9.2.13

más bicis, menos muertes


el miércoles 6 de febrero ilse mariel alonso murió atropeyada por un autobús mientras ella iba en bici. hoy, sábado 9, varios cientos de ciclistas, se reunieron en el punto donde fue atropellada para colocar una bicicleta fantasma, una bici pintada de blanco que, como otras en la ciudad, marca el sitio.

en el artículo del reforma que reporta la reunión de hoy, hay varios comentarios de lectores que, aunque no me sorprenden —porque ya he oído ese clase de reclamos—, me siguen desconcertando. por ejemplo "la educación vial también debe ser responsabilidad de ciclistas y peatones. ¿cuántas veces hemos visto que la gente se atraviesa las calles cuando no debe o que los ciclistas no respetan los semáforos?" o "muchos ciclistas circulan sin cascos, se meten entre los carros y en contrasentido [...]. también ustedes tienen que respetar a los demás."

y por supuesto que nadie mejor que los que usamos bici en esta ciudad sabemos de la conveniencia de usar casco, manejar con precaución y seguir las reglas. pero el reclamo, con cierto tono de enojo, como si los automovilistas se vieran amenazados —¡ojalá!—, es, si no igual, análogo a de quienes culpan a una mujer agredida sexualmente por usar ropa provocativa.

nuestros cuerpos, erguidos en dos patas —como nos conformaron la naturaleza o los dioses, según quieran—, son relativamente frágiles. también subidos en una bicicleta, aunque lleves casco, rodilleras y luces de advertencia. golpeados por un vehículo de varios cientos de kilos de peso y a velocidades rara vez menores a los 40 kilómetros por hora y muchas veces superiores a los 80, llevamos las de perder. estoy seguro de que quienes publicaron en el reforma los comentarios que copié arriba, no acostumbran cruzar una avenida de más de 4 carriles en la que los coches dan vuelta constante sin frenarse cuando un peatón atraviesa, con el verde y la preferencia. mucho menos creo que hayan recorrido un par de kilómetros en la ciudad, no en el ciclotón dominguero sino entre semana, y peor si es en una calle donde no haya una ciclopista acotada.

por supuesto que si un peatón o un ciclista aparece intempestivamente, en la noche, a pocos metros o centímetros de un auto que viaja incluso a una velocidad moderada, el conductor no podrá hacer mucho para evitar atropellarlo. pero supongo que esos suicidas son escasos. incluso si el peatón va distraído —gravísima ofensa, parece—, la secretaría de vialidad debería simplemente imponer el reglamento —y en este caso la lógica—: la prioridad es del peatón, luego del ciclista y al final de los automovilistas —proteger más al más débil.

vivimos en ciudades que no sólo han sido planeadas —y mal— privilegiando a los autos, sino en las que manejan muchos literalmente sin la capacidad y mucho menos los conocimientos para hacerlo. que además —algo que debiera estudiarse al intentar entender la sicología del mexicano— usan el poder real que da un automóvil —ir más rápido, con mayor fuerza— como obligados a hacerlo —especialmente contra los más débiles: coches más chicos, peatones, ciclistas y hasta perros. lanzarle el coche a alguien parece una perversa expresión de poder para suplir otro tipo de impotencias. (por eso sorprende también que el nuevo jefe de gobierno del distrito federal crea —dudo sea una idea— que al sustituir viejos micros por nuevos autobuses —grandes, pero conducidos con la misma incivilidad y, de paso, sin ninguna mejora ergonómica en su interior— todo mejora.)

¿qué hacemos? la foto que acompaña esta entrada es de una manifestación en ámsterdam, en los años 70, protestando por los cientos de niños muertos atropellados cada año. hoy amsterdam es una ciudad donde los ciclistas tienen la prioridad sobre la calle en cualquier caso y donde en un accidente entre bici y auto, éste es considerado en principio responsable.

me parece que peatones y ciclistas en el df debemos ser más agresivos: tomar las calles. con precaución pero con decisión. atravesar en las esquinas cuando tenemos el siga y no esperar temerosos a que nos cedan el paso. tomar el carril que nos toca en la bici, al centro. y cuando quienes usamos bici o caminamos usemos un auto debemos conducir como peatones o ciclistas infiltrados: forzando a los otros coches a respetar.

pero eso no hará que los miles o quizás millones que manejan en esta ciudad, no sólo sin respetar señales o reglas, sino sin ni siquiera conocer el reglamento, entiendan. sólo lo harán si se aplica rigurosamente el reglamento: no permitir pasarse altos o dar vueltas prohibidas o excederse en la velocidad y un largo etcétera.

sería bueno, tal vez, que cada día, cada uno, les recordáramos a los encargados de hacerlo que son tareas que deben cumplir ya. por ejemplo, enviémosle diario un mensaje en twitter al jefe de gobierno —@ManceraMiguelMX—, al titular de la secretaria de transporte y vialidad, @HLeonRufino, a sus delegados —el de la benito juárez, donde vivo, es @JorgeRoHe. uno diario. por cien, por mil, por diez mil. que hagan algo —algo más que su sentido pésame a la familia de otra ilse en unos meses. ya es hora.

1 comentario:

Juan dijo...

Muy buena reflexión. Me hizo pensar en los 'puentes peatonales,' que hacen que el peatón cargue con la obligación de subir y bajar escalaras -sin rampas alternativas- y exponerse a ser asaltado en el aire. Recuerdo -cuando vivía en el DF- los gestos altaneros de los automovilistas conminándome a treparme al puente cuando decidía cruzar Felix Cuevas (a la altura de Universidad) siguiendo unas despintadas -o imaginarias- marcas en el pavimento.