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guastavino


El 30 de junio de 1997 una nota del New York Times daba cuenta del fuego del día anterior en el Oyster Bar de Grand Central Terminal. “Los bomberos dijeron que el fuego convirtió al restaurante en el nivel bajo de la terminal en un infierno, derritiendo el equipo de la cocina y mobiliario, desprendiendo cientos de mosaicos del techo y ennegreciendo el comedor.” Pese al fuerte incendio, los dueños y el gerente del restaurante confiaban en que los daños no eran estructurales y que, tras limpiar el hollín y restaurar los muebles, podrían volver a abrir en poco tiempo. De ser así, sería un éxito para la Guastavino Fireproof Construction Company, fundada en 1889 por Rafael Guastavino.

Rafael Guastavino Moreno nació en Valencia el primero de marzo de 1842. Su padre era ebanista y él quiso ser músico, pero entró a trabajar como dibujante al despacho de Josep Nadal, inspector de obras públicas. A los 19 años se fue a Barcelona y entró a la Escuela Especial de Maestros de Obras, parece que sin graduarse. En Barcelona trabajó como arquitecto y constructor, construyendo sobre todo casas y fábricas y algún edificio público. En 1869 diseñó la Fábrica Batlló. Pese al éxito profesional en Barcelona, tras separarse de su mujer, Guastavino deja la ciudad para ir a Nueva York. El interés que habían despertado los sistemas constructivos que empleaba al presentarlos en la Exposición del Centenario de la fundación de Filadelfia, en 1876, lo animó a emprender ese viaje. Llegó a Nueva York en 1881 acompañado de su hijo menor, su ama de llaves y las dos hijas de ésta, con cuarenta dólares y sin hablar inglés. Poco a poco, y no sin dificultad, Guastavino se fue abriendo camino en el mundo de la arquitectura y la construcción de la Costa Este. Escribía mensualmente en la revista Decorator and Furnisher, explicaba las ventajas de la construcción con bóvedas de ladrillo, tanto por la fácil ejecución como por su resistencia al fuego. Guastavino registró varias patentes —veinticuatro en total, algo que según Jaume Rosell Colomina, resultó bastante controvertido pues se trataba de patentar una técnica tradicional— de elementos constructivos a prueba de fuego y en 1889 fundó la Guastavino Fireproof Construction Company, que operó hasta 1962, 54 años después de su muerte.

El primer gran proyecto de Guastavino en los Estados Unidos fue la bóveda de la Biblioteca Pública de Boston, diseñada por McKim, Mead & White y terminada en 1895. Siguieron muchos edificios más. John Ochsendorf, autor de Guastavino Vaulting: The Art of Structural Tile, dice que los arquitectos de finales del siglo XIX y principios del XX dejaban zonas vacías en sus planos donde simplemente escribían Guastavino here, confiando en que el diseñador y constructor valenciano resolvería esos espacios de manera elegante y funcional y, sobre todo, con métodos a prueba de fuego. Rosell escribe que, tras la Biblioteca de Boston, los contratos empezaron a llegar de toda la Costa Este. Un cartel que servía de promoción a su compañía incluye una lista de quince bóvedas que su compañía construyó entre 1897 y 1911, junto a otros cientos más. La más grande, terminada tras la muerte de Rafael Guastavino Moreno, fue la de la catedral de St. John the Divine, en Nueva York, con un claro de poco más de 41 metros, con un espesor de 11 centímetros y construida, sin necesidad de cimbra, en 15 semanas.

Además de sus proyectos y sus artículos en revistas, Guastavino escribió varios libros. En 1893 publicó su Essay on The Theory and History of Cohesive Construction, applied especially to the Timber Vault, leído ante la Sociedad de las Artes del MIT. “Tengo la satisfacción hoy de ver un sistema constructivo establecido sobre bases buenas y satisfactorias, que hace cuatro años parecía un sueño y hace dos una curiosidad, según se decía en un prominente libro técnico.”


El 28 de septiembre de 1997, en una nota del New York Times se pudo leer que, junto al otoño, estaba de vuelta “el Oyster Bar con sus 84 años en al sótano de la Grand Central Terminal, poco más de dos meses después de que un fuego destruyó la cocina y derritió sus barras.” El sistema de Guastavino había pasado, de nuevo, la prueba.

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