en su diccionario de las artes, félix de azúa empieza la entrada abstracto –segunda después de a– con una historia de la pintura o, más bien, de una pintura o, más bien, de cómo ver una pintura. para ser más precisos, la historia, narrada por él mismo, de cómo kandinsky vio una pintura y no le entendió, no supo qué representaba. es la historia de cómo kandinsky quedó atrapado por la belleza de una pintura que él pintó y que no logra reconocer por estar colocada de lado. azúa dice entonces que en ese momento kandinsky había descubierto la esencia misma del arte abstracto: que a la pintura le incomodan los objetos reconocibles. lo que me interesó de esta historia tiene que ver con el modo de ver, con el observador y, sobre todo, con la posición del observador –aunque en este caso se trate de la posición del cuadro.
abstracto, según el diccionario, tiene dos acepciones. dicho del arte o de un artista, que no pretende representar nada. la otra: que significa alguna cualidad con separación y exclusión del sujeto. sacado, separado y por eso, como abstract en inglés, resumido –lo que toca con la incómoda palabra esencial. me gusta más abstracción –acto y efecto de abstraer, dice el diccionario– porque implica, incluye cierta tracción –en mecánica, también según el diccionario, el esfuerzo a que está sometido un cuerpo por la acción de fuerzas opuestas.
¿cuál es el cuerpo y cuáles las fuerzas opuestas que lo fuerzan, que lo tuercen? ¿es la obra el cuerpo y las fuerzas son, de un lado, el artista con sus intenciones y del otro el observador con sus interpretaciones? ¿o las fuerzas son el querer decir o sólo mostrar y entonces el cuerpo tal vez sea el observador –o el artista que, según duchamp siempre es como un observador, el primero, el más cercano?
y me gusta más abstracción que abstracto porque esto de las fuerzas recuerda sin duda lo que dice deleuze en su texto sobre francis bacon, lógica de la sensación: el pintor pinta fuerzas que no son de éste o de aquél cuerpo, son abstractas, en el sentido que hace un momento leíamos en el diccionario: separadas de un sujeto. son fuerzas que pasan por el sujeto, lo tuercen y lo contraen, pero no son del sujeto ni son el sujeto. el pintor, según deleuze, pinta lo que le pasa a un cuerpo cuando algo le pasa, cuando le pasa una fuerza. los pintores, miguel angel o bacon, van así no de lo abstracto a lo concreto sino de la abstracción a la contracción.
el pintor, pues, pinta fuerzas que no se ven, o los efectos de esas fuerzas y al hacerlo hace visible lo invisible. ¿para quién? para el observador –regreso a kandinsky– observando, desconcertado, algo que no re-conoce.
toda pintura es abstracta. lo dice deleuze y lo había dicho antes el arquitecto, pintor y arquitecto juan o’gorman. o’gorman tenía tres pintores favoritos: velasco, rivera y frida. ninguno “abstracto” –como tampoco él lo era– mas que si “ toda pintura es abstracta.” y el más abstracto, decía o’gorman, era josé maría velasco, pintor de paisajes, donde las fuerzas, si las hay, esas telúricas, geológicas que normalmente no se ven en nuestro tiempo –a nuestro tiempo–, pero que a veces nos sacuden y que podemos seguir, de nuevo, por sus efectos visibles. velasco las hace visibles, igual que al aire que no se ve. y sin recurrir a la perspectiva, dice o’gorman. de ahí su abstracción.
pero –como siempre se dice en estos casos– decir que todos son abstractos –de miguel angel a kandinsky, de rafael a pollock– es decir que abstracción es todo y entonces es nada, o cualquier cosa.
regreso a los modos de ver, a la posición del observador. a qué tan consciente es quien ve no sólo de lo que ve sino de cómo lo ve, a través de qué medios lo ve. pongo dos ejemplos: cine y arquitectura –que, según decía walter benjamin, se ven, ambos, distraídamente, háptica y no ópticamente.
en el cine: recuerdo aquella serie de entrevistas que le hiciera françois truffaut a alfred hitchcock. en alguna éste le dice qeu la cámara hay que ponerla donde sea lógico que una cámara –es decir, un espectador– esté y vea. es ridículo, decía hitchcock, que una cámara esté dentro de un refrigerador esperando a que se abra la puerta y ver entonces a una señora sacar un jarra de leche. de la cámara fija de los hermanos lumière a la cámara subjetiva de griffith, hitchcock construye la cámara como una abstracción del observador –o como un observador en abstracto: la mirada sacada, arrancada del sujeto que mira pero sin perder su lógica.
pero el observador actual, que se vuelve uno con una cámara que realiza movimientos imposibles, que pasa por cualquier lado, que viaja a velocidades supra o infrahumanas, que congela el tiempo, que no solo sale del refri sino que se pone en la punta de una bala –donde pone la bala pone el ojo– y la detiene, ¿es más o menos abstracto, su mirada, como cámara, es más o menos abstracta que la recomendada por hitchcock?
la arquitectura: de nuevo benjamin que decía que la arquitectura no se ve con atención, como un cuadro, sino que apenas se ve con el rabillo del ojo –como en las películas–, que se vive, digamos, mientras nos movemos en ella. sólo el turista, dijo, la ve estática y atentamente. como imagen –noten que, siguiendo estas ideas, los arquitectos actuamos como turistas. pero, de brunelleschi a 3dmax, la arquitectura se construye imaginándose como imagen a partir de puntos de vista de observadores abstractos. algunos piensan –sobre todo los no arquitectos– que los dibujos técnicos –planos, cortes o axonométricos– son demasiado abstractos. el espectador ha sido sustraído, lanzado –proyectado– a un lejano punto en el infinito. pero al igual que en el caso del cine, ¿qué es más abstracto, la sección y la planta o el recorrido virtual que pasa por todo un edificio –aun no construido– de modo que un espectador real no podría hacerlo? ¿qué es más real, qué mas abstracto?
se que esta es una de esas propuestas que pueden parecer voluntariosamente interesantes, pero ¿no es la hiperrealidad sino uno de los más extremos avatares de la abstracción? formalmente –no como forma sino como proceso de formación– si lo es. nada más abstracto que el proceso de producir imágenes hiperrealistas de manera digital, en cine o arquitectura. el observador/sujeto ha sido sustraído, retirado, para reinsertarlo en un punto imposible o irreal que tiene el paradójico efecto de producir hiperrealidad.
[estas son mis notas, no leídas, para la mesa redonda de abstracción posible ayer en el tamayo]
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