26.7.14
el lenguaje de la arquitectura
mondoitala
si parís era una fiesta italia entero es un carnaval —eso al menos pensaba hemingway de la primera ciudad y es lo que el estereotipo del cine a la fellini nos hizo creer de italia. mondoitalia empieza así, como una feria o un carnaval de película de fellini. un escenográfico arco triunfal luminoso nos recibe para entrar en el larguísimo edifico de la cordería del arsenal donde la arquitectura —como en el caso de la otra exhibición propuesta por koolhaas para fundamentals: elements— no se reduce a edificios ni mucho menos a los nombres de sus supuestos autores —y habrá que subrayarlo una vez más: el más famoso arquitecto de las últimas décadas insiste en el papel si no marginal al menos no central del arquitecto-autor.
si bien puede ser cierto, como dijo pippo ciorra —curador de arquitectura del maxxi romano—, que para un local la visión que tienen koolhaas y compañía sobre italia puede parecer estereotipada, este festival vuelto muestra que parece siempre que lo visitamos en pleno ensayo para una inauguración en fechas futuras aun no anunciadas, subraya que la arquitectura, de nuevo: más allá del edificio, es un hecho social y político —lo que, en el país de tafuri, de negri y del operaismo, parecería evidente pero no lo era tanto tras varios años o décadas de arquitectura espectáculo.
elements
la acumulación como demostración
seguramente las reglas básicas del periodismo prohiben iniciar una crónica con un recuerdo personal. pero yo no se nada de periodismo —y, además, ya lo escribí alguna vez. cuando la primera vez que llegué a venecia, hace años, me preguntó mi madre qué me parecía respondí —según cuenta ella: yo no lo recuerdo— que parecía disneylandia. durante mucho tiempo me avergonzó esa anécdota y evitaba dar pié a que la contara en público. hasta que leí algo que george simmel había escrito de venecia. por supuesto no la comparaba con la entonces inexistente disneylandia, pero hablaba de una ciudad artificiosa, “una escenografía desalmada: la belleza mentirosa de una máscara,” para terminar diciendo que “la forma de ser de esta ciudad consiste en una sustitución de la apariencia por el ser.” a venecia le quedan bien los carnavales, los festivales de cine y las bienales de arquitectura.
desde hace algunos años varios artistas nos han enseñado que la acumulación de materiales diversos, incluyendo documentos de archivo, produce diversos efectos más allá de los estéticos: sirve para denunciar, para revelar, para convencer, para demostrar y denunciar. también los arquitectos han usado ese método. el propio koolhaas, por ejemplo, en libros como s,m,l,xl o content, trabajó mediante la acumulación de datos y de información y más que una conclusión lógica derivada de un análisis sistemático asumió que la mera yuxtaposición podría revelar algún potencial. se trata de un método que no poco debe al collage como lo entendían los surrealistas o a la paranoia-crítica daliniana —que koolhaas analiza y utiliza en delirious new york— pero llevado a extremos enciclopédicos. por supuesto, algunos seguidores hicieron del método lo que ciertos epígonos de mies hicieron, según el mismo koolhaas, con el muro cortina: banalizarlo. en una primer recorrido por la 14ª muestra internacional de arquitectura de la bienal de venecia la sensación de exceso de información es inevitable. no se trata sólo de que, como en cualquier bienal, haya demasiado que ver en conjunto, sino que las dos muestras oficiales de la bienal, mundoitalia y elements, así como muchos de los pabellones nacionales, siguen el método de la acumulación como demostración, exigiéndole al espectador una imposible atención a cientos o miles de casos presentados uno al lado del otro, asumiendo que será capaz de cargar con todo lo que se le ofrece —virtualmente, como ideas, o físicamente, como folletos, postales, catálogos y carteles. y aunque sin duda hay presentaciones notables el efecto general es, me parece, similar a los excesos que había diagnosticado marc augé al hablar de la sobremodernidad: exceso espacial, temporal e individualista, todos marcados por una falla estructural: el mundo se reduce gracias a los medios de transporte pero los lugares pierden sus características locales; el tiempo se acorta gracias a las tecnologías de comunicación pero resulta imposible dar cuenta de todos los acontecimientos que suceden; la libertad individual es mayor que nunca pero sus efectos políticos son prácticamente nulos. así, en esta bienal la capacidad de acumular y mostrar información es sorprendente pero la posibilidad de transformarla en conocimiento operativo y saber transmisible puede que esté en crisis. a lo que koolhaas podría responder, y con razón, con un simple y geométrico q.e.d —era lo que había que demostrar.
20.7.14
10.1.13
¿qué hay de nuevo, viejo?
con mayor anticipación que de costumbre se anunció al director de la próxima bienal de arquitectura de venecia: rem koolhaas. koolhaas es escritor y arquitecto –un periodista según él mismo dice: "pienso qe puedo hacer arquitectura como periodista, y una de las cosas más interesantes del periodismo es que es una profesión sin una disciplina. el periodismo es sólo un régimen de curiosidades, aplicable a cualquier tema, y diría que eso es una fuerza muy importante en mi arquitectura"– y probablemente uno de los más esperados para dirigir la bienal –antes que chipperfield, sejima o fuksas, por ejemplo, quienes sin haber hecho explícito su pensamiento sobre la arquitectura, ya lo han hecho.
sabemos que a koolhaas le interesa –¿y le gusta?– chocar y transgredir los límites establecidos de la disciplina. pensar sólo desde y para la arquitectura no tiene sentido para koolhaas: "en tanto arquitectos, somos intelectuales, pero operamos estrictamente dentro de la arquitectura. si soy totalmente honesto, diría que lo que hemos intentado es convertirnos, en nuestra oficina, no en intelectuales de la arquitectura sino en intelectuales públicos, en otras palabras, intelectuales capaces de contribuir en dominios más allá de la arquitectura."
quizás por eso oliver wainwright, en the guardian, aventura que en la siguiente bienal de venecia koolhaas podría apuntar a temas distintos a los que nos ha acostumbrado: la congestión metropolitana y la grandura (bigness) arquitectónica, la revisión del modernismo de mies y le corbusier a los metabolistas japoneses, etc. al recibir el premio jencks de teoría y prática, koolhaas habló –explica wainwright– de que sólo el 2% de la superficie terrestre está ocupada por ciudades. podríamos entender que koolhaas nos pide a los arquitectos interesarnos en el resto del mundo y en su organización territorial y, también, que lleva de vuelta a la arquitectura a las alturas megalomaniacas del modernismo heróico de le corbusier o wright.
por lo pronto ya sabemos algo de lo que buscará koolhaas en la bienal: "lanzar una mirada fresca a los elementos fundamentales de la arquitectura para ver si podemos descubrir algo nuevo de ella." ¿cuáles son esos elementos fundamentales? ¿muros, pisos y techos; la puerta y la ventana; el simple suelo; la piedra que marca el aquí yace?
31.5.12
28.11.11
10.7.11
rem y mies



4.4.11
koolhaas el escritor

Rem Koolhaas es un periodista, un escritor que hace arquitectura. No es ésta sólo una frase que pretenda atrapar la atención en un texto sobre el que probablemente sea el arquitecto más reconocido e influyente de las últimas tres décadas, aunque algo haya de eso. Koolhaas, nacido en 1944, cuyo padre era escritor y guionista y su abuelo materno arquitecto, estudió primero para ser, también, guionista y trabajo como periodista hasta que, en el 68, entró a estudiar arquitectura en la Architectural Association de Londres –la más antigua escuela independiente de arquitectura, fundada en 1847 por dos jóvenes ingleses insatisfechos con su educación formal. Precisamente ahí, en la AA, en una mesa de discusión organizada en el 2006 entre Peter Eisenman y Koolhaas, éste se presentó diciendo: “básicamente pienso que puedo hacer arquitectura en tanto periodista, y una de las cosas más interesantes del periodismo es que es una profesión sin una disciplina. El periodismo es sólo un régimen de curiosidades, aplicable a cualquier tema, y diría que es aun un factor muy importante que empuja mi arquitectura.”
La carrera de Koolhaas como arqutiecto, pues, se inicia escribiendo. No sólo por lo antes mencionado sino porque ese “régimen de curiosidades” lo pone a prueba en su primera gran obra, que no es un edificio sino un libro: Delirious New York. El libro se presenta como “un manifiesto retroactivo para Manhattan,” una ciudad donde abundan las evidencias de una arquitectura poderosa, dice Koolhaas, sin que existan los manifiestos o las teorías que la sustenten –comparándola con el caso europeo, donde la teoría y los manifiestos abundan y no así las pruebas materiales de las mismas. En su manifiesto Koolhaas analiza varios puntos que permitieron a Manhattan volverse el paradigma de la condición metropolitana y su consecuencia última en la modernidad tardía: la congestión, esto es, la saturación o congregación de muchos habitantes en una terreno reducido, generando una alta densidad al contrario de lo que ha pasado en grandes ciudades como México o Los Ángeles, donde el crecimiento ha sido primordialmente extensivo.
La congestión le debe mucho al rascacielos y éste al elevador, sin el que no sería viable construir más allá de cierta altura. El elevador, por su parte, es el responsable de haber disuelto el posible control que tuviera el arquitecto sobre el recorrido de un edificio, que podía entenderse como una secuencia narrativa. Así el elevador produce en la arquitectura un efecto similar al que después generará el control remoto en la manera de ver la televisión: se pasa de un nivel a otro sin solución de continuidad. Un efecto más de los rascacielos será lo que Koolhaas califica en inglés como bigness y que tal vez habría que traducir al español como grandura. Después de cierto volumen construido, explica, ya no hay ninguna relación lógica entre el contenido y el continente, la revelación de las funciones internas del edificio en su fachada –una de las premisas básicas del racionalismo arquitectónico moderno– no es ya deseable y tal vez ni siquiera posible.
Tras ese primer libro Koolhaas publicará varios más, desde S,M,L,XL, más de mil páginas de textos, dibujos, fotos y más, firmado en coautoría con el diseñador gráfico canadiense Bruce Mau, y luego Content, publicado a mediados de la década pasada, hasta libros como Mutations, sobre los cambios en la ciudad contemporánea, o los dos tomos del Project on the City, con el trabajo de los cursos que impartía en la Universidad de Harvard. Entre los más interesantes, tal vez, dos textos breves –publicados en español por Gustavo GIli– que hablan de dos fenómenos que son como las dos caras de la condición metropolitana contemporánea: La ciudad genérica y Espacio Basura.
En el primero, nos presenta las características de la post-ciudad, eso que surge “en el emplazamiento de la ex-ciudad.” Una ciudad sin identidad ni historia –o, más bien, con identidades e historias múltiples y débiles. “La ciudad genérica es –dice Koolhaas– lo que queda cuando grandes sectores de la vida urbana se pasan al ciberespacio.” Una ciudad que ya no está tejida por el espacio de lo público sino por lo residual.
Y ahí entra el otro texto: Espacio basura. El espacio basura no es ya meramente lo que queda entre una zona urbanizada y otra, sino que es el espacio genérico y sin calificativos. Es una versión de lo que los arquitectos españoles Ábalos y Herreros calificaron alguna vez como el descampado: lo que ha dejado de ser campo y no ha llegado a ser ciudad –y probablemente nunca lo haga. El espacio basura es un espacio de transición en un mundo donde ya no hay que llegar a ningún lugar –¿para qué habría que ir a cualquier lugar cuando todo viene hacia nosotros, donde la publicidad nos promete al mundo en la palma de nuestra mano y la tecnología nos lo cumple?
En apariencia contradictorio, Koolhaas declara que en la ciudad genérica toda la arquitectura es bella, al tiempo que dice, al hablar del espacio basura, que “la arquitectura desapareció en el siglo XX,” que “hemos estado leyendo una nota a pie de página con un microscopio, esperando que se convirtiese en una novela.” Por eso, tal vez, Koolhaas, mientras proyecta y construye algunos de los edificios más emblemáticos de las últimas décadas en Europa, Estados Unidos y Asia, escribe esa larga, compleja y a veces reveladora nota a una arquitectura ya por siempre perdida.
[nota publicada en lee+ de gandhi]
7.1.11
desayuno en venecia

19.7.10
biblioteca de jussieu

16.7.10
el león de oro

23.5.10
koolhaas houselife

17.5.10
europa, europa


16.5.10
que 23 años no son nada





2.3.10
supercritical

28.12.09
todas las arquitecturas son sobrevivientes

"Uno de los resultados de esta duda es nuestra incapacidad para reconocer la vida en otro lugar que no sea el centro de las ciudades. Esta duda ha condenado a los barrios a pertenecer a una condición obligatoriamente secundaria, sin otorgarles ninguna capacidad para vivir y ser felices. Al mismo tiempo nos sentimos incapaces de reconocer que los proyectos de los años sesenta, setenta y ochenta son portadores de valores. Es una incapacidad para valorar nuestro pasado reciente, que ha sido condenado a una amnesia inmediata. Esta duda es algo que nos cuesta muy caro. Nos cuesta el placer de las ciudades. Nos cuesta también el placer de lo desconocido y de la aventura, que puede que sea lo esencial de la ciudad.""Nuestra incapacidad para modernizar nuestro propio concepto de lo urbano nos ha conducido a un terrible urbanismo loco, que aparece por todos lados, que nos rodea, con su mediocridad, con un simbolismo sostenible de la peor calaña, con un cinismo verde, una nulidad del espacio público que se ha convertido en un espacio de exclusión cada vez más radical. Nuestra agencia ha intentado escapar de todo esto. Por eso es por lo que hemos lanzado hace algún tiempo la idea de una arquitectura genérica, inspirada en Erasmo, Lutero y Calvino, asumiendo así nuestro calvinismo".
21.7.08
¿quién dijo que la arquitectura es para verse?

En esta foto de James Fallows no vemos la "torre" CCTV de Rem Koolhaas/OMA –¿cuándo encontraremos nombre para esta otra tipología que, probablemente a partir de la torre (como el Arco de la Defense en París de Johann Otto von Spreckelsen o el de Teodoro González de León, en la ciudad de México, cariñosamente conocido como el pantalón), pretende generar un espacio continuo, un bucle?–, al fondo, en el nada claro cielo de Pekín –mi resistencia a escribir Beijing no ignora el peso colonialista en la transliteración antigua, sino asume que no está ausente esa condición en la actual que, si quisiera ser precisa, debiera escribirse en español algo así como Beilling.