El 13 de julio de 1847 nació en Viena Otto Wagner. Estudió arquitectura en Berlín y en Viena, primero en la Escuela Politécnica y luego en la de Bellas Artes. En 1879 realizó el decorado para la celebración de las bodas de plata del emperador Francisco Jose y ahí empezó su exitosa carrera. Su primera etapa la califican como neorenacentista —la recuperación de un estilo que fue la reinvención de otro. Pero ya en la madurez, a los 55 años, se sumó a los jóvenes de la Secesión Vienesa, la moda y modernidad del momento produciendo algunos proyectos memorables.
También el 13 de julio pero de 1930 nació el danés Ulrik Plesner en Florencia, Italia. Plesner —cuyo homónimo, Ulrik Adolph Plesner, nacido en Ringkøbing, Dinamarca, el 17 de mayo de 1861, también fue arquitecto— vivió en Ceilán de 1958 a 1967, asociado a Geoffrey Bawa, antes de regresar a Londres, donde entró a formar parte del equipo de Ove Arup. En el 72 volvió a mudarse, esta vez a Israel, donde fue arquitecto de la ciudad entre 1976 y 1977. En 1987 volvió a Dinamarca donde abrió su propia oficina en Copenhagen.
El 13 de julio de 1979 no nació, murió Juraj Neidhart, nacido en Zagreb el 15 de octubre de 1901. Neidhart estudió en la Academia de Bellas Artes de Viena, de donde se recibió en 1924. Uno de sus maestros fue Peter Behrens, para quien trabajo entre 1930 y 1932, cuando se fue a París a trabajar con Le Corbusier —quien a su vez había trabajado con Behrens. Se dice que fue su único asistente que recibía un sueldo en aquellos años. En 1939 Neidhart se mudó a Sarajevo, donde vivió hasta su muerte.
Pero de todos los arquitectos nacidos o fallecidos el 13 de julio, seguramente el más popular no lo es por sus edificios: Ernö Rubik, que nació en Budapest el 13 de julio de 1944. Su padre era un ingeniero diseñador de aviones y su madre, poeta. Estudió en la Universidad Tecnológica de Budapest y en 1971 entró como profesor de arquitectura en el Colegio de Artes Aplicadas de esa ciudad. Fue ahí que, en 1974, empezó a trabajar en el prototipo de un cubo formado por otros 26 cubos unidos al centro por ligas que les permitieran girar en todas direcciones. Lo llamó Buvuos Kocka: el cubo mágico. Rubik patentó su invento y en 1979 otorgó la licencia de producción a una compañía de Nueva York, Ideal Toys. En 1980 iniciaron las ventas mundiales del Cubo de Rubik, como rebautizaron al rompecabezas tridimensional. En tres años se vendieron al menos 100 millones de cubos originales y otro tanto de copias no autorizadas y unos 10 millones de ejemplares de distintos manuales explicando la mejor manera de resolverlo. El cubo también hizo de Rubik el hombre más rico de Hungría, aunque siguió por un tiempo dando clases y desarrollando una “teoría general de las estructuras.”
Desde que el cubo se volvió una obsesión mundial, se ha especulado que el número de movimientos para resolverlo está entre dieciocho y cincuenta y dos. El cubo tiene 43, 252, 003, 274, 489, 856, 000 —o, más fácil, algo más de 43 quintillones— de posibles posiciones distintas. Según análisis más recientes hechos por matemáticos con ayuda de supercomputadoras, de cualquiera de las posiciones es factible regresar a la original en no más de 20 movimientos. En 1982 el récord mundial para resolverlo era de 22.95 segundos. El actual récord mundial para ordenar las seis caras del cubo de Rubik de un solo color cada una lo estableció el sábado 25 de abril del 2015 Collin Burns, de 15 años, quedando en 5.25 segundos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario