conocemos el dicho corbusiano : la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz. pero si la arquitectura es un juego, ¿cuáles son sus reglas?, ¿quién las planteó y cómo regulan y se regulan? hubo una época en que se pensó que las reglas –y no sólo las del juego arquitectónico– eran inmutables, firmes, eternas. la proporción, el ritmo, la simetría o la estabilidad, la utilidad y el decoro vitruvianos. ¿y si alguien inventó esas reglas? ¿cómo, para qué?
si el juego de la arquitectura es similar a los juegos del lenguaje tal como los planteaba wittgenstein, habría que establecer en principio que esas reglas no pueden ser privadas o subjetivas, que el sentido de las reglas o, más bien, la posibilidad de que las reglas hagan sentido, depende de una comunidad de hablantes que más que aceptarlas las practica. para wittgenstein –o, precisando, el segundo wittgenstein– el significado de las palabras no es otra cosa que su uso: son herramientas cuya capacidad es la de hacer algo al ser usadas.
por otro lado, deberíamos también pensar, con brian massumi, que las reglas no hacen al juego sino se hacen con el juego. massumi llama a las reglas backformations, algo así como formaciones retroactivas. massumi supone que las reglas del futbol o del rugby, por ejemplo, no se construyen con anterioridad al juego sino que se van determinando en el proceso histórico mismo que define al juego. en algún momento, cuando las reglas se codifican, se define un juego preciso en el que transgredirlas supone en principio una violación o, en caso extremo, un cambio de juego.
si la arquitectura es un juego, por más sabio, correcto y magnífico que sea, sus reglas se producen como las del futbol o el rugby, mientras se determina el juego, y el sentido de las mismas depende de lo que sean capaces de hacer, de su desempeño –performance. esas reglas establecen códigos y sólo así es posible valorar si el juego es correcto o no. pero los códigos se rompen, se quiebran o se doblan. aunque el chiste puede ser –como woody allen hace decir a alan alda en crímenes y pecados– que las reglas se doblen y no que se rompan –lo que no es sino un guiño de allen a wittgenstein quien escribió : "la tragedia consiste en que el árbol no se dobla sino que se rompe."
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