27.7.13

león ferrari : heliografías





a los 92 años, murió en buenos aires leon ferrari. en 1965 ferrari presentó una de sus obras hoy más conocidas: la civilización occidental y cristiana: un cristo crucificado en un bombardero. durante la dictadura militar, entre 1976 y 1991, ferrari se exilió en sao paulo. fue ahí que empezó a hacer dibujos y heliográficas, que enviaba por correo, y que se referían evidentemente a planos y diagramas arquitectónicos. roberto jacoby escribe al respecto:

a toda luz, se trataba de una arquitectura imposible, no construible. por más que ferrari les diera el aspecto de copias heliográficas, su 1,20 m de ancho por 12 m de largo, estaban por entero cubiertos con el mapa de miles de dormitorios, comedores, oficinas, baños, cocinas y pasillos habitados por miles de personitas. todo indicaba que esos laberintos sin lógica (y “sin centro”) no podían, tampoco, pertenecer al género de la arquitectura utópica. nadie se atrevería a proyectar un destino tan horrible para la especie humana. la standarización de la vida se veía de manera brutal debido al uso insistente, indiscriminado, de un sistema industrial de figuración, el letraset, marca registrada. ese urbanismo era tan disparatado como inquietante. a lo largo de los planos podían fabularse situaciones que se dudaba en definir como irrisorias o como trágicas: destinos de gente que no se sabe adónde va porque toda la distribución espacial y las conexiones entre lugares y funciones carecen de sentido. la técnica de representación de la industria de la construcción precomputacional era utilizada como efecto de extrañamiento: el tipo de arte que elabora unidades elementales prefabricadas para otro propósito. una suerte de objet trouvé, la operación duchamp ejercida no sobre el objeto-signo, sino sobre una clase especial de signos hechos para diseñar el espacio social urbano. o, más precisamente, pensé, los lugres de encierro. esa era la clave: se trataba de una vasta cárcel. una visión traspuesta de la teoría foucaultiana del poder, al menos, de alguna de sus tesis: el dispositivo panóptico donde un ojo soberano vigila sin ser visto, mientras que los observados no se conectan entre sí más que parcialmente. un territorio que se ordena a fin de disciplinar. el caos que trata de evitar no devendría solo de la acción incontrolada de la muchedumbre, sino de cada minúsculo vínculo de unos con otros. un aspecto esencial del poder sería la capacidad para organizar el espacio en forma de máquina de comportamientos. toda la cuadriculación de las ciudades modernas, los sucesivos sistemas clasificatorios de los cuerpos, formaría parte de esta tecnología muda que se impuso en la edificación de escuelas, prisiones, hospitales, fábricas, oficinas y viviendas. en su carpeta hombres, de 1984, ferrari ejercía un estilo cada vez más neutro, deshumanizado, un contrapunto respecto de los manuscritos, caligrafías imposibles para una técnica mecánica, que ferrari usaba desde veinte años antes. por suerte, una vez que este sentido se hacía presente permanecía siempre un resto incomprensible, “loco”, que invitaba a pensar una idea distinta cada vez.por ejemplo, los diseños de selvas y jardines (plantas de plantas), también hechos en letraset, recuerdan a las pinturas de la selva que realizan los aborígenes de ecuador, en corteza y con tinturas vegetales. aunque no hay ningún árbol sino un laberinto de líneas, generalmente rectas, sus autores las consideran perfectas representaciones de la jungla. cárcel, laberinto, selva, ciudad. 
y aunque se trate de leer los “hombres” y las “plantas” de ferrari, marca registrada, en forma independiente del imaginario político social, ellos saltan de uno a otro campo ficcional: el más teórico psicoanálisis o la práctica ingeniería del comportamiento. figuras repetidas, repetición de figuras, figuración de repeticiones, podrían aludir no olvidar que la carpeta que recopila estas obras se llama hombres– a la constitución del sujeto. “por la repetición el sujeto del inconsciente tiende a la supresión de la diferencia; así trata de obliterar el abismo que lo constituyó”, dice nicolás peyceré. desde el principio sugerimos que estos esquemas iluminan otro campo, inmediato y real en este cono sur: el campo de concentración. con ello se tornan obras de actualidad histórica, documentos de época.

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