la casa farnsworth no es una caja de vidrio. es una caja de vidrio y tela. las cortinas se suman al muro cortina y hacen que la transparencia absoluta del vidrio pueda ser matizada y mediada por las cortinas de tela. con todo, hace calor en verano y frío en invierno, aunque el frío se controla mejor con la calefacción que corre por el piso que el calor, para lo que sólo hay dos ventilas. abrir la puerta ayuda pero entonces entran los moscos, que en verano abundan.
la casa está elevada 1.60 metros para evitar que, al desbordarse el río, se inunde. la altura es superior a la cota más alta que había alcanzado el agua cuando mies diseñó la casa. pero mies no contaba con el calentamiento global.
además, protegiéndose del sol, mies la colocó atrás de un arce que hacía sombra a la fachada sur. aunque intentaron salvarlo, el arce murió —como los árboles: de pié— a principios de este siglo. durante algunos años unos cables de acero lo mantuvieron en su sitio y evitaban que pudiera caer sobre la casa.
al final, muerto aunque no caído, se terminó haciendo leña del árbol que debía hacer sombra a la casa farnsworth. y sí, cambió el paisaje y cambió la casa.
ver al viejo arce hecho leña al llegar a la farnsworth me hizo pensar en otro árbol —o representación de un árbol— que está en el art institute de chicago. hinoki, obra del escultor charles ray.
como el mismo ray explica, mientras manejaba por la costa central de california, se encontró un tronco que llamó su atención y decidió hacer una escultura del mismo. con ayuda de amigos cortó el tronco y lo transportó a su estudio en los ángeles, donde se hicieron moldes de silicona con los que luego se hizo una versión en fibra de vidrio que fue enviada a osaka, japón. ahí, el maestro tallador yuboku mukoyoshi y sus ayudantes tallaron una réplica del molde de fibra de vidrio del tronco californiano en falso ciprés japonés —hinoki—, que es la pieza que uno encuentra en el art institute de chicago. el vigilante de la sala, visiblemente orgulloso de la pieza que custodia, le dice a todo el que entra que eso no es un árbol, sino que fue tallado en madera —cuando yo le dije que, de todos modos, alguna vez había sido un árbol, me miró extrañado (más como si yo no entendiera nada que como si él no entendiera mi comentario) y repitió: no, es madera tallada.
ahora frente a la casa farnsworth hay un túmulo —más cenotafio que tumba, pues el cuerpo del árbol yace, en trozos y por poco tiempo, a unos cuantos metros. tal vez no hubiera sido mala idea hacer el molde del árbol, llevarlo a japón, tallarlo y plantarlo de nuevo, ahora hecho escultura, frente a la casa de vidrio y tela.
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