sus canales, sus plazas y sus angostos callejones. el otro grupo no incluye arquitectura menos real, diría yo, pero no siempre es de piedra sino más bien se construye con imágenes y representaciones diversas —planos, maquetas de distintas escalas, textos: pura apariencia, para repetir a simmel y el lugar común de que la arquitectura son edificios y no sus representaciones. como cada dos años, con la muestra internacional de arquitectura, venecia convoca a lo más selecto de la arquitectura para exhibirse —en todo sentido— y reflexionar, a veces.

en esta ocasión, koolhaas se planteó la bienal de manera diferente. ya se ha dicho: además de pedir un par de años para organizarla en vez del año que se acostumbraba, eliminó cualquier referencia central a la arquitectura contemporánea y, sobre todo, a los arquitectos de moda —lo que, como también ya se ha comentado, deja un único nombre en la marquesina: koolhaas— y se centró en varios temas: una historia de la arquitectura italiana que va más allá de la arquitectura en mondoitalia; una revisión enciclopédica de los elementos de la arquitectura y, para los pabellones nacionales, la invitación a sumarse todos a una misma investigación: absorbiendo la modernidad, para preguntarse cómo en el siglo que va de 1914 a la fecha las arquitecturas locales han sido afectadas por el fenómeno aparentemente global de la modernización. una bienal, dice paolo baratta, su presidente, dedicada a la investigación y no sólo a la exhibición de lo que se ha hecho.


desde hace algunos años varios artistas nos han enseñado que la acumulación de materiales diversos, incluyendo documentos de archivo, produce diversos efectos más allá de los estéticos: sirve para denunciar, para revelar, para convencer, para demostrar y denunciar. también los arquitectos han usado ese método. el propio koolhaas, por ejemplo, en libros como s,m,l,xl o content, trabajó mediante la acumulación de datos y de información y más que una conclusión lógica derivada de un análisis sistemático asumió que la mera yuxtaposición podría revelar algún potencial. se trata de un método que no poco debe al collage como lo entendían los surrealistas o a la paranoia-crítica daliniana —que koolhaas analiza y utiliza en delirious new york— pero llevado a extremos enciclopédicos. por supuesto, algunos seguidores hicieron del método lo que ciertos epígonos de mies hicieron, según el mismo koolhaas, con el muro cortina: banalizarlo. en una primer recorrido por la 14ª muestra internacional de arquitectura de la bienal de venecia la sensación de exceso de información es inevitable. no se trata sólo de que, como en cualquier bienal, haya demasiado que ver en conjunto, sino que las dos muestras oficiales de la bienal, mundoitalia y elements, así como muchos de los pabellones nacionales, siguen el método de la acumulación como demostración, exigiéndole al espectador una imposible atención a cientos o miles de casos presentados uno al lado del otro, asumiendo que será capaz de cargar con todo lo que se le ofrece —virtualmente, como ideas, o físicamente, como folletos, postales, catálogos y carteles. y aunque sin duda hay presentaciones notables el efecto general es, me parece, similar a los excesos que había diagnosticado marc augé al hablar de la sobremodernidad: exceso espacial, temporal e individualista, todos marcados por una falla estructural: el mundo se reduce gracias a los medios de transporte pero los lugares pierden sus características locales; el tiempo se acorta gracias a las tecnologías de comunicación pero resulta imposible dar cuenta de todos los acontecimientos que suceden; la libertad individual es mayor que nunca pero sus efectos políticos son prácticamente nulos. así, en esta bienal la capacidad de acumular y mostrar información es sorprendente pero la posibilidad de transformarla en conocimiento operativo y saber transmisible puede que esté en crisis. a lo que koolhaas podría responder, y con razón, con un simple y geométrico q.e.d —era lo que había que demostrar.

10.1.13

¿qué hay de nuevo, viejo?


con mayor anticipación que de costumbre se anunció al director de la próxima bienal de arquitectura de venecia: rem koolhaas. koolhaas es escritor y arquitecto –un periodista según él mismo dice: "pienso qe puedo hacer arquitectura como periodista, y una de las cosas más interesantes del periodismo es que es una profesión sin una disciplina. el periodismo es sólo un régimen de curiosidades, aplicable a cualquier tema, y diría que eso es una fuerza muy importante en mi arquitectura"– y probablemente uno de los más esperados para dirigir la bienal –antes que chipperfield, sejima o fuksas, por ejemplo, quienes sin haber hecho explícito su pensamiento sobre la arquitectura, ya lo han hecho.

sabemos que a koolhaas le interesa –¿y le gusta?– chocar y transgredir los límites establecidos de la disciplina. pensar sólo desde y para la arquitectura no tiene sentido para koolhaas: "en tanto arquitectos, somos intelectuales, pero operamos estrictamente dentro de la arquitectura. si soy totalmente honesto, diría que lo que hemos intentado es convertirnos, en nuestra oficina, no en intelectuales de la arquitectura sino en intelectuales públicos, en otras palabras, intelectuales capaces de contribuir en dominios más allá de la arquitectura."

quizás por eso oliver wainwright, en the guardian, aventura que en la siguiente bienal de venecia koolhaas podría apuntar a temas distintos a los que nos ha acostumbrado: la congestión metropolitana y la grandura (bigness) arquitectónica, la revisión del modernismo de mies y le corbusier a los metabolistas japoneses, etc. al recibir el premio jencks de teoría y prática, koolhaas habló –explica wainwright– de que sólo el 2% de la superficie terrestre está ocupada por ciudades. podríamos entender que koolhaas nos pide a los arquitectos interesarnos en el resto del mundo y en su organización territorial y, también, que lleva de vuelta a la arquitectura a las alturas megalomaniacas del modernismo heróico de le corbusier o wright.

por lo pronto ya sabemos algo de lo que buscará koolhaas en la bienal: "lanzar una mirada fresca a los elementos fundamentales de la arquitectura para ver si podemos descubrir algo nuevo de ella." ¿cuáles son esos elementos fundamentales? ¿muros, pisos y techos; la puerta y la ventana; el simple suelo; la piedra que marca el aquí yace?

10.7.11

rem y mies



koolhaas nunca ha negado su ambigua fascinación por la arquitectura de mies van der rohe. al contrario, ha dicho que es precisamente por no ser miesiano es que ha podido establecer un diálogo creativo con la obra del maestro del menos es más, como en el caso de su adición al IIT de chicago. koolhaas asegura que no le interesan los detalles que parecían ser la obsesión de mies, pero uno de sus temas recurrentes es el de lo genérico, que para algunos es el defecto y para otros la sabia virtud de la arquitectura miesiana.
aquí vemos, arriba, una imagen del parque de exposiciones que koolhaas/oma diseñan para la ciudad francesa de touluse. abajo dos imagenes de proyectos no realizados de mies van der rohe: un centro de convenciones y una sala de conciertos. la filiacion es notable. no sólo koolhaas/oma han hecho que la representacion del proyecto en vez de un hiperrealismo cibernético se acerque a los collages miesianos, sino que la idea de una cubierta infra–o, en este caso supra–estructural que permite que un programa complejo se desarrolle bajo ella, es innegable.

4.4.11

koolhaas el escritor


Rem Koolhaas es un periodista, un escritor que hace arquitectura. No es ésta sólo una frase que pretenda atrapar la atención en un texto sobre el que probablemente sea el arquitecto más reconocido e influyente de las últimas tres décadas, aunque algo haya de eso. Koolhaas, nacido en 1944, cuyo padre era escritor y guionista y su abuelo materno arquitecto, estudió primero para ser, también, guionista y trabajo como periodista hasta que, en el 68, entró a estudiar arquitectura en la Architectural Association de Londres –la más antigua escuela independiente de arquitectura, fundada en 1847 por dos jóvenes ingleses insatisfechos con su educación formal. Precisamente ahí, en la AA, en una mesa de discusión organizada en el 2006 entre Peter Eisenman y Koolhaas, éste se presentó diciendo: “básicamente pienso que puedo hacer arquitectura en tanto periodista, y una de las cosas más interesantes del periodismo es que es una profesión sin una disciplina. El periodismo es sólo un régimen de curiosidades, aplicable a cualquier tema, y diría que es aun un factor muy importante que empuja mi arquitectura.”


La carrera de Koolhaas como arqutiecto, pues, se inicia escribiendo. No sólo por lo antes mencionado sino porque ese “régimen de curiosidades” lo pone a prueba en su primera gran obra, que no es un edificio sino un libro: Delirious New York. El libro se presenta como “un manifiesto retroactivo para Manhattan,” una ciudad donde abundan las evidencias de una arquitectura poderosa, dice Koolhaas, sin que existan los manifiestos o las teorías que la sustenten –comparándola con el caso europeo, donde la teoría y los manifiestos abundan y no así las pruebas materiales de las mismas. En su manifiesto Koolhaas analiza varios puntos que permitieron a Manhattan volverse el paradigma de la condición metropolitana y su consecuencia última en la modernidad tardía: la congestión, esto es, la saturación o congregación de muchos habitantes en una terreno reducido, generando una alta densidad al contrario de lo que ha pasado en grandes ciudades como México o Los Ángeles, donde el crecimiento ha sido primordialmente extensivo.


La congestión le debe mucho al rascacielos y éste al elevador, sin el que no sería viable construir más allá de cierta altura. El elevador, por su parte, es el responsable de haber disuelto el posible control que tuviera el arquitecto sobre el recorrido de un edificio, que podía entenderse como una secuencia narrativa. Así el elevador produce en la arquitectura un efecto similar al que después generará el control remoto en la manera de ver la televisión: se pasa de un nivel a otro sin solución de continuidad. Un efecto más de los rascacielos será lo que Koolhaas califica en inglés como bigness y que tal vez habría que traducir al español como grandura. Después de cierto volumen construido, explica, ya no hay ninguna relación lógica entre el contenido y el continente, la revelación de las funciones internas del edificio en su fachada –una de las premisas básicas del racionalismo arquitectónico moderno– no es ya deseable y tal vez ni siquiera posible.


Tras ese primer libro Koolhaas publicará varios más, desde S,M,L,XL, más de mil páginas de textos, dibujos, fotos y más, firmado en coautoría con el diseñador gráfico canadiense Bruce Mau, y luego Content, publicado a mediados de la década pasada, hasta libros como Mutations, sobre los cambios en la ciudad contemporánea, o los dos tomos del Project on the City, con el trabajo de los cursos que impartía en la Universidad de Harvard. Entre los más interesantes, tal vez, dos textos breves –publicados en español por Gustavo GIli– que hablan de dos fenómenos que son como las dos caras de la condición metropolitana contemporánea: La ciudad genérica y Espacio Basura.


En el primero, nos presenta las características de la post-ciudad, eso que surge “en el emplazamiento de la ex-ciudad.” Una ciudad sin identidad ni historia –o, más bien, con identidades e historias múltiples y débiles. “La ciudad genérica es –dice Koolhaas– lo que queda cuando grandes sectores de la vida urbana se pasan al ciberespacio.” Una ciudad que ya no está tejida por el espacio de lo público sino por lo residual.


Y ahí entra el otro texto: Espacio basura. El espacio basura no es ya meramente lo que queda entre una zona urbanizada y otra, sino que es el espacio genérico y sin calificativos. Es una versión de lo que los arquitectos españoles Ábalos y Herreros calificaron alguna vez como el descampado: lo que ha dejado de ser campo y no ha llegado a ser ciudad –y probablemente nunca lo haga. El espacio basura es un espacio de transición en un mundo donde ya no hay que llegar a ningún lugar –¿para qué habría que ir a cualquier lugar cuando todo viene hacia nosotros, donde la publicidad nos promete al mundo en la palma de nuestra mano y la tecnología nos lo cumple?


En apariencia contradictorio, Koolhaas declara que en la ciudad genérica toda la arquitectura es bella, al tiempo que dice, al hablar del espacio basura, que “la arquitectura desapareció en el siglo XX,” que “hemos estado leyendo una nota a pie de página con un microscopio, esperando que se convirtiese en una novela.” Por eso, tal vez, Koolhaas, mientras proyecta y construye algunos de los edificios más emblemáticos de las últimas décadas en Europa, Estados Unidos y Asia, escribe esa larga, compleja y a veces reveladora nota a una arquitectura ya por siempre perdida.


[nota publicada en lee+ de gandhi]

7.1.11

desayuno en venecia


before the food, the waiter brings the espresso – it seems typically koolhaas to begin at the end" –más en la entrevista que le hace edwin heathcote a koolhaas en el financial times.
(ya se, lunch, sería almuerzo, pero no pude evitar el híbrido entre "desayuno en el tiffany's" y "muerte en venecia")

16.7.10

el león de oro

en la 12ª edición de la exhibición internacional de arquitectura de la bienal de venecia para rem koolhaas. más aquí.

23.5.10

koolhaas houselife

para quienes no la hayan visto leo en tomo que el próximo 4 de junio en la casa luis barragán será la premier de este muy buen documental de ila bêka y louise lemoine.

17.5.10

europa, europa


tras rediseñar la bandera europea, rem koolhaas rediseña el continente entero. "la megalomanía es un estandar de nuestro repertorio" –dijo reinier de graaf, encargado del proyecto, según reporta rowan moore en the guardian. el proyecto, llamado eneuropa -energía+europa- redibuja la red de carreteras de acuerdo a una lógica de eficiente gasto energético.
pero realmente ese no es el tema de esta entrada, mero pretexto. jesus silva herzog márquez tuiteó esta nota que explica las cinco razones por las que europa no será quien lidere el siglo 21:

1.carencias culturales y demográficas
2.no hay una unidad política real
3.no trabajan lo suficiente
4.no atienden aun los problemas básicos
5.demasiado jerárquica, organizada de arriba a abajo, dirigida por una elite

16.5.10

que 23 años no son nada





con 23 años de vida, el teatro de la danza de la haya, en holanda, diseñado por rem koolhaas y terminado en 1987, será sustituido por un nuevo y más grande complejo de teatros. hay 16 propuestas, incluidas las de mecanoo, wiel arets, diller y scofidio y el mismo koolhaas. las fotos de todos los modelos y ligas a más información de cada uno, incluídas las láminas del concurso y fotos del modelo en contexto, pueden verse en bustler.

2.3.10

supercritical


estoy leyendo el primero de una serie de libros que empezó a publicar la architectural association: architecture words. "una serie de textos e importantes ensayos sobre arquitectura escritos por arquitectos, críticos y académicos. como muchos aspectos de la vida actual –sigue diciendo la contraportada–, la cultura arquitectónica contemporánea está dominada por la interminable producción y consumo de imágenes, gráficos e información. en vez de reflejar esta gran fuerza, esta serie de pequeños libros busca desviarla mediante un lenguaje directo, un trabajo editorial conciso y un diseño gráfico bello y legible."

este primer ejemplar, supercritical, incluye una discusión pública que tuvieron peter eisenman y rem koolhaas en la architectural association en el 2006, seguida del análisis crítico de la misma por jeffrey kipnis y robert somol, más un par de pláticas que cada uno dio en la misma escuela a mediados de los años 70.

aquí van, meras notas sueltas, algunas de las frases que subrayé de la primera conversación:

peter eisenman: es importante entender que los arquitectos, como los filósofos, la gente letrada y los artistas (el tipo de arquitectos que debieramos ser), deben estar absolutamente familiarizados con el trabajo de sus colegas. (...) es difícil para cualquiera de nosotros superar el barullo noticioso del periodismo y los medios que rodean a los arquitectos contemporáneos. tal vez sólo sea posible mediante la escritura. (...) creo que es importante que los arquitectos digan y escriban cosas, no sólo para otros, sino para asumir una postura crítica y hablar de ciertos asuntos.

rem koolhaas: básicamente, pienso que puedo hacer arquitectura en tanto periodista, y una de las cosas más interesantes del periodismo es que es una profesión sin disciplina. el periodismo es sólo un régimen decuriosidades, aplicable a cualquier tema, y diría que ese es un hilo conductor importante en mi arquitectura. (...) en tanto arquitectos, somos intelectuales, pero estamos operando estrictamente dentro de la arquitectura. si soy totalmente honesto, diría que en lo que hemos querido convertirnos en nuestra oficina, no es en intelectuales de la arquitectura sino en intelectuales públicos, en otras palabras, en intelectuales capaces de contribuir a otros dominios más allá de la arquitectura.

28.12.09

todas las arquitecturas son sobrevivientes



dice koolhaas en una entrevista publicada en el país:

"Uno de los resultados de esta duda es nuestra incapacidad para reconocer la vida en otro lugar que no sea el centro de las ciudades. Esta duda ha condenado a los barrios a pertenecer a una condición obligatoriamente secundaria, sin otorgarles ninguna capacidad para vivir y ser felices. Al mismo tiempo nos sentimos incapaces de reconocer que los proyectos de los años sesenta, setenta y ochenta son portadores de valores. Es una incapacidad para valorar nuestro pasado reciente, que ha sido condenado a una amnesia inmediata. Esta duda es algo que nos cuesta muy caro. Nos cuesta el placer de las ciudades. Nos cuesta también el placer de lo desconocido y de la aventura, que puede que sea lo esencial de la ciudad."

"Nuestra incapacidad para modernizar nuestro propio concepto de lo urbano nos ha conducido a un terrible urbanismo loco, que aparece por todos lados, que nos rodea, con su mediocridad, con un simbolismo sostenible de la peor calaña, con un cinismo verde, una nulidad del espacio público que se ha convertido en un espacio de exclusión cada vez más radical. Nuestra agencia ha intentado escapar de todo esto. Por eso es por lo que hemos lanzado hace algún tiempo la idea de una arquitectura genérica, inspirada en Erasmo, Lutero y Calvino, asumiendo así nuestro calvinismo".

21.7.08

¿quién dijo que la arquitectura es para verse?


En esta foto de James Fallows no vemos la "torre" CCTV de Rem Koolhaas/OMA –¿cuándo encontraremos nombre para esta otra tipología que, probablemente a partir de la torre (como el Arco de la Defense en París de Johann Otto von Spreckelsen o el de Teodoro González de León, en la ciudad de México, cariñosamente conocido como el pantalón), pretende generar un espacio continuo, un bucle?–, al fondo, en el nada claro cielo de Pekín –mi resistencia a escribir Beijing no ignora el peso colonialista en la transliteración antigua, sino asume que no está ausente esa condición en la actual que, si quisiera ser precisa, debiera escribirse en español algo así como Beilling.