hace un par de semanas un jurado seleccionó, en un concurso por invitación, la propuesta de magui peredo y salvador macías para el pabellón del eco del 2013. a primera vista, la propuesta de peredo y macias era sin duda y de lejos la mejor de las participantes. no tardó mucho para que algunos señalaran el "parecido" de la propuesta ganadora a la intervención de eduard tauss en el 2008 ahí mismo en el eco —cuyas imágenes incluyo aquí arriba de la propuesta ganadora. hubo también quien, en el sitio de arquine donde se presentan todas los proyectos que concursaron, señaló cierto parecido a la plaza del cigarro, diseñada por barragán a finales de los años 40. y aunque intuyo en algunos una acusación indirecta de copia, supongo que la pregunta real es qué tan claras o veladas son esas referencias y cómo afectan tanto al proyecto como a la elección del jurado.
confieso que, aunque conocía ambas referencias —la intervención de tauss y la plaza de barragán—, al ver la propuesta de peredo y macías no las recordé: nada me hizo pensar en ellas. lo mismo pudo haberle pasado al jurado e incluso a los diseñadores. ¿y si no? ¿si en la propuesta de peredo y macías hubiera un guiño o una referencia explícita a las otras dos? en principio no vería en eso ningún problema. son referencias —incluso si a algunos nos pasaron desapercibidas— hasta cierto punto obvias: barragán y su relación con goeritz, tauss y su intervención en el eco. pero, además, como muchas veces pasa, nuestra mente parece deleitarse más con lo que se repite que con las diferencias. el plano inclinado de la plaza de barragán juega con la perspectiva y las alturas reales y percibidas de las cosas; la tira que se dobla de tauss conecta un interior con dos exteriores distintos: el patio y la calle, y su objetivo principal no es ser ocupada sino, al contrario, ocupar. la propuesta de peredo y macías, en cambio, me parece que —incluso, insisto, si juega explícita o inconscientemente con referencias a los proyectos ya mencionados— funciona a otro nivel o, más bien, literalmente a desnivel, agregándole una torsión —o contorsión— extra al eco que —de no ser por la escultura de la serpiente que ocupaba el patio— goeritz no incluyó en el eco: la del plano horizontal. con ese gesto se repite de algún modo, sí, el de tauss —llevarnos del interior hasta el borde con la calle— pero de un modo más controlado y —permítanme el esquematismo— útil: lo de tauss es fundamentalmente escultura, lo de peredo y macías es sin duda arquitectura —aunque esas distinciones, y en especial en el marco del eco, no operen con total independencia.
de cualquier modo me parece que la pregunta real es cuándo la repetición de un gesto, de una operación o de una estrategia arquitectónicas está suficientemente diferenciada de sus referentes. cuándo podemos decir —como afirma kundera de los gestos en las personas— que el gesto nos tiene, nos usa, y no al revés, que el gesto se gasta y se vuelve mera gesticulación.
hoy, al ver las imágenes del pabellón del vieux port en marsella, de norman foster, no pude evitar recordar, ahora sí, el pabellón de la serpentine gallery de sejima y nishizawa, en londres en el 2009. en ambos casos un plano pulido de acero, elevado por finas columnas, abre el cielo con un reflejo del suelo. pese a la diferente forma y tamaño, el pabellón de foster me parece mucho más cercano al de sanaa que el de peredo y macías al de tauss, por ejemplo.
finalmente, ¿qué cambia en la repetición, qué diferencias entran en juego en cada caso? y, sobre todo, ¿no es toda esa cuestión, en el fondo, resultado de un excesivo y puritano elogio de la originalidad?
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