mi pie izquierdo es, como el subtítulo mismo de la película anunciaba, la historia verdadera de christy brown, un irlandés nacido con parálisis cerebral y quien sólo podía mover, como es de suponerse, su pie izquierdo. en el cartel de la película vemos un pie, izquierdo, sosteniendo una rosa. tal vez ése podría ser el nuevo logo del partido que entre el sol azteca, el de los trabajadores, el movimiento por la esperanza, el frente progresista para la gloria de lópez obrador y grupos anexos y similares, adoptasen al [re(?)]fundar la nueva(?) izquierda nacional. si el partido socialista francés tiene por emblema un puño sosteniendo una rosa, el mexicano podría ser lo mismo, pero con las patas.
Confieso: si en México hubiera un partido de izquierda moderna —o un candidato de izquierda moderna— votaría por él en un abrir y cerrar de ojos. Creo en la soberanía de la mujer sobre su cuerpo, en el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio y en la eutanasia activa. Estoy convencido de que la gran crisis financiera no ha dejado lugar a dudas: el planeta necesita encontrar un capitalismo compasivo que tenga como objetivo central la solidaridad y la reducción de la desigualdad antes que el enriquecimiento rapaz. Tengo claro que el mundo tiene más que aprenderle al mejor Marx que a Ayn Rand. Pero también sostengo que el mercado libre ha llegado para quedarse (por su capacidad de innovación y su espíritu de competencia) y que los países que insistan en darle la espalda a la realidad se dan un lujo peligroso: el de la neurosis. Hoy, cada acción populista, cada obsesión con luchas obsoletas, cada atavismo equivale a una carga ineludible para las generaciones venideras. Soy, pues, un hombre de izquierda. Y en México soy un huérfano político.
La mía, como la de muchos otros, no es una orfandad pasiva. La testarudez de la izquierda mexicana, que va a contrapelo del desarrollo no sólo de la mayoría de la izquierda latinoamericana sino de la izquierda mundial, me provoca rechazo y exasperación. Fragmentada y secuestrada por el dogma, la izquierda nacional ha tirado a la basura no sólo sus propias posibilidades electorales sino la necesidad de millones de votantes de encontrar un gobierno que tenga la valentía de promover la agenda progresista. Basta un botón: es en parte gracias a la inviabilidad de la izquierda que el país está ahora secuestrado por congresos locales que se atreven a darle una cachetada a la mujer mexicana en pleno siglo XXI.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario