30.4.13

virtuosismo





hace poco estuve tentado a decir que santiago calatrava es a la arquitectura y, sobre todo, al diseño de estructuras, lo que liberace fue para el piano, aunque no se realmente quién hubiera salido ganando —y quién perdiendo— con la comparación. supongo liberace. me parece que, pese a toda su parafernalia exhibicionista o, más bien, precisamente por eso, no se tomaba en serio. sabía que su virtuosismo era casi pura prestidigitación y asumía que ésta no sería estorbada por los muchos y pesados anillos que usaba o por los grandes puños bordados de sus camisas. era claro que su virtuosismo pudo menos que su exhibicionismo delirante. no era, evidentemente, glenn gould.

en su gramática de la multitud, paolo virno dice que la actividad del virtuoso se caracteriza por ser "una actividad que se cumple —que tiene su propio fin— en sí misma, sin objetivarse en una obra perdurable, sin depositarse en un «producto terminado», o sea en un objeto que sobrevive a la interpretación." el virtuosismo exige, dice virno, la presencia de los otros: sólo tiene sentido si se puede ver o escuchar. hay ahí, desde un principio, algo de exhibicionismo. a partir de aristóteles y arendt, virno relaciona al virtuosismo con la política, que tampoco tiene un "producto terminado" y exige de la presencia de los demás. por eso "todo virtuosismo es político".

glen gould detestaba esa parte de su actividad. el 10 de abril de 1964, a los 32 años —en la cima de su carrera, como dirían los clásicos— gould tocó por última vez ante una audiencia. desde entonces hasta su muerte, 18 años después, gould se dedicó a grabar discos en búsqueda de la ejecución perfecta, rechazando la teatralidad exhibicionista que implicaba el concierto —algo que para liberace resultaba incomprensible: éste vivía, para citar de nuevo a los clásicos, del aplauso del público. virno dice que "para tornar apolítico su virtuosismo," gould "trató de acercar lo más posible su actividad de artista ejecutante al trabajo propiamente dicho, que deja tras de sí productos extrínsecos". pero eso no quiere decir, necesariamente, que gould haya abandonado toda forma de virtuosismo, al contrario: se convirtió en un virtuoso del estudio de grabación, produciendo sus grabaciones a partir del montaje —literal— de distintas tomas de la misma obra, seleccionando los momentos que la parecían habían alcanzado la perfección, dedicando siempre una atención extrema a los aspectos técnicos de la grabación: la posición de los micrófonos en relación al espacio en que se graba, por ejemplo. por eso virno dice que al virtuosismo se le abren dos alternativas: "incorporar las características estructurales de la actividad política, según la entienden aristóteles y arendt —ausencia de obra terminada, exposición a la presencia de otros, contingencia— o, como supone marx, adopta la semblanza del «trabajo asalariado que aún no es trabajo productivo». en otras palabras, se supone que el virtuosismo de gould, al retirarse del espacio de lo público, no produce plusvalía sobre el producto de su trabajo —las grabaciones. ¿lo anterior implica que la disyuntiva se da sólo entre el retiro de lo público —entendido como exhibición desinhibida— y el performance —término que actualmente se utiliza cada vez más para hablar de lo que la arquitectura hace, no los arquitectos? habría que pensarlo, con ayuda de aristóteles y arendt, de marx y de virno y, sobre todo, de liberace y de gould, en el contexto de una arquitectura del espectáculo cada vez más criticada.

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