Fotografía de Tony de Marco, pubicada en flickr.com
El 31 de octubre Juan Freire publicó en adn.es "un comentario sobre el radical experimento que supone que la principal ciudad brasileña, la cuarta mundial y el que algunos proponen como modelo distópico de hiperciudad del siglo XXI prohiba todo tipo de publicidad en sus espacios públicos."
Freire explica que "Gilberto Kassab, el alcalde de la mayor ciudad brasileña, Sao Paulo, estableció el año pasado la Lei Cidade Limpa, que entró en vigor en 2007. Esta “ley para una ciudad limpia” pretende combatir la contaminación del agua, del aire, acústica y… visual."
"Así –continua Freire– prohíbe todo tipo de publicidad en espacios públicos en la ciudad. A lo largo de este año se han eliminado más de 15.000 grandes carteles anunciadores, la publicidad de buses o taxis e incluso la que se colocaba en los escaparates de los pequeños comercios. La medida ha sido llevada a la práctica con gran rigor haciendo efectivas multas de hasta 4.500 dólares diarios a los que la incumplan, y ha recibido un importante apoyo popular como lo reflejan encuestras que indican que cuenta con un 70% de aprobación por parte de la población local."
Freire también refiere al comentario de Mark Hooper en The Gardian. Hooper dice que activistas del mundo entero tienen ahora a Sao Paulo como ejemplo para todos: "una imagen de un futuro anti-Orwelliano donde el Hombre no está ya en control de sus decisiones cotidianas." ¿Pero –se pregunta Hooper– "está esta primera 'ciudad limpia' del mundo a la altura de las expectativas? Despojada de carteles y anuncios de neón, Sao Paulo –afirma– parece hoy una zona de guerra." Como muestra refiere a las fotografías publicadas por Tony de Marco en Flickr, Sao Paulo No Logo. "Para mi –continúa Hooper– se ve como la visión que tuvo Stanley Kubrik de Saigon, filmada en los muelles desiertos de Londres en los años 80."
En su blog, Freire presenta también este video sobre el tema:
En la ciudad de México ya podemos ver –o dejar de ver– los efectos de esta iconoclastia tardomoderna a lo largo del periférico, donde una ley similar nos a revelado un paisaje urbano –deplorable cuando no inexistente– detrás de los espectaculares desaparecidos.
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