14.1.17

dibujar el futuro


El 14 de enero del 2009, unas horas después de que había nacido su hija, a Jan Kaplicky le dio un ataque al corazón mientras caminaba por las calles de Praga. Murió al instante. Tenía 71 años. Nació el 18 de abril de 1937. Su padre era escultor, pintor y diseñador y su madre ilustraba libros de botánica. Kaplicky estudió en la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño de Praga y antes de que los rusos invadieran lo que entonces era Checoslovaquia, en 1968, se exilió en Londres, donde trabajó un par de años en la oficina de Denys Lasdun. Después trabajó otros dos años con Renzo Piano y Richard Rogers, quienes desarrollaban entonces el proyecto del Centro Pompidou. Siguió un paso rápido por el taller de Eva Jiřičná, también checa y que, igual que él, había llegado a Londres en 1968, y luego llegó a la oficina de Norman Foster, donde conoció a David Nixon, quien estudió en el politécnico de Londres y había trabajado primero con Rogers y Foster, cuando eran socios, antes de quedarse con el último. En 1977 Nixon se fue a Chicago a trabajar en Skidmore Owings & Merrill y, al regresar a Londres, en 1979, se asoció con Kalicky para formar Future Systems.

En 1989, Future Systems fue uno de los tres proyectos seleccionados, además del ganador, entre los 244 que entraron al concurso para la Gran Biblioteca de Francia —los otros dos fueron el de Philippe Chaix y Jean-Paul Morel y el de James Stirling; hubo dos menciones: Jean Nouvel y Rem Koolhaas y, por supuesto, el ganador: Dominique Perrault. Su propuesta, al contrario de la ganadora, ocupaba el centro del sitio con “una concha lisa y envolvente abierta para siempre como la cubierta de un libro articulada sobre dos inmensas páginas de vidrio curvas que iluminan las salas de lectura.” El proyecto se presentaba acompañado de una serie de dibujos con un estilo que, entre el círculo de arquitectos high-tech ingleses, ya habían hecho famoso a Kaplicky desde mediados de los años setenta. Antes del concurso de la Biblioteca de Francia, Nixon dejó la firma para irse a vivir a California, donde estuvo a cargo de investigaciones de la NASA para diseñar estaciones espaciales. También en 1989 llegó como socia a Future Systems la que luego sería también esposa de Kalicky, Amanda Levete. Diez años después terminaron la construcción el Media Center del Lord’s Cricket Ground, en Londres, que ganó el premio Stirling de ese año. Deyan Sudjic dijo que fue hecho por constructores de barcos y lo calificó como “un pequeño monumento al optimismo inquebrantable que todo arquitecto real debe sentir, de cara a las interminables dificultades prácticas con que se enfrenta.” En el 2004 ganaron el concurso para construir el Museo Enzo Ferrari, en Modena —que se terminó hasta el 2012— y en el 2007 el de la Biblioteca Nacional Checa. Al mismo tiempo la sociedad con Levete se disolvió —se habían divorciado un año antes. Kalicky se casó con Eliska Fuchsova, que en el 2004 había producido un documental sobre él, y se fue a vivir a Praga, para desarrollar el proyecto de la biblioteca que jamás se construyó. Sudjic sugiere que Levete era la mente pragmática en la sociedad que transformaba “el genio de Kaplicky en forma construida.” Hay quienes piensan que la tensión por la lucha contra la burocracia y el medio arquitectónico checos, tratando de sacar adelante su proyecto para la Biblioteca, fue lo que causó al final el infarto que lo mató.


Tras su muerte, Richard Rogers dijo que los dibujos y los modelos de Future Systems explicaban muchas de las ideas que desgraciadamente jamás pudieron construir. Sus proyectos, como los de aquellas generaciones de arquitectos futuristas ingleses, de Archigram a Rogers, no dependían de las sofisticadas tecnologías y de la voluntad de complejos algoritmos. Sus dibujos, hechos a mano, precisos como diagramas técnicos pero que, al mismo tiempo, manifestaban una ingenua confianza en un futuro mitad ciencia mitad ficción. En una entrevista del 2006 para la revista Icon, Kaplicky explicaba que hacía él mismo los primeros modelos de sus proyectos en plastilina y ecordaba que, veinte años antes, a mediados de los ochenta, cuando mostraba esos modelos en alguna conferencia parte del público sonreía. También, quizás paradójicamente viniendo de un arquitecto que dibujaba blobs y sistemas del futuro, se lamentaba de que no hubiera ningún interés por investigar la vivienda social —cosa que en los años 30 del siglo XX, dice, los arquitectos hacían con orgullo. Al final de la entrevista Kaplicky, al que sus amigos y colegas reconocían por cierto pesimismo, se quejaba de lo fácil que era para otros, “sin preconcepciiones ni estilo,” hacer arquitectura.

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