el urbanismo de vanguardia contraataca: es el título del texto publicado ayer en babelia por david cohn. empieza hablando del cambio que la crisis financiera de los últimos años –que algunos ven como algo más que otra cíclica variación de los mercados: los síntomas de la inminente ruina de este sistema– a impuesto a la arquitectura: de los estrambóticos edificios que muchos arquitectos famosos hoy no se atrevían ni a dibujar cuando eran jóvenes críticos y radicales a finales de los setentas o en los años ochenta, pasaremos a otras recatadas y estrictas, a una contención que ni siquiera la conciencia del riesgo ecológico pudo instaurar –es claro que muchos edificios que se presumen sustentables abusan de una dispendiosa retórica exhibicionista de lo verde.
pero cohn advierte que:
ante esta reclusión defensiva en un discurso formal más contenido, otros arquitectos españoles, muchos de ellos de una generación más joven, han abierto un nuevo frente: un ataque frontal a las deficiencias de una planificación urbana rapaz y sin calidad, otra de las grandes patologías de la burbuja especulativa. en vez de pedir menos a la arquitectura, exigen más a su entorno. demuestran con sus obras que la arquitectura es capaz de enriquecer la vida a un nivel local y cotidiano. su meta no es crear monumentos sino fomentar vitalidad urbana en modestos barrios residenciales. pero esta tarea no se puede realizar exclusivamente a través de obras singulares. requiere -y este es su reclamo principal- que los planes urbanos con que cada municipio regula su crecimiento se planteen no como crudos instrumentos técnicos, sino con la misma sensibilidad, rigor y compromiso con que los arquitectos confrontan sus mejores obras.
como ejemplo cohn presenta el instituto de estudios secundarios de rafal, alicante, del grupo arena. un edificio de concreto que se cierra a un entorno caracterizado, según describe, por un mal gusto abonado por el flujo fácil de euros. francisco leiva, líder del grupo, explica:
no hemos podido cambiar rafal con este proyecto, es demasiado pequeño. pero vamos a intentar dar una oportunidad a una nueva generación. es para los estudiantes. vamos a intentar meterles en la cabeza que pueden cambiar las cosas. hemos sido un poco duros con sus padres, que no están haciéndolo muy bien. sus casas han quedado cara a cara con un muro de hormigón y no van a entender nada
en otras palabras, si el entorno es demasiado malo: ignóralo. ciérrate y abre un oásis de arquitectura pura y dura donde, al menos en ese espacio, podamos volver a creer en que las promesas de la modernidad pueden llegar a cumplirse. así sea.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario