30.9.16

el archipiélago verde


Nadie puede imaginarse la excitación al descubrir, en Berlín en el verano de 1971 —diez años después de la construcción del Muro— la obra de Oswald Mathias Ungers. En una librería, me encontré tal vez 15 o 20 cuadernos —publicaciones muy modestas en blanco y negro que se editaban como parte de su seminario en la Universidad Técnica de Berlín. Lo que Ungers había hecho era tomar la ciudad —un enclave, rodeado por el Muro, dentro de Alemania Oriental— y declararla el único, obsesivo tema de estudio por años para sus estudiantes: un grado de inspirada estrechez inimaginable hoy.

Eso lo escribió Rem Koolhaas en el 2006. Koolhaas entró a estudiar arquitectura en la Architectural Association en 1968 y en 1972 se cambió a la Cornell, donde Ungers fue su maestro. Ungers nació el 12 de julio de 1926 en Kaisersesch, Alemania. Estudió arquitectura en la Universidad de Karlsruhe y en 1950 abrió su oficina, primero en Colonia y luego en Belín y Frankfurt. Fue decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Berlín entre 1965 y 1967, y de 1969 a 1975 estuvo a cargo del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Cornell. En su texto Koolhaas dice que cuando llegó a Cornell en 1972 se encontró con Collin Rowe y Ungers: “con el primero —dice—, escuchaba un excitante monólogo, con el segundo, estuve involucrado desde el principio en un excitante diálogo que volvía a iniciarse cada vez que nos veíamos como si no hubiera habido una interrupción real.” Koolhaas trabajó después para Ungers y a finales de los años setenta lo reencontró en Berlín. “Participe en un seminario casi retroactivo —la palabra no es accidental viniendo del autor de Delirious New York— de nuevo sobre Berlín, que parecía «deshacer» sus antiguas especulaciones. Tras la construcción utópica la pregunta ahora se había vuelto cómo «borrar» Berlín.” En su libro The Possibility of an Absolute Architecture, Pier Vittorio Aureli escribe:
En 1977 un grupo de arquitectos lanzó un proyecto de rescate llamado Berlín como un Archipiélago Verde. Liderado por Oswald Mathias Ungers, el grupo incluía a Rem Koolhaas, Peter Riemann, Hans Kollhoff y Arthur Ovaska. Para estos arquitectos, los problemas de Berlín Occidental daban oportunidad a generar un potente modelo de «ciudades dentro de las ciudades» o, en los términos de Ungers, una «ciudad hecha de islas.»
El primer borrador para el manifiesto retroactivo para Berlín son seis páginas manuscritas por Rem Koolhaas entre junio y julio de 1977 y revisado por Ungers. “Cualquier «plan» futuro para Berlín tiene que ser un plan de recorte. Pero, dado que la superficie total de la ciudad es finita y dada y no puede, por razones políticas obvias, reducirse, resulta que la ciudad deberá desarrollar estrategias para el decrecimiento controlado de su densidad para no perder su urbanidad total.” Koolhaas y Ungers veían en el encogimiento de la presión urbana, debida al nulo crecimiento poblacional en la ciudad en ese momento, una oportunidad para eliminar las zonas que, “por razones arquitectónicas o de otro tipo,” estaban “por debajo del estándar” y, al mismo tiempo, “intensificar y completar los fragmentos que serían preservados.” Procurando el menor “gasto arquitectónico” para lograr el máximo beneficio social, abrían la posibilidad de una ciudad collage en un sentido diferente al de Rowe y muy cercano a La Ciudad del Globo Cautivo, que Koolhaas había realizado en 1972: “construyendo proyectos que alguna vez fueron propuestos para otras partes del mundo pero que, por alguna razón, fueron abortados.” También planteaban una relación distinta entre lo natural y la metrópoli, a partir de “sistemas naturales fundamentalmente diseñados, es decir: sintéticos, que sirvan para intensificar en vez de disminuir la sensación metropolitana.” Para Aureli ese método planteó un proceso no determinista para definir las partes de la ciudad en el que la forma de la misma “no es una imagen particular sino la posibilidad de momentos de formación dentro de la ciudad en base a ejemplos arquitectónicos” donde la arquitectura no es sólo “un objeto físico sino lo que sobrevive a la idea de ciudad.” 

Oswald Mathias Ungers murió el 30 de septiembre del 2007 en Colonia, Alemania.

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