9.9.10

otro méxico


faltan 8 días para el magno desfile bicentenario. ya se han publicado algunas imágenes de marionetas y alebrijes gigantes. sabemos que vendrán contingentes militares de varios países a desfilar junto con el ejército mexicano. sabemos que el director del espectáculo es el australiano ric birch, que produjo varias inauguraciones de juegos olímpicos, incluyendo los de barcelona, y que recibió un contrato de más de 500 millones de pesos. también sabemos que el costo de la producción del desfile supera los mil millones de pesos. no sabemos aun cómo sera. queda esperar que valdrá la pena y, sobre todo, el gasto. y que no se sume a la ya larga lista de fracasos bicentenarios con la estela de luz y el parque bicentenario a la cabeza.
sin embargo, me sorprendería que la celebración bicentenaria tuviera una imagen o, mejor, una imaginería tan coordinada como, por ejemplo, la de las olimpiadas en méxico en el 68. no se trata, por supuesto, de añorar ese méxico en el peor momento del autoritarismo priista, justo después de la matanza de estudiantes en tlatelolco. aunque, si pensamos en hitler, stalin o los chinos o coreanos del norte y sus desfiles, parece que –benjamin dixit– hay cierta relación entre fascismo y espectacularidad. pan y circo, mucho circo. de todos modos hay excepciones y también gobiernos democráticos pueden organizar celebraciones memorables: pienso, sin duda, en el desfile del bicentenario de la revolución francesa, en el 89, bajo el gobierno de mitterrand y con jacques lang como ministro de cultura, ideado por jean paul goude –además de la biblioteca, el parque, el museo, el ministerio, el arco y más edificios conmemorativos y útiles, de paso.
con todo lo que me quejo del ruinoso estado de nuestra nación y de la ineptitud ampliamente demostrada por los recientes gobiernos panistas, estoy también convencido de que algo ha cambiado, y para mejorar, desde los tiempos del autoritarismo priista. no añoro la elegancia y sofisticación vistas en el 68 en méxico, aunque me enfada nuestra terrible incapacidad para reinventarnos, para producir un nuevo país a la altura de nuestra megalomaniaca autoafirmación –¡como méxico no hay dos!– y nuestra ceguera obstinada ante las grandes taras que nos anclan en un pasado que sólo es grandioso en proporción a la grandeza presente que, seamos francos, no es mucha. sí, somos otro méxico que el del 68 y mejor. pero también somos un fracaso histórico y una promesa incumpida y, como se ven las cosas, no hay redención cercana.

1 comentario:

Ulises dijo...

Hola, veo que has posteado mucho recientemente lo cual se agradece, tal vez te interese una modesta infografía comparativa de México con los gastos, inversiones, y demás conceptos monetarios. Además hemos agregado un link a tu página que nos parece de lo mejor que se pública al día de hoy respecto a arquitectura en México.

Saludos.