hoy me tocó ver arquitectura. y la vi en la calle y en un par de museos acompañado de mucha gente que, según me pareció, no eran arquitectos, lo cual es muy bueno: confirma lo que ya se sabe desde hace tiempo en muchas ciudades: la arquitectura puede interesar también al
gran público. aunque, por supuesto, como cualquier otro público, el de las exposiciones de arquitectura hay que construirlo. ahí el problema. aclaro que me hubiera gustado escribir sólo cosas buenas aquí. desde que escuché la semana pasada a alberto ruy sánchez decir que al darse cuenta del tiempo que dedicaba a lo que no le gustaba decidió criticar no lo que odiaba sino lo que amaba, pensé en aprender de la lección. pero aun no he podido. tal vez una semana no sea suficiente.
la primera exposición que vi está en las rejas de chapultepec, en la banqueta de reforma, y fue organizada por el colegio de arquitectos de la ciudad de méxico. de las tres que comento es la mala. ni me sorprende ni me extraña: antes ya comenté lo malo que resultó un
catálogo también hecho por el colegio de arquitectos para una exposición de arquitectura mexicana en roma. pero resulta, por decirlo así,
curioso que la asociación de arquitectos de la ciudad de méxico se revele tan poco capaz de organizar una muestra de arquitectura. dirán que colgar fotos en una reja no requiere gran ciencia, pero la selección y el orden que se les da a las obras expuestas implica decisiones y tomas de posición: eso que hoy se llama
curaduría. aquí parece que no la hubo, que todo cupo y no sabemos por qué de esa manera y no de otra. ni siquiera sabemos si los excluidos revelan —como debiera— una toma de posición o sólo que no se inscribieron y pagaron su cuota para participar a tiempo.
la exposición se llama
la ciudad y su arquitectura reciente. y aunque no aclara de qué ciudad se trata, al llevar las siglas
cdmx en el cartel de presentación y estar organizada por el colegio de arquitectos de la ciudad de méxico, supongo que de esta ciudad. no se entiende entonces por qué se incluye, por ejemplo,
la tallera, de frida escobedo, que está en cuernavaca —a menos que se trate de obras de arquitectos que viven en la ciudad de méxico, lo que el título de la muestra no aclara. no sería tan grave si las fichas de las fotografías estuvieran hechas como se supone que son las fichas de una exposición: nombre de la obra, de los autores, lugar, fecha y acaso alguna breve explicación. por si el público que camina en la banqueta de reforma quisiera saber algo más de esa arquitectura y sus autores. nada de eso. las fichas parece que las encargaron a alguien que hacía su servicio social y que nadie responsable las revisó. a veces llevan el nombre del fotógrafo, otras no. muchas veces atribuyen proyectos hechos por despachos con varios socios a uno de ellos y no al otro o, cuando inexplicablemente una obra cuenta con dos fotografías en vez de una, se atribuyen a dos autores distintos. supongo que el público no enterado de arquitectura no sabrá que arquitectura911 es el despacho de jose castillo y saidee springall (los tres nombres aparecen en distintas fichas, separados) o que francisco pardo y julio amezcua son socios.
y probablemente haya quien felicite a víctor jiménez por la casa que le construyó a juan o'gorman, pues la ficha no explica que la casa la hizo éste, en 1929, y que aquél fue el encargado de la restauración. por cierto, en esta exposición que parece más de fotos de edificios que de arquitectura reconocí al menos un
render ocupando el lugar de una foto. será que los arquitectos ya no distinguimos o no queremos hacerlo entre la imagen de lo que es y la de lo que queremos que sea.
la siguente exposición, a unos pasos, está en el museo de arte moderno y se llama
resumen del fuego. es una retrospectiva de la obra de fernando gonzález gortazar. se incluye una selección amplia del trabajo de gonzález gortazar como arquitecto y como escultor o, más bien, del compromiso escultórico de su arquitectura y de la condición arquitectónica de su escultura. hay, también, algunas imprecisiones en las fichas —como la que describe el proyecto para el arco bicentenario de gonzález gortazar como
no construido, lo cual no es falso pero sí ambiguo: el proyecto no ganó en un concurso, que es lo que se debiera explicar. de cualquier manera el montaje, que pone en relación el trabajo arquitectónico y escultórico a través de fotografías, maquetas y obra a escala uno a uno, permite entender algunas decisiones formales de gonzález gortazar e intuir ciertas influencias.
la última muestra que vi es la fea. en descargo hay que decir que casi cualquier exposición que vaya a parar al pasillo del último nivel de bellas artes que pomposa y exageradamente bautizaron como
museo nacional de arquitectura terminará siendo fea.
curioso —para usar de nuevo el eufemismo— el lugar, en todos sentidos, que el instituto nacional de bellas artes concede a la arquitectura.
la muestra presenta a los participantes en le concurso para seleccionar a los curadores de la participación de méxico en la bienal de venecia de este año:
absorbing modernity, 1914-2014, dirigida por rem koolhaas. en su momento
escribí sobre las deficiencias de un concurso convocado a última hora y con algunas fallas en las bases. en el blog de arquine
mostramos el primero y segundo lugares. viendo ahora todos los participantes me sorprende que, con contadas excepciones, la mayor parte de las propuestas hayan optado por construir la escenografía en vez de plantear primero el guión. sí: es una muestra de arquitectura e importa, y mucho, cómo se vea, pero también como se
lea —y es difícil leer si nada se escribió. hubo, claro, propuestas interesantes, incluso radicales —dedicar el 1% del presupuesto del pabellón a filmar un documental que se exhibiría en venecia y registraría cómo familias de escasos recursos construyen o mejoran su vivienda con el 99% restante del presupuesto; la que hace del espacio un vacío con suelo inclinado y reflejante o la que lo convierte en un centro de documentación e investigación más que
sólo en una muestra de edificios.
una de las preguntas que plantea koohaas para su bienal tiene sus dosis de ambigüedad y de cinismo —como mucho de lo que acostumbra el holandés. es arriesgado decir que en el siglo que va del inicio de la primera guerra mundial a nuestros días la modernidad borró, al menos en arquitectura, todos los residuos de tradiciones locales. no sólo por el desaire a ciertas
posmodernidades y
regionalismos críticos sino por la manera como atiende a una realidad construida que de algún modo refleja el recrudecimiento de nociones de identidad y diferencia que se oponen a lo genérico entendido como el peor efecto del capitalismo tardío. en el caso mexicano también es interesante contrastar esa idea de modernidad unificadora que plantea koolhaas con el mito —no por mítico falso— de la modernidad que construye la identidad del méxico post-revoucionario —y que el nuevo viejo pri se ha empeñado, con su acostumbrada esquizofrenia, en defender y desmantelar con el mismo gesto. esas lecturas se presentan en un mínimo porcentaje de las propuestas, que más bien optaron por lo escenográfico —algo que tal vez revele mucho de nuestra verdadera visión de la modernidad arquitectónica en méxico. con todo, aunque una muestra sea mala, otra buena y una fea, es bueno contar con tres exhibiciones de arquitectura al mismo tiempo en esta ciudad —más las que vendrán las próximas semanas.