11.3.13

el antropólogo, los arquitectos, la socióloga y el cineasta


tras una ceremonia con toda la pompa y circunstancia muy provinciana, incluidas menciones al señor presidente, a la grandeza mexicana y la petición del jefe de gobierno del df de ponernos de pié, como si el espíritu santo fuera a descender sobre nosotros, para declarar el congreso inaugurado, empezó el 14º congreso de arquitectura arquine: ¿de qué hablamos cuando hablamos de espacio?

el primero en hablar fue el antropólogo: manuel delgado, antropólogo. delgado empezó diciendo que hablar del espacio, sin adjetivos, era imposible para luego definirlo como la posibilidad de juntar cosas. delgado pasó a hablar del espacio público, diciendo que al menos ese título recubre dos realidades: el espacio físico, real, de la banqueta y la calle, la plaza y el parque, y el espacio político, metafísico, de las relaciones sociales. delgado se basó en el trabajo del francés henri lefevbre, quien distinguía entre tres espacios: las prácticas espaciales —o el espacio como lo percibimos—, el espacio de representación —o el espacio como lo vivimos— y la representación del espacio —o el espacio como lo concebimos. si los dos primeros son espacios reales, el último es un espacio ideológico. el espacio público del que tanto se habla en los últimos años, dijo delgado, es de ese último tipo: un espacio ideológico que impone regulaciones, normativas y concepciones al espacio como lo vivimos o como lo percibimos. "el espacio público es un espacio pensado por las clases medias y sólo para las clases medias." es, generalmente, dice delgado, un espacio exclusivo y excluyente que funciona no "combatiendo a la pobreza sino combatiendo a los pobres" —en el caso de la ciudad de méxico pensemos, por ejemplo, en la recién renovada alameda central: un parque vuelto museo, espectáculo de sí mismo, donde ahora está prohibido no sólo el acceso de vendedores ambulantes, sino también entrar con mascotas, andar en bici o patines y no se cuánto más, algo así como un sillón de vieja tía recubierto en plástico y donde, además, no se puede sentar nadie. ese espacio público como ideología, es el promovido principalmente por inversionistas y —digámosles así— gentrificadores —entre los cuales la mayor parte de las veces estamos los arquitectos, muchos urbanistas, planificadores y la mayoría de los políticos. se trata, pues, de "procesos inmobiliarios disfrazados de procesos urbanísticos," que desplazan y cancelan a estos últimos. delgado terminó su exposición con los últimos minutos de la película de dziga vertov el hombre de la cámara (1929), donde el espacio público se nos presenta como un caos auto-organizado y no como el resultado de un orden singular e impuesto por unos cuantos, es decir, como algo que muchas veces no queremos entender como espacio público.



tras el antropólogo vinieron los arquitectos, el belga kersten geers y el japonés yoshiharu tsakamoto. los despachos de ambos arquitectos tienen una posición bastante clara sobre el dibujo y sus consecuencias en la manera de proyectar. geers presentó ocho proyectos subrayando aquellas condiciones que más se relacionaban con el tema del congreso: el espacio. tsakamoto empezó con un interesante estudio tipológico de la vivienda en japón en relación al tamaño y el tiempo en que se vuelve obsoleta —30 años— para luego hablar de otros proyectos de manera menos conectada. tras las presentaciones de delgado, sassen y greenaway, confirmo lo que ya antes pensaba: la mayoría de los arquitectos seguimos atrapados en las pláticas descriptivas, a veces más coherentes que otras, pero con el riesgo de agotarse en esa misma descripción —más en una época en la que prácticamente todo lo que muestre un arquitecto ya ha sido visto. habría, tal vez, que obligar a los arquitectos a hablar de cualquier cosa menos sus obras.


la socióloga, saskia sassen, habló del tipo de espacio que es la ciudad: un sistema complejo e incompleto, abierto por tanto. por lo mismo es u sistema de significados inestables. explicó que hay fuerzas que desurbanizan a la ciudad —algo que habría que pensar con el discurso de lefevbre, para quien, según delgado, lo urbano y la ciudad no son necesariamente lo mismo. la densidad —algo, la densidad, que el gobierno actual ha anunciado como uno de sus objetivos— no es lo mismo que la ciudad: hay espacios densos que no son ciudades, que son colecciones de oficinas, de viviendas, de fábricas, pero que al ser sistemas completos y cerrados, aunque sean complejos, no funcionan como ciudades. para sassen hay una forma de estudiar a la ciudad que es anterior al método y que tiene que ver con tácticas analíticas: construir historias y desestabilizar significados estables. uno de ellos, por ejemplo, la noción de territorio, comúnmente asociado a la idea de soberanía nacional. sassen explicó como el sistema financiero mundial —cuya crisis se anunciaba, dijo, desde el 2006— a vuelto al territorio pura tierra, con sólo valor comercial o de intercambio. también habló de la tecnología como una forma de desuburbanización: la tecnología hace que la ciudad se vuelva rápidamente obsoleta. en cambio, la ciudad puede actuar sobre la tecnología, hablarle de vuelta —talking back— y hackearla. el tercer tema de sassen fue la vigilancia, que en el mundo entero ha generado una sospecha generalizada que nos coloca a todos en el papel de sospechosos virtuales a cambio de una supuesta mayor seguridad común.


para cerrar, el cineasta: peter greenaway. favorito de los arquitectos en los años ochenta por películas como la panza del arquitecto o el cocinero, el ladrón, su esposa y su amante, greenaway planteó que el cine lleva 120 años atado al texto, como un complemento del libro —¿qué si no libros ilustrados son, dijo, películas como harry potter y el señor de los anillos? el cine, que se enriquece sobre todo de la colaboración con la arquitectura y la danza, según greenaway, hace algo totalmente antinatural: nos coloca a nosotros, animales diurnos, en una sala oscura, inmóviles, durante dos horas, viendo a un punto fijo en una pantalla rectangular que reduce nuestra visión a lo que enmarca. greenaway ilustró lo anterior con algunas escenas de su primera película en forma —según él mismo lo dijo— el contrato del dibujante. después greenaway mostró otras escenas de instalaciones y otros proyectos visuales en los que, dijo, busca romper la tiranía de la pantalla plana y el espectador fijo, intentando una visión cubista. en un documental en el que david hockney hablaba de su experiencia con la fotografía e intentaba al final repetirla en video; en un momento hockney habla de un cineasta —greenaway, a quien no nombra— que intenta romper con la estructura de la representación en el cine pero, según hockney, sin lograrlo.

en fin, buen día en general, aunque mejor, a mi parecer, desde afuera de la disciplina —el antropólogo, la socióloga y el cineasta— que desde dentro. a ver qué pasa mañana.

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