

estas no son realmente imágenes de antes y después sino de antes y nunca jamás. la primera foto es de 1923, la segunda de hoy en el reforma. en una, el espacio público parece ser meramente decorativo, una promesa de usos no siempre permitidos. en otra, lo público ya no es más que espectáculo de sí mismo, pareciera que cualquier cosa puede pasar pero realmente sólo sucede aquello que ha sido programado. no se trata ya de la plaza como un espacio público en tanto ágora del conflicto y el debate –a lo
chantal mouffe– sino de un sitio sitiado, un espacio tomado –como la casa tomada del cuento de cortazar– del que hemos sido excluídos para beneficio de algunos –que seran muchos, pero jamás son todos.