15.7.12

la imaginación y la memoria


"las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran"
italo calvino



"cada momento de cara a la cosa está mermado por la memoria de aquél que lo precedió y la anticipación del siguiente. (...) un mundo desplegado, a recorrer, jamás presentable, siempre puesto en escena, siempre diseminado. (...) el espacio de las cosas aquí (...) me fuerza a diferir siempre el momento de la apropiación, de la interiorización, del recogimiento de su sentido."
sylviane agacinski


al inicio nada. un espacio que casi no lo es : pura extensión ilimitada. vacío.

luego un muro. o una línea, sería igual, casi igual. el muro es más alto que una persona –ya no es una simple línea, ya no es igual, ahora tiene profundidad y peso : materia. no permite ver nada al otro lado, atrás. no es infinito pero permanece indefinido, aunque define ya dos lugares distintos, diferentes: adelante y atrás. como no hay nada en el muro que indique cuál lado es el delantero, lo será aquél frente al que yo me encuentre. el muro se curva, se dobla o se quiebra hasta que sus dos extremos se tocan y me encierran. no estoy más frente a él, estoy dentro. al adelante y al atrás se suman ahora un interior y un exterior. no se, ya no puedo ver qué hay afuera. lo recuerdo. lo imagino. (¿podría imaginar ese mundo externo si jamás lo hubiera conocido?)

ahora una puerta. los extremos del muro no llegan a tocarse y por esa falla el interior y el exterior se comunican. en el límite, coinciden. salgo, cruzo el umbral y, por fuera, rodeo el muro. me detengo; frente al muro estoy yo, viéndolo. no puedo ver lo que hay de cara al muro, atrás de mí, ni lo que se encuentra atrás del muro, al otro lado, frente a mi. tampoco lo que quedó adentro. lo imagino o lo recuerdo. prosigo mi recorrido, veo primero al muro, después lo que está enfrente. vuelvo a la puerta. entro. recorro ahora el muro del otro lado, aquél que da al interior. parado frente a la pared recuerdo lo que se está frente al muro, y recuerdo también lo que está atrás de mi, adentro, y tras del muro, el otro muro, el de atrás, afuera. todas estas imágenes  de mi memoria se recomponen imaginariamente para conformar la ficticia unidad de este lugar, de esta parte del mundo, aparte, donde yo habito y que llamo mi casa.

multiplica ahora cada elemento infinidad de veces. los muros, las puertas y las ventanas, los techos y las partes que los forman. multiplica las casas y ponlas una al lado de otra, no importa si es en un orden claro y predeterminado o si las calles, las plazas y los jardines se agrupan de maneras confusas e inexplicables: siempre será un laberinto. multiplica así el adelante y el atrás, el adentro y el afuera. introduce el exterior en interiores y haz también lo contrario hasta que el exterior difiera también del exterior, hasta que el espacio se fragmente y cada parte tenga distintas calidades, distintas densidades.

ahora el tiempo. el tiempo que se llevará este crecimiento y los cambios que transformarán el plan original, si lo hubiere. ye l tiempo que se tarda en llegar a un acuerdo si la decisión es compartida, o el que se pierde en esperar la orden de la lejana autoridad. y el tiempo que te lleva recorrerlo todo, aun cuando sabes que no se puede recorrer todo, sino parte por parte, paso a paso. pues el espacio, eso que impide que todo esté en el mismo punto, y el tiempo, eso que hace que un punto no sea el mismo al siguiente instante, dividen, separan, apartan. lo despliegan y dispersan todo –incluyéndote– de modo tal que la reunión no es ya más que un recuerdo o un sueño : memoria e imaginación.