15.4.10

la maldita libertad


en general a las iglesias -así, en plural, pues el singular y la mayúscula que lo acompaña son muestra del deseo de imponer una sola visión- nunca les ha gustado la libertad. no es que les asuste: les molesta y les ofende. recordemos, de paso, el muy arquitectónico capítulo de nuestra señora de parís de vicor hugo:

Que nuestros lectores nos perdonen si nos detenemos un momento para analizar el sentido que se ocultaba tras aquellas palabras enigmáticas dichas un poco antes por el archidiácono: Esto matará a aquello. El libro matará al edificio.

Creemos que este pensamiento tenía dos sentidos; era primeramente el pensamiento de un cura; el espanto de un cura ante una circunstancia nueva cual era la imprenta. Era el miedo y el deslumbramiento del hombre del santuario ante la prensa luminosa de Gutenberg; eran el púlpito y el manuscrito; la palabra hablada y la palabra escrita, alarmadas ante la palabra impresa; algo así como el estupor de un pajarillo contemplando al ángel de la Legión desplegando sus seis millones de alas. Era como la voz del profeta que oye susurrar y afanarse a la humanidad ya emancipada, que lee en el futuro y ve cómo la inteligencia socava la fe y cómo las opiniones van acabando con las creencias, cómo el mundo zarandea a Roma. Pronóstico del filósofo que ve cómo el pensamiento humano volatilizado por la imprenta, se va evaporando del frasco teocrático. Terror del soldado que al ver el ariete de bronce, dice que su fortaleza será fatalmente abatida.

la libertad, como la inteligencia -o, mejor, si va acompañada de la inteligencia: pero al decirlo así el moralista saldrá con su sonzada de que es precisamente la libertad sin inteligencia (el libertinaje) lo que critica y digámoslo: nunca en la libertad hay excesos (¿o sólo en el exceso hay libertad?)- socavan la fe, acaban con las creencias.

la libertad -de ideas, sexual, política, la que sea- a las iglesias les choca.

lean lo que victor rené rodríguez gómez, obispo auxiliar de tlaxcala y secretario de la conferencia del episcopado mexicano, espetó acompañando la seudodisculpa:

Los problemas de pederastia se deben a varios factores: la sociedad ha tendido a ser muy liberal en ética sexual y se ha promovido la no prohibición, sino la tolerancia a todo desorden; ahora vemos las consecuencias. Ha faltado verdaderamente más educación sexual desde las familias y las escuelas, sin reducirla a una mera información genital que a veces lleva a un libertinaje sexual.

la culpa, pues, es -al menos parcialmente- de la sociedad, muy liberal en ética sexual, que no prohibe -ni castiga- sino que tolera "todo desorden". no es de los curas y el vaticano que, no por tolerantes sino por cómplices, admitieron, ocultaron y encubrieron no el desorden sino el crimen. que "la mera información genital," nos dicen, lleva a veces a un libertinaje sexual. no, señor cura, la fe ciega no lleva a nada y el cinismo cómplice -que supongo que lo suyo no es pura fe, sino algo peor: no idiotez sino maldad- es peor que cualquier "libertinaje".

1 comentario:

dinamiteroloco dijo...

Antídotos contra la estupidez de los curas:
http://www.ted.com/talks/michael_specter_the_danger_of_science_denial.html
http://www.ted.com/talks/lang/eng/richard_dawkins_on_militant_atheism.html