11.12.16

las unidades habitacionales de cernan y schmitt


El 21 de julio de 1969 Neil Armstrong puso un pie —el izquierdo— sobre la superficie de la Luna. Fue el primer hombre en hacerlo y todo mundo lo recuerda. Veinte minutos después Buzz Aldrin lo acompañó. Fue el segundo y lo recuerdan menos que a Armstrong y su famosa frase: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad. El pequeño paso fue en realidad un paseo que duró dos horas y media, la más corta caminata de las seis misiones que han descendido en la Luna. La última la hicieron Harrison Schmitt y Eugene Cernan, tripulantes del Apolo 17. Alunizaron el 11 de diciembre de 1972 y caminaron por la superficie lunar en total por más de veintidós horas. De los dos, Schmitt fue el último en regresar a la nave y, por tanto, hasta ahora es el último hombre que ha pisado la Luna. Cernan y Schmitt también fueron los que tomaron una de las imágenes de la Tierra más reproducidas desde entonces. O, más bien, alguno de los dos la tomó —en sus respectivas entradas en Wikipedia se les atribuye a cada uno, aunque oficialmente fue firmada por todos los tripulantes del Apolo 17.

Durante su caminata en la Luna, Cernan y Schmitt usaron un traje espacial llamao Omega, con su número de código A7LB, que era una variación del A7L, fabricado por ILC Dover, una filial de Interntional Latex Corporation, compañía fundada en 1932 por Abram Nathaniel Spanel, y que en 1947 cambió su nombre por Playtex, compañía conocida por fabricar, entre otras cosas, ropa interior para mujeres —y que fue la primera en mostrar a una mujer en brasier en un anuncio en 1977. Con sus 11 capas que llegan a tener casi medio centímetro de espesor, los trajes espaciales son más que eso. Su nombre oficial era Unidad de movilidad extravehicular, se trata, pues, de auténticas unidades habitacionales. Se fabricaban a la medida de cada astronauta por un equipo de unas quince personas. Los materiales usados eran mylar, neopreno, nylon, dacron, spandex y acero inoxidable para las piezas metálicas. Muchos de esos materiales terminaron usándose después en la Tierra, incluso en la construcción, por ejemplo en el pabellón de los Estados Unidos en Osaka. En su libro Spacesuit, Fashining Apollo, Nicholas de Monchaux escribió:

El pabellón de los Estados Unidos en la Feria Mundial de Montreal en 1967 asombró al mundo con su geometría geodésica “sinérgica,” sus exposiciones espaciales, incluyendo los paracaídas totalmente abiertos del módulo de control de reingreso a la tierra, dominando el interior. El siguiente pabellón, en Osaka en 1970, recibió menos atención. En parte debido a la diferencia de escala entre las dos estructuras. Mientras la estructura original propuesta para 1970 (de Chermayeff y Geismar con los arquitectos Davis y Brody) incluía una luna gigante inflable que rodeaba una mediateca experimental, las restricciones en el presupuesto debido a la guerra en Vietnam forzó recortes sustanciales en tamaño y escala. «Habrá estructuras grandes y espléndidas en la Expo 70 de Osaka,» reportaba Architectural Record, «pero el pabellón de los Estados Unidos no será una de ellas.” El diseño resultante, ridiculizado por Peter Blake, editor de Architectural Forum como «el más grande parche para juanetes del mundo,» era la estructura inflable más grande construida hasta entonces. Fabricada deliberadamente con la misma fibra de vidrio Beta del traje espacial A7L (aunque sin el costoso recubrimiento de Teflón en cada fibra), el pabellón presentaba exposiciones de fotografía, pintura, arquitectura, arte popular y equipamiento deportivo.


De la ropa interior femenina a la unidad de movilidad extravehicular y de regreso a la Tierra, para techar la estructura inflable más grande en ese momento, el desarrollo de las fibras sintéticas que permitieron que Armstrong fuera el primer hombre en caminar sobre la Luna y Cernan y Schmitt los últimos, puede leerse como un capítulo más —el más reciente, tal vez— de la historia textil de la arquitectura y de la progresiva disolución del muro, desde aquél espeso y construido sólo de piedra hasta la relativamente delgada acumulación de 11 capas en el AL7B. Al respecto el filósofo Peter Sloterdijk escribió: “se puede hablar de la existencia de un mundo suficientemente completo cuando se cumplen las condiciones mínimas de sustento de la vida.” Y agrega: “los trajes especiales para paseos espaciales son una versión reducida de tales sistemas posibilitadores de vida.”

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