23.12.12

lo hecho a medias en méxico


ahí está el detalle. una cadena no muy nueva y un candado cierran una puerta de servicio en la estación eje central de la nueva línea 12 del metro de la ciudad de méxico. en la puerta, arriba de la cadena, están pegadas dos hojas que advierten que nadie puede pasar sin previa autorización por escrito y que instruye al encargado de la estación de verificar incluso por teléfono el permiso. supongo que al otro lado de la puerta hay algo de crucial importancia para el funcionamiento de la estación. de ahí la cadena.

con todo, sorprende, a los ojos del arquitecto y diseñador, la solución elegida. la puerta, que estaba ligeramente entreabierta, ser cierra con una cadena no muy nueva y un candado. como si a última hora, antes de inaugurar oficialmente la estación, alguien hubiera pensado que esa puerta debía cerrarse con mayor cuidado y corrió a su casa por una cadena, no muy nueva, y un candado.

la línea 12 del metro funciona y lleva a varios cientos de miles de pasajeros cada día, pese a la cadena, el candado y otras minucias de diseño que podríamos tomar por ser simples detalles. pero en una obra de esa envergadura, tanto por el tiempo como por los recursos invertidos, humanos y materiales, uno supondría que alguien en algún momento debió haber pensado en la necesidad de poner una cerradura especial a esa puerta. así como en la de desaguar el techo de las salidas de las estaciones de otro modo que no fuera un tubo de pvc pintado del mismo color que la estructura metálica pero que parece una solución apresurada a un problema previsible.


también las banquetas pudieron haberse diseñado –en sentido literal: dibujado– y pensar detalles que no tienen sólo que ver con la apariencia sino sobre todo con la operación: cómo se sube o baja, dónde se cruza, cómo se relaciona la salida del metro con la parada cercana del trolebús o el micro. y un largo etcétera. si se recorren algunas estaciones de la nueva línea 12 con atención en los detalles nos encontraremos multitud de fallas, de pequeñas torpezas o simplemente de mal gusto y malhechura. una arquitectura laica: sin dioses, ni pequeñas hadas o duendes en los detalles. y eso que se puede ver en el metro también sucede en prácticamente todas las obras del gobierno del distrito federal o en las del gobierno federal. las cosas se hacen a medias y –como escribió hace poco miquel adriá– contentándose con un buen lejos y despreocupados por la buena calidad.

aunque pareciera una exageración preocuparse por esos detalles, habría que tener en cuenta lo que escribieron gilles lipovetsky y jean serroy del transporte público:
"en la época de las megalópolis, la calidad de vida exige una política de transportes públicos de calidad en laque el bienestar y la estética se consideren criterios prioritarios, exponentes de la cultura del momento."
en vez de esas exposiciones generalmente mediocres con las que acostumbran adornar estaciones de metro so pretexto de divulgación cultural, ¿no se podría empezar a plantear el buen diseño, desde la función hasta la apariencia, como una forma de cultura y, sobre todo, al alcance de todos?

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