19.6.10

futbolera

desde mi casi total desinterés y, sobre todo, absoluta ignorancia futbolera, recuerdo –y puede que se trate de un recuerdo imaginado– aquellos mundiales de mi infancia en los que había potencias poco menos que imparables cuya derrota frente a un equipo menor era una sorpresa. alemania, inglaterra, holanda, italia, brasil o argentina –y algun otro equipo que se me escape– eran obvios favoritos al enfrentarse contra honduras, corea, japón o méxico. hoy las cosas parecen haber cambiado. los empates entre potencias y equipos regulares parecen la norma y el triunfo del débil sobre el fuerte ya no sorprende tanto. o más bien, la distancia entre el fuerte y el débil ha disminuido. los débiles se han vuelto mejores pero también, quizás, los fuertes se han vuelto medianos. insisto, se trata esta de una opinión de un incompetente que cualquier fanático podrá rebatir con facilidad.


sin embargo, para apoyo de mi hipótesis, ahí está lo que en dos capítulos de su libro los bárbaros dice alessandro baricco sobre el futbol. pero también lo que dice en otro de los vinos: que la distancia entre los grandes vinos y los malos se ha reducido, por una tendencia de ambos extremos a la medianía, lo que resulta malo para los buenos y bueno para los malos que, siendo mayoría, tiene un efecto general positivo.


una cosa más. me parece que el mundial es, acaso por la misma razón anterior –que la calidad de los distintos equipos se empareja–, buena muestra del anunciado y lento fin de los estados nacionales. es cierto que las identidades se enardecen, que muchos creen en la obligación de apoyar a un equipo por el simple hecho de “representar” al mismo país que nos otorga pasaporte, que algunos incluso hacen de los partidos metafóricas revanchas de humillaciones militares, políticas o económicas pasadas. pero viéndolo con cierta dosis de pragmatismo y, de nuevo, sin ninguna credencial que la afición otorgue, parece que como mecanismos los equipos que funcionan como corporaciones multinacionales conformados por mercenarios nómadas –el barcelona, el atlético de madrid, el inter– son mucho más eficientes que aquellos que basan su composición en las actas de nacimiento o naturalización. por ahora quizá solo salve al mundial, además del fanatismo, el extraordinario negocio que representa. pero algún día –quizá pronto– nos daremos cuenta que, como en otros campos, la idea de estado-nación ha sido rebasada en el futbol por organizaciones con mejor desempeño que las selecciones nacionales.

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