18.11.12

dominatrix


en 1964, en cambridge, massachusetts, se celebró el octavo seminario de profesores del instituto americano de arquitectos. el tema fue "la historia, teoría y la crítica de arquitectura." entre los participantes estaban peter collins, bruno zevi, reyner banham, sibyl moholy-nagy y serge chermayeff. el tema del seminario era una respuesta a la tabula rasa propuesta por las escuelas de vanguardia arquitectónica en las primeras décadas del siglo veinte ante el cansancio, evidente, producido por el eclecticismo historicista de fines del diecinueve.

probablemente la ponencia más conocida sea la de bruno zevi: "la historia como un método para enseñar arquitectura." zevi proponía primero superar la idea caduca de que el arte fuera algo puramente intuitivo, irracional, que tenía que ver sólo con sentimientos. segundo, también dejar atrás la idea de que toda obra de arte es por naturaleza creativa. para zevi, muchas grandes obras de arte de la historia son de naturaleza crítica, no creativa. en tercer lugar, zevi afirmaba que incluso en el caso de obras creativas, se dan gracias a un proceso que puede estudiarse y verificarse. por esas razones zevi proponía un modelo pedagógico en el que la historia, la teoría y la crítica de la arquitectura fueran parte del proceso de diseño. "a diseñar –decía zevi– deberá aprenderse en los cursos de historia o, mejor, en los laboratorios de historia y, del mismo modo, la historia deberá enseñarse en las mesas de dibujo."

para peter collins la pregunta era si los cursos de historia deberían organizarse de manera que sirvieran de materia prima a la especulación teórica. sibyl moholy-nagy, segunda esposa de lázló moholy-nagy, pintor y fotógrafo húngaro que fuera parte de la bauhaus, la historia de la arquitectura ofrecía la evidencia conceptual del cambio en la permanencia. reyner banham, quien se mostraba sorprendido de haber sido invitado a hablar como crítico más que como historiador –"la crítica es lo que hago para ganar dinero"–, comentaba que la teoría de la arquitectura, vaciada de todo contenido, se había vuelto un saco que se rellenaba con todo lo que no podía enseñarse en la mesa de dibujo.

pero para este texto me interesa una frase dicha por serge chermayeff. chermayeff nació en 1900 en lo que actualmente es chechenia. su familia emigró a inglaterra donde estudió arquitectura. en los años 30 se asoció brevemente con erich mendelsohn y en los años 40, por recomendación de gropius, emigró a estados unidos, donde dirigió por un tiempo el instituto de diseño de chicago, que después sería parte del iit. además de varios proyectos arquitectónicos y de diseño industrial escribió, entre otros textos, comunidad y privacidad, con christopher alexander.

chermayeff dijo en su ponencia que la profesión del arquitecto ya era obsoleta y que la enseñanza de la arquitectura corria el riesgo de también volverse obsoleta. clarividente, chermayeff afirmó que "la arquitectura la estamos convirtiendo en escultura. uno puede hacer cualquier cosa por el mero efecto y siempre habrá técnicos a la vuelta de la esquina, «plomeros» que vendrán a hacer que cualquier cosa se pueda construir y funcione."

hablando de esquinas, he aquí lo dicho por chermayeff y que, tras esta larga introducción, es el motivo principal de esto que escribo: "los arquitectos son putas, la segunda profesión más antigua de la historia, parados en las esquinas esperando a que alguien los escoja y piensan que es algo bueno que un cliente con mucho dinero los escoja."

banham, que habló después de chermayeff, no dejó pasar la acusación: "chermayeff puede burlarse de que los arquitectos son damas poco virtuosas en espera de las propuestas de algún cliente; pero si, de hecho, somos rameras profesionales, lo mismo es cierto, por supuesto, de los abogados, los médicos, los ingenieros y cualquiera cuya actividad dependa de alguien que venga con una propuesta en una mano y dinero en la otra."

y sí, chermayeff pero también banham tienen razón. probablemente la de las putas no sea la primera sino la única profesión que jamás haya existido, lo que también es una manera demasiado puritana o demasiado ingenua de entender el intercambio entre lo que uno hace y lo que otro ofrece por eso que el primero hace.

sin embargo, sea cual sugiere chermayeff: los arquitectos somos putas. el problema no es, supongo, estar parado en la esquina esperando al mejor postor para ofrecerle nuestro trabajo sino el modelo de puta que escojamos o al que las circunstancias nos obliguen. supongo habrá quienes ejercen por necesidad y sin otra alternativa, pero también, como en las películas, quienes han seleccionado a sus clientes, que tienen habituales con quienes a veces conversan y establecen relaciones complejas, sin por tanto dejar de ser mercantiles. hay quienes fijan sus límites –sin besos, sin golpes– o, en su defecto, los transgreden previo cargo extra. y también puede que haya quien, como el travesti, siempre da otra cosa de la que ofrece en apariencia o, finalmente, la dominatrix, quien acepta la paga pero no cede el control. en fin, que modelos para la profesión hay muchos.

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