13.10.16

la otra casa blanca


Hay residencias reales, quizás el Palacio de Buckingham de la Reina de Inglaterra de la más emblemática de ellas. Hay innumerables Casas de Representantes a lo largo del mundo, aunque nadie de hecho vive ahí. Está también la sede del desenfreno: la Mansión de Playboy, de Hugh Hefner (o más bien hay dos: la original en Chicago y la mejor conocida versión contemporánea en Beverly Hills). Hay muchas famosas, glamorosas, bellas y extrañas casas alrededor del mundo, pero por más icónicas que puedan ser, ninguna posee la identidad compleja, polifacética y formidable de la casa de todas las casas: la Casa Blanca, en Washington. D.C.

Así empezaba Joseph Grima la presentación del libro White House Redux, en el que se presentaban 123 de las propuestas para una nueva casa blanca, un concurso de ideas organizado por Store Front, de Nueva York, para reimaginar ese edificio en condiciones contemporáneas. La auténtica Casa Blanca también fue resultado de un concurso en que hubo nueve participantes, entre ellos, de manera anónima, uno de sus futuros ocupantes: Thomas Jefferson. El único jurado del concurso fue George Washington, quien escogió la propuesta de James Hoban. Hoban nació en Irlanda, donde de joven trabajó como carpintero antes de estudiar dibujo. En 1785 emigró a los Estados Unidos donde se estableció en Filadelfia como arquitecto. Hoban diseñó el Palacio de Justicia del condado de Charleston, en Carolina del Sur, que Washington conoció en construcción antes de elegir el proyecto de Hoban para la Casa Blanca. El 13 de octubre de 1792 y para 1800 ya estaba lista para ser ocupada. Fue reconstruida tras el incendio de Washington durante la guerra con los británicos de 1812, que destruyó todo el interior. En 1902, Theodore Roosevelt le encargó a McKim, Meas y White renovar y ampliar la Casa Blanca. Grima también cuenta que el 14 de marzo de 1933 se lanzó una campaña en Nueva York para reunir fondos y construir la alberca presidencial de la Casa Blanca. “El esfuerzo, dice, fue una manera de honrar a Franklin D. Roosevelt, nativo de Nueva York, quien sufrió de poliomielitis, lo que le exigía ejercitarse regularmente en una alberca. Por lo mismo, el presidente estaba obligado a viajar a su casa de Nueva York o a un Warm Spring, en Georgia.” Tras la campaña se construyó en la Casa Blanca una alberca con la más sofisticada tecnología del momento. Entre 1949 y 1951, Harry S. Truman emprendió la renovación total de los interiores, ya muy deteriorados y en riesgo de colapsar. Se desmantelaron los pisos y muros y sólo se mantuvieron las paredes exteriores.


En números, la casa blanca tiene seis niveles y más de cinco mil metros cuadrados de construcción, 132 habitaciones y 35 baños, 412 puertas, 147 ventanas, 28 chimeneas, 8 escaleras y tres elevadores. El concurso para reimaginar la casa blanca en el 2008 se planteaba cómo sería en ese momento la residencia del jefe de estado “más poderoso del mundo.” Al concurso se inscribieron 831 participantes, de los cuales entregaron 487 de 42 países distintos. Nueve propusieron pintar la casa de negro, nueve más pintarla de cualquier otro color; catorce propusieron crear una red de casas blancas y dieciocho construir una nueva subterránea; 31 construirla como torre, 3 propusieron casas blancas voladoras y otros tres casas blancas flotantes. Uno propuso dejarla tal cual. 

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