16.4.13

entre memoriales



¿qué es un memorial? hace poco alguien hacía notar que, en español, un memorial es un texto: un documento mas no un monumento. más allá de las definiciones, quizás sea eso —la inscripción permanente y perdurable de lo que pasó, en papel o en piedra, en un archivo digital o en una placa de acero— lo que muchos esperaban de eso que ahora llamamos memorial.

pasados varios meses de concluido, se abrió hace unos días el memorial para las víctimas de la violencia, proyecto que ricardo lópez, luby springall y julio gaeta ganaron en un concurso que algunos criticamos por haber sido convocado con prisa: un mes para la propuesta y otro para que el ganador la desarrollara. la obra debía estar terminada antes de que calderón dejara el gobierno. los tiempos no eran sino los del sexenio que casi acababa. por otro lado, uno de los grupos que en principio promovió el proyecto —el identificado con javier sicilia— rechazaba la idea de un monumento de estado para algo que, en su perspectiva, había sido causado en buena parte por las graves fallas de ese mismo estado. terminado el memorial, calderón prefirió hacer mutis y olvidar eso que marcó los errores de su pésima estrategia de seguridad y combate al crimen organizado. el nuevo gobierno, tal vez como parte de su política para desviar la atención del tema de la violencia, ignoró también el memorial otros tres meses hasta que la presión de los grupos detrás del proyecto y la gestión de los arquitectos, obligó a abrirlo.

tras visitar el memorial, puedo decir que, a mi parecer, los autores lograron un bello paisaje; los muros de acero oxidado entre los árboles tienen fuerza. es un sitio en el que se puede pasear y estar a gusto, meditar o descansar, recordar o no hacer nada. y pese a los peros, en un país donde la arquitectura pública es asignada muchas veces a voluntad del gobernante en turno, el que hubiera un concurso, avalado por el colegio de arquitectos y que el proyecto ganador haya sido concluido a tiempo y sin rebasar el presupuesto —contrario a buena parte de las ocurrencias arquitectónicas del sexenio pasado— son otros puntos que quienes apostamos por los concursos no debemos ignorar.




el día que se anunció al ganador del concurso, escribí aquí mi opinión tras ver una de las láminas presentadas en el concurso y leer algunas declaraciones en la prensa. mis objeciones eran dos: que había inscripciones en los muros de acero pero no podían ser los nombres de todas las víctimas de la violencia —algo imposible ya que el gobierno ha sido incapaz de reunir esos datos— y que la serie de muros parecían generar espacios aislados en vez de un espacio común, para una comunidad que se refuerza o constituye al rememorar. además, critiqué la petición de ricardo lópez al anunciarse el fallo del jurado de no politizar un tema que es innegablemente político en varios sentidos. 

 ya dije que es un bello paisaje que genera espacio público en la ciudad: los arquitectos respondieron a un sitio difícil abriéndolo en todo su perímetro —excepto el que comparte con el campo marte, incómodamente enrejado—, algo que no era una condición en las bases del concurso. pero sigo pensando que el sitio destinado por el gobierno para el memorial no fue el adecuado —aunque se hayan recuperado varios miles de metros cuadrados de esos que las instalaciones militares ocupan. el memorial está al borde de chapultepec, donde la banqueta casi termina, y aunque une reforma con periférico, allá el peatón tampoco es bienvenido. algunos caminan por ahí, pero son los menos. los muros, que en las primeras imágenes se mostraban con inscripciones visibles en toda su altura, ahora tienen frases escritas, perforadas, que sólo se leen al estar frente a ellos. ¿pueden hablar esas frases por todos los que deben hablar? ¿por qué benedetti o fuentes o rilke? ¿por qué del méxico creo en ti no la línea que dice hueles a tragedia tierra mía? hay ahí una voluntad de simbolizar y dar sentido con una voz lo que son muchas y a veces discordantes. es cierto que hay también espacio para que cada uno escriba lo que piensa: con gis —si se encuentra algún pedazo cerca— que se borrará a la primera lluvia. pareciera que hay frases que ya se ganaron la eternidad mientras otras deberán luchar por ella —hasta que, espero pronto, un grafitti permanente vaya cubriendo las placas poco a poco.










¿este es el memorial que se esperaba? la pregunta es difícil y seguirá abierta mientras la herida siga ahí, sangrando. la violencia no ha cejado y falta mucho aun por aclarar: nombres, circunstancias, responsabilidades. lo primero que se lee al entrar al nuevo memorial empareja violencia y delincuencia, como dividiendo otra vez entre dos, los buenos y los malos, con un corte preciso, casi de bisturí. no es así. si el gobierno pasado se excusó poniendo la mayoría de los muertos del lado de los delincuentes, habría que pensar que la violencia no ha tenido bando y que hay víctimas de ambos lados. ¿puede hacernos pensar en eso la arquitectura, un paisaje, o exigimos demasiado? —de eso he discutido bastante en los últimos meses con uno de los autores del memoria, julio gaeta.

quizá por lo anterior haya quienes piden ahora que la estela de luz sea otro memorial —con lo que habría uno a cada extremo de chapultepec sobre reforma. la estela tiene todo en su contra: fue el proyecto más visible de calderón, pero se terminó tarde y los escándalos de corrupción ya llegaron a los juzgados. querer transformarla en otro memorial es, también, un simbólico ajuste de cuentas con aquél gobierno. pero no pienso que para eso sea necesario esperar un acto oficial ni transformar físicamente al centro de cultura digital, que ocupa los sótanos de la estela, para adecuarlo como uno dedicado a la documentación del desastre. basta, me parece, proseguir algo que ya empezó: la toma de la estela. su nuevo significado será más fuerte si esa plaza y esa placa —mucho más visibles y de fácil acceso que el otro memorial— son tomados como un lugar para la memoria pero también para la crítica y para el encuentro. habrá que tomar la estela tomando su sentido, tomar esa plaza tomando sus usos. tal vez así quede reforma entre memoriales.

[acá los textos de juan villoro y de andrés lajous sobre la estela]

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