Quizá no hayamos cambiado tanto. En el número nueve de la revista Mexican Folkways (octubre-noviembre de 1926), Diego Rivera publica un texto con el título "La nueva arquitectura mexicana. Una casa de Carlos Obregón". Ahí escribe:
“Si en cierto periodo del siglo diecinueve la arquitectura mexicana se vio casi desaparecer, pasando por las más banales expresiones académicas, hasta llegar a las innombrables e innumerables vergüenzas arquitectónicas del periodo porfiriano, que culminan con los abortos miserables que son el orgullo, aún hoy día, de la indescriptiblemente idiota burguesía mexicana, y que se llaman Teatro Nacional, Palacio de Comunicaciones, Casa de Correos, edificio del Centro Mercantil, monumento a Juárez, "Casa de Mármol”, residencia de Ignacio de la Torre, etc. y tantas otras lamentables edificaciones con que se destruyó el magnífico carácter arquitectónico de la ciudad de México; dizque para incorporarla a la civilización europea y para enriquecer a unos cuantos mediocres adocenados italo-franco-mexicanos, ante cuyas sandeces babeaba el rastacuerismo de los más ilustres lacayos del dictador.”
Citado por Rafael López Rangel en Diego Rivera y la arquitectura mexicana.
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