8.3.17

las batallas de gettysburg


El primero de julio de 1863 empezó la primera batalla. Duró tres días. Se recuerda como aquella en la que hubo más bajas en toda la Guerra Civil: alrededor de cincuenta mil, y la que cambió el rumbo a favor de la Unión. Veinte años después, Paul Philippoteaux realizó una gran pintura —en realidad, cuatro versiones— que retrataban la batalla. Philippoteaux nació en París el 27 de enero de 1846. Su padre, Henri Félix Emmanuel Philippoteaux también fue pintor, conocido por sus panoramas, vistas de 360 grados que constituían atracciones populares. Walter Benjamin dice que los panoramas son contemporáneos de los pasajes parisinos y, también, de las grandes exposiciones. En los tres casos se trataba de auténticos espectáculos que transformaban la contemplación en consumo. Para Benjamin, “en su intento de producir efectos que reproduzcan los cambios en la naturaleza que se representaba, los panoramas le abrieron camino no sólo a la fotografía sino también al cine mudo y sonoro.” Daguerre, el inventor de los daguerrotipos, empezó como pintor de panoramas. A Paul Philippoteaux un grupo de empresarios de Chicago le encargaron pintar el Ciclorama de Gettysburg en 1879. En un folleto que acompañaba la exhibición de uno de los cicloramas en Filadelfia, se lee que Philippoteaux —“reconocido por los críticos como el más grande pintor histórico del mundo”— pasó varios meses en el campo de batalla de Gettysburg, haciendo bocetos, dibujos y consultando mapas oficiales, antes de regresar a París donde pasó dos años pintando el cicloroama. “Exhibido en un edificio a prueba de fuego, es, sin duda, la más grande y permanente atracción turística jamás mostrada en Filadelfia.”

En 1912 una de las versiones del ciclorama se instaló en un edificio en Gettysburg. Treinta años después, la pintura fue comprada por el National Park Service, con la intención de exhibirlo en el Parque Militar Nacional de Gettysburg. En 1958 Richard Neutra empezó a trabajar junto con Robert E. Alexander en el diseño para un edifico que, además de exhibir el ciclorama, tendría oficinas administrativas del parque. El edificio se inauguró el 19 de noviembre de 1962. Barbara Lamprecht escribió que “la forma del Cyclorama —refiriéndose al edificio— era dramática: un largo rectángulo terminaba en un cilindro puro masivo, mediado por arcos circulares a los flancos.” Lemprecht agrega que la necesidad de una visión sin obstáculos de toda la circunferencia del lienzo “requirió de innovaciones en la ingeniería que hacen pensar en la tienda de un circo, a partir de un techo suspendido por cables.” Pero en la segunda mitad de los años noventa empezó otra batalla.

En el National Park Service se pensó que el edificio de Neutra alteraba el sitio original de la famosa batalla, impidiendo entender el lugar que la pintura de Philippoteaux representaba. Además, al edificio le hacía falta una restauración que exigía una inversión considerable. Se decidió demolerlo. El Registro Nacional de Sitios Históricos valoró que el edificio de Neutra podría ser catalogado y la Comisión de Bellas Artes se opuso a la demolición. En el 2005, la pintura se retiró para ser restaurada y se instaló, ya restaurado, en otro edificio. En el 2007, Herbert Muschamp escribió del edificio en riesgo de ser demolido:

No hay necesidad de entrar en el Cyclorama para apreciar su considerable mérito. El edificio es una cápsula del tiempo de un periodo de optimismo sobre la capacidad humana para arreglar sus disputas por medios civiles. Su estado actual simboliza perfectamente la decadencia de esos ideales de la postguerra.

En el 2012, el National Park Service ganó la batalla legal y obtuvo la autorización para demoler el edificio de Neutra. El 8 de marzo del 2013, a los casi 50 años de haberse inaugurado, se iniciaron los trabajos de demolición y tres días después el cilindro de concreto proyectado por Neutra caía al suelo levantando una gran nube de polvo. Más allá de la desaparición del edificio, no se reportó ninguna baja ni civil ni militar.


La segunda batalla de Gettysburg, la del Cyclorama —el edificio, no la pintura—, es un caso en el que se opusieron no sólo dos visiones de la historia sino, sobre todo, de la preservación de sitios históricos. Muschamp, en lo que escribió cinco años antes de la demolición del edificio, habla de la terca defensa del contexto original de quienes pedían demoler el edificio y de que sus argumentos eran los mismos que se habían usado siempre al buscar demoler una construcción: su poca funcionalidad para el momento o lo costoso de su manutención. Pero también hay otra lectura posible: quienes terminaron demoliendo el edificio y trasladando la pintura de Philippoteaux a otra construcción cercana, daban cierto privilegio a una supuesta realidad sobre su representación: consideraban mejor ver un terreno natural donde ocurrió una famosa batalla que la pintura de esa batalla dentro de un edifico moderno ocupando ese sitio. La batalla, pues, no sólo era entre dos grupos con ideas distintas sobre qué conservar y cómo hacerlo, sino que entre líneas dejaba ver la oposición entre lo natural y lo artificial, la verdad y el espectáculo o la realidad y su representación.

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