11.5.13

superficialidad y profundidad


hace unos días leí que keith richards declaró no tener un ipod, que aun escucha discos compactos e incluso aveces casetes. y sí, los que saben dicen que el cd tiene mejor sonido que un mp3, un casete mejor que un cd y el disco de vinilo los supera a todos. algunos piensan que la serie termina afirmando que la música en vivo suena mejor, lo cual es falso, tanto en el sentido de culminar la serie —de hecho la música en vivo está fuera de esa serie— e incluso de sonar mejor: no en balde le corbusier decía, prefigurando a glen gould, preferir la música grabada a la ejecutada en vivo: no sólo está disponible en cualquier momento sino se evita la molesta presencia de el resto del auditorio.




y si es cierto que el vinilo suena mejor que el mp3 es cuestión, probablemente, de profundidad: el surco que traduce análogamente las vibraciones del aire que son la música tiene mayor profundidad que los unos y ceros inscritos en la superficie de un cd, en la intimidad de una memoria flash o en la eterea complejidad de la nube. más profundos pero menos extensos. no dudo que tenga razón keith richards en cuanto a la calidad del sonido, pero la posibilidad de recorrer la ciudad acompañado de 1500 tracks distintos en mi viejo ipod touch de primera generación y que, además, en cada uno vaya incluida la portada del disco y, a veces, incluso la letra y más información que, aunque yo no vea, hace posible que un programa del ipod elabore listas sabiendo qué es lo que más escucho o que un algoritmo decida que david sylvian e ingrid chavez suenan bien uno tras otro —¿sabrá el algoritmo que fueron esposos?— es algo que, aunque en distintos registros, para mi deja en segundo lugar el tema de la calidad del sonido. aunque claro, la ventaja de esa información extra —y extensa— se desprende de qué tan operativa resulte, si no, la profundidad del sonido gana.

supongo algo similar pasa en relación al tema de la información contra el conocimiento. la información se extiende cada vez más: se enreda, forma redes. el conocimiento —modelo quizás en desuso— profundiza. eso al menos es lo que sugería alessandro baricco en los bárbaros, ensayo sobre la mutación. hoy a nadie parece interesarle profundizar sino conectar —aunque seguramente en los dos casos se trata de establecer conexiones, unas obsesivas y otras excesivas. el conocimiento sólo se valora en tanto hace posible otras operaciones: nuevas conexiones con otros datos, de manera horizontal y superficial. si quien conoce es porque se clava —profundiza como un buzo, dice baricco—, quien se informa sigue el modelo del surfista: él no controla la ola que lo lleva, no la domina, se deja llevar y el control que ejerce es sobre sí mismo; su fin es mantenerse el mayor tiempo posible de pie para avanzar —a dónde sea, pero avanzar.

por costumbre y tradición, porque así se construyó el saber o, más bien, porque esa forma de construir el saber, por inmersión, fue valorada como la mejor, tendemos a pensar que el conocimiento es mejor que la mera información. pero eso cambia, dice baricco. el modelo google es un buen ejemplo. baricco escribe que se está dando "una determinada revolución copernicana del saber según el cual el valor de una idea, de una información, de un dato, está relacionado no principalmente con sus características intrínsecas, sino con su historia. es—agrega— como si los cerebros hubieran comenzado a pensar de otro modo: para ellos —léase: los bárbaros, los surfistas— una idea no es un objeto circunscrito sino una trayectoria, una secuencia de pasos, una composición de materiales distintos. preguntarse qué es algo significa preguntarse qué camino ha recorrido. la idea de que entender y saber signifique penetrar a fondo lo que estudiamos, hasta alcanzar su esencia, es una hermosa idea que está muriendo: la sustituye la instintiva convicción de que la esencia de las cosas no es un punto, sino una trayectoria, de que no está escondida en el fondo, sino dispersa en la superficie, de que no reside en las cosas, sino que se disuelve por fuera de ellas, donde realmente comienzan, es decir, por todas partes."

no es, pues, que el bárbaro, al ser superficial, no entienda, sino que usa la información de manera diferente —no para construir conocimiento. una cita que hace baricco de una frase de karl krauss lo explica claramente: para quien trepa por la fachada de un edificio no hay ornamento que no le parezca utilísimo.

me parece que el problema no es, entonces —y pienso en quienes pedimos al aprendiz de arquitecto que estudie y entienda todas las soluciones que dio mies al problema de la esquina antes de pretender diseñar un muro cortina, porque ese conocimiento es necesario para hacerlo como debe ser— la falta de profundidad, sino la superficialidad a medias. quien quiere escuchar en su ipod la fidelidad de un lp y no usa la otra información —superficial— que el track incluye por supuesto no lo conseguirá y entonces keith richards tiene razón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Arquitecto, ¿no valdría la pena un post sobre lo superficial vs lo superfluo? Normalmente se confunden en el mundo contemporáneo.

otromas dijo...

saludos gabriel. es cierto. una buena analogía es una crema protectora de rayos uv: nada más superficial y menos superfluo. aunque no se si es algo contemporáneo o vieja historia —¿desde que la visión de parménides le ganó a la de heráclito?
lo que sí es que la arquitectura —o, más bien, las "teorías" de la arquitectura— han articulado y servido de modelo para diferenciar entre lo gratuito y lo estructural —de la belleza que es esplendor de la verdad al ornamento como delito—, de lo 'edificante' y lo 'bien cimentado' contra lo innecesario y pasajero —por eso sirve mucho esas otra historias de la arquitectura: de la tienda del nómada a la carpa del circo y el pabellón de feria. habrá que ver eso también.

Demonio de Maxwell dijo...

Un saludo desde Uruguay, no hace mucho que visito tu blog, igualmente ya me he colgado leyendo varias entradas, muy interesantes por cierto. En especial esta, que me hizo acordar mucho a lo que reflejan los conceptos descritos en el diccionario metápolis de arquitectura avanzada- arquitectura avanzada entendida como la arquitectura de estos tiempos-en donde manifiestan que "el valor de la arquitectura no resulta, ya de crear formas en el espacio sino de propiciar relaciones en él. Relaciones y acciones combinadas para una realidad definitivamente "abierta"y no predeterminada", y ahí mi punto de contacto entre el concepto de idea de Baricco y el de arquitectura del diccionario. No se trata de pensar en objetos circunscriptos, sino en trayectorias, procesos, inacabados, inconclusos, nacidos para mutar "n" veces.
Estos procesos son los que definen esta nueva arquitectura: "hacer arquitectura es ese proceso-trayectoria- abstracto que relaciona información con materia, en el espacio y en el tiempo" y la pregunta es, ¿cuánto de la arquitectura es materia y cuánto es información? información cultural, funcional, estética, económica, física, energética; saturada en el espacio y en el tiempo definiendo un hecho sólido, visual y táctil. Ese caudal de información se superpone, fragmenta, y relaciona dependiendo de cada uno, y es también dependiendo de cada uno qué tan útil u operativa pueda llegar a ser para la creación de determinados hechos complejos debido a la diversidad y cantidad de datos y no al conocimiento. Si esa abundancia de información no se utiliza es ahí cuando la profundidad del sonido-conocimiento gana importancia.

Muy bueno el blog, seguimos en contacto.Salute!