hubo una época en el que el color del manto de la virgen o la flor que sostenía en su mano tenían un simbolismo especial. esa manera de ver y entender el mundo y las cosas fue transformándose poco a poco. la modernidad quiso dar la puntilla definitiva al simbolismo que, sin embargo, nunca desaparece del todo. el simbolismo, a lo largo de la historia, ha sido cualquier cosa menos simple: podemos sonreír de que los medievales pensaran que las nueces son buenas para la memoria por el parecido entre éstas y el cerebro, pero el poder del pensamiento analógico es mucho más fuerte que eso. sin embargo, hacer hoy referencias directas al simbolismo lleva la más de las veces a resultados simplones.
cuando norman foster y fernando romero explican la forma de su propuesta para el nuevo aeropuerto de la ciudad de méxico como una alusión al escudo nacional y ven en la planta de su proyecto un nopal, una serpiente y un águila, el juego de lo simbólico no funciona por burdo. basta ver la propuesta para la terminal dos del aeropuerto de incheon, corea del sur, de la firma gensler —quienes también participaron en el concurso para el aeropuerto mexicano asociados con bernardo gómez pimienta— para ver que ese simbolismo no funciona. podríamos ver en este aeropuerto la representación del escudo presidencial de corea del sur: dos aves fénix y una flor de hibisco, pero resultaría ridículo —como ridícula es la comparación del aeropuerto de foster y romero con el escudo nacional.
si los dos esquemas se parecen tanto es por la misma razón que las pirámides en distintos lugares del mundo se parecen tanto —y que desvela a los creyentes en explicaciones esotéricas—: por lógica. estos aeropuertos sirven para lo mismo, probablemente con tamaños similares, flujos de personas similares, similar cantidad de aviones, etc. ni águilas ni aves fénix, ni nopales ni hibiscos.
eso sí: el truco burdo del arquitecto de apelar al escudo, el simbolismo y la idiosincracia nacionales para convencer al político, provocará la felicidad de éste, convencido de poder utilizar la imagen en sus discursos sobre nuestra gloriosa identidad. eso no es simbolismo: es mercadotecnia.
1 comentario:
Y bueno, el discruso simbólico a huevo y los tintes novelescos también le dieron el plan maestro del WTC de NY a Libeskind. En todos lados se cuecen habas.
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