24.8.16

transparente y traslúcida

El doctor Curruchet y Le Corbusier. La doctora Farnsworth y Mies. Transparencia fenomenológica y transparencia literal, para usar demasiado literalmente la diferencia planteada por Colin Rowe —aunque la casa Farnsworth no sea sólo una caja de vidrio. Y el doctor Dalsace y Pierre Chareau: ni transparencia fenomenológica ni litteral: traslúcida. Aunque el espacio, ese sí, al interior, sea continuo y abierto, literal y fenomenológicamente. De hecho, en un texto publicado en la revista Perspecta en 1969, cuando prácticamente nadie hablaba de esa casa, Kenneth Frampton escribió:
Los muros de la Maison de Verre son predominantemente traslúcidos. Su composición se ordena en consecuencia y sobre todo a través de una transparencia más sensible que literal. Su concepción interna hace que se sucedan frontalmente, del patio al jardín, series de planos verticales o tiras de espacio. La disposición y el tratamiento de las columnas y sus ejes sugiere que esa fue la intención inicial del proyecto. Las losas principales sobrepasan la estructura tanto al frente como en la parte posterior. En cada caso, el eje formado por el alma de las columnas adyacentes a la fachada es paralelo a las mismas, perpendicular al de las columnas interiores, lo que permite que se muestre el plano transversal y una lectura continua de las capas estratificadas en la totalidad del espacio restante.
Pierre Chareau nació el 4 de agosto de 1883 en Burdeos y murió el 24 de agosto de 1950 en Nueva York. No es seguro si estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero después de trabajar como dibujante en Waring & Gillow, una firma especializada en diseñar mobiliario e interiores, abrió su propia oficina de arquitectura y diseño en 1919. Su primer cliente fue Annie Bernheim, recién casada con el doctor Jean Dalsace, para quienes diseñó varios muebles. El doctor Dalsace le presentó a Chareau al pintor Jean Lurçat, hermano del arquitecto André. Poco a poco, Chareau fue conectándose con el mundo del diseño y la arquitectura de vanguardia en el París de los años 20. En 1928 participó en el primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna. Ese mismo año Robert Mallet-Stevens lo invitó a diseñar una cama suspendida para la Villa Noailles. Ahí también trabajaron Marcel Breuer, Charlotte Perriand, Eileen Gray y Jean Prouvé, entre otros. Poco después el doctor Dalsace le encargó a Chareau su casa: la Maison de Verre.


Los Dalsace se mudaron a su casa en 1932. La estructura, columnas y trabes de acero y losas de concreto armado, ya estaba lista desde 1928, pero el proceso fue lento. En el terreno donde se harían su casa había un edificio construido y la vecina del último piso se negó a abandonarlo, por lo que debieron construir la casa manteniendo allá arriba, intacto, ese departamento. Chareau realizó el proyecto en compañía del arquitecto holandés Bernard Bijvoët y del herrero Louis Dalbet. La elección del vidrio traslúcido en las fachadas tuvo que ver, según cuenta Bryan Brace Taylor, con las ideas higienistas de finales del siglo XIX y principios del XX que compartían el cliente, médico de profesión, y el arquitecto, moderno de vocación. La luz, el aire y los materiales industriales, que eran evidentes para el consultorio del médico, se extendieron a toda la casa. Pero si hacia afuera la casa está protegida por una pantalla traslúcida —porque, según Taylor, Chareau como Loos concebía las ventanas como entradas de luz y no como salidas de la vista—, el interior juega más en el registro de la transparencia más sensible que literal de la que habló Frampton. El mismo Frampton sugiere que la casa, más que un edificio en el sentido convencional, es un mueble: un gran mueble armado de otra serie de muebles más pequeños que organizan el espacio y deja ver claramente su función: la transparencia fenomenológica o sensible no implica ver más allá sino ver realmente lo que la cosa —y la casa— es y hace.

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