30.10.12

williams y jones


paul williams y quincey jones.

lebbeus woods (1940-2012)


michael kimmelman, crítico de arquitectura del nyt, tuitea que lebbeus woods, uno de los mejores arquitectos de fines del siglo xx, murió hoy.

otra forma de hacer arquitectura



este texto aparece hoy en arquitextos, la columna de arquitectura del reforma. aunque bajo el encabezado está, como de costumbre cuando es mi turno, mi nombre, lo que sigue lo escribimos y suscribimos fernanda canales, eduardo cadaval, yo y creo muchos de ustedes:

en méxico se deberán construir en los próximos 12 años cerca de 18 millones de viviendas, además de escuelas, hospitales, carreteras y toda la infraestructura de soporte. ¿quiénes planearán y construirán estas obras? ¿qué beneficios tendría hacerlo bien? ¿cuáles las repercusiones de hacerlo mal? el potencial de la obra pública como detonador de urbanidad ha transformado ciudades y sociedades. sitios como medellín y bogotá cambiaron tanto su fisonomía como su historia al vincular arquitectura –como bibliotecas de barrio, escuelas y guarderías— con infraestructura de transporte colectivo y espacio público. entender la continuidad entre la casa, la banqueta, la calle y el parque transformó la vida de miles de personas.

durante los últimos 50 años las ciudades de méxico han crecido sin planeación. tampoco existe una democratización ni transparencia en la asignación de los proyectos públicos. el acceso a proyectos a través de concursos abiertos no es un problema de arquitectura, sino de cultura democrática, de igualdad de oportunidades laborales y de lucha contra la corrupción. un concurso favorece el surgimiento de nuevas ideas y ofrece múltiples soluciones a un mismo problema . más que concursos monumentales, quizá los que necesitamos son aquellos de nivel básico, desde el centro deportivo de un pequeño pueblo a la clínica regional o la nueva guardería. en uno de los países con más escuelas de arquitectura en el mundo —más de 100— y con uno de los mayores índices de construcciones informales y de falta de credibilidad institucional, los concursos también pueden ayudar a mejorar la calidad de la educación, al abrir oportunidades para que tanto alumnos como profesores se enfrenten a problemas concretos donde la arquitectura podría volverse algo más útil. 

en los años cincuenta, para el proyecto de ciudad universitaria, hubo un concurso interno y más de 100 arquitectos participaron en la construcción. en los años noventa, para el centro nacional de las artes, el concurso fue por invitación y sólo participaron 8 grupos. la construcción de nuestras ciudades, de nuestras casas, escuelas, hospitales y calles no puede seguir dependiendo de las decisiones del gobernante o administrador en turno. se requiere de una ley que obligue a que haya concursos de proyectos para cualquier tipo de obra pública, algunos abiertos y otros por invitación, algunos locales, otros regionales, unos nacionales e incluso, los menos, internacionales. con una normatividad clara tanto para convocar los concursos como para seleccionar al jurado. 

¿vamos a confiar en que las instituciones funcionen sin una participación enérgica y colectiva? ¿seguiremos esperando a que los legisladores vislumbren la necesidad de dicha ley o, movilizándonos, seremos capaces de proponerla? se requieren poco más de 1,300,000 firmas para que una iniciativa ciudadana llegue al poder legislativo, ¿cuántos estudiantes de arquitectura y arquitectos somos en el país? ¿cuántos queremos un juego con reglas claras en el que todos podamos participar? ¿cuántos ciudadanos querrán sumarse y saber a quién pueden exigir mejores servicios? los ciudadanos son los que pagan las obras que muy pocos eligen y reparten. es su dinero el que se gasta pero no sus espacios los que se construyen. es tiempo de buscar otras formas de hacer arquitectura.

28.10.12

la ciudad no es un árbol




por un tuit de xavier treviño llego a esta nota del excelsior que anuncia el arreglo del camellón de la calle álvaro obregón, en la roma, que ya no permitirán que ahí se instalen comerciantes  los fines de semana y que habrá una ciclopista. de las tres acciones sólo la primera me parece "realmente buena"

no es que me guste el "bazar cultural" que ahí se instala los fines de semana, al contrario. cada vez más lleno y peor ordenado es un tianguis de baratijas dedicadas al mal gusto que sólo por confusión alguien calificó de cultural –esa palabra que parece santificar cualquier atrocidad. pero quitarlo y sustituirlo por una ciclopista –con todo y que uso la bici y pienso que hacen falta muchas ciclopistas en la ciudad– es un error o, más bien, un ejemplo de esa forma de pensar que christopher alexander criticó en su ya clásico ensayo la ciudad no es un árbol, publicado en inglés en 1965.

"el árbol de mi título –escribió alexander– no es un árbol verde cubierto de hojas. es el nombre de cierto esquema mental." es el árbol de porfirio que divide –¿para vencer?– la sustancia del mundo en parejas de opuestos que nunca pueden ser más de lo que son: un ser o es animado o no, si es animado o es racional o no, si es racional es hombre o es mujer. el árbol de porfirio está muy bien como estructura lógica pero no hay que pensar que es la realidad misma. si pensamos la ciudad como árbol, una plaza es una plaza y no un estacionamiento, un camellón es un lugar para caminar y no para poner puestos, o hacer picnic, o bailes, o ciclopistas, o...

contra el árbol alexander propone el semirretículo –"un modelo de concepto más complejo", algo muy similar a lo que, casi diez años después, deluze y guattari llamarán rizoma. como el rizoma, un semirretículo es una estructura que conecta varios puntos o, dicho de otro modo, distribuye elementos entre varias clases al mismo tiempo. la ciudad para alexander es un semirretículo, un rizoma, pues: una plaza puede ser plaza y mercado, estacionamiento y pista de patinaje; el camellón puede ser camellón para caminar y vender y comprar y sentarse a tomar un café y a oír a alguien leernos un cuento y andar en bici, y...

en la ciudad unos queremos ciclopistas y otros quieren ir cómodamente en su auto –eso, les advierto, será cada vez más difícil y deberá ser más costoso: cuotas por estacionarse en la calle o circular en ciertas zonas y avenidas–, unos quieren vender, otros pasear. unos quieren que su colonia no pierda su señorial condición residencial y otros quieren vender la casa para que alguien construya ahí una torre de oficinas. no se puede todo, por supuesto. pero tampoco se trata de imponer esquemas unívocos –árboles– que dicten que ahí sólo puede vivirse en una casa unifamiliar –y además sólo si se es una pareja heterosexual con hijos y buenas costumbres. distintos usos y distintos programas pueden convivir, superpuestos, en los mismos espacios.

se trata, pensando en otro tema deleuziano, de un asunto de modulación, es decir, de temporalidad. cada vez que veo un trailer circulando en una calle de la ciudad de méxico pienso que eso debería estar prohibido, pero no: debiera estar modulado, regulado temporalmente –el trailer no debe circular en la ciudad a las horas de mayor tráfico. y el mercado callejero, llámese cultural en la calle álvaro obregón o cualquier tianguis semanal en otra calle de la ciudad, ya regulados temporalmente, también podría organizarse de manera que, en el camellón de álvaro obregón, por ejemplo, unos puedan vender y al mismo tiempo otros puedan caminar y otros andar en bici y...

21.10.12

para hacer cine, primero hay que cerrar los ojos



djibril diop mambéty

bancas, fotos, tazas, alebrijes y similares


hoy por fin, aprovechando el domingo bicicletero en reforma, visité las intervenciones que, básicamente a partir de tazas, ocupan –¿y adornan?– un camellón frente a la estela de luz. el proyecto es parte de la estrategia publicitaria mediante la cual nescafé festeja 60 años. son ocho instalaciones, siete obra de arquitectos –fernanda canales (quien colaboró con jerónimo hagerman), manuel cervantes, bernardo gómez pimienta, francisco serrano, mario schjetnan, alejandro quintanilla y michel rojkind– y una de un diseñador industrial –alejandro castro. el conjunto se presenta como "12 mil tazas, 8 estructuras y un despertar" y según explicó gimena modragón, responsable de comunicación de la marca, lo que buscaban era "estar en el corazón de la gente, ser una marca amada e inspirar a las personas." sea –muchas veces los discursos publicitarios nos hacen pensar que quienes los producen asumen que somos ingenuos o ignorantes además de cursis, aunque podríamos suponer que la hipótesis contraria también aplica: es a ellos a quienes mejor quedan esos adjetivos.

en fin, el resultado es desigual. los arquitectos tenemos la costumbre de fallar cuando se trata de producir algo que no sirve para nada, o al menos no explícitamente. enfrentados al problema de diseñar  algo cuya función parece mitad simbólica mitad lúdica, nos asumimos escultores, inclinándonos generalmente más hacia un sebastián que hacia un serra.

de las ocho estructuras, pocas asumen que una taza es una taza es una taza –la de fernanda canales y jerónimo hagerman lo hace al elevar, con poco virtuosismo, un círculo de tazas transformadas en bebederos para pájaros cafeinómanos. y aunque otras se recorren y uno puede incluso entrar, sólo una estructura, la de michel rojkind, se hace cómplice del espacio público y lo enriquece, pero a medias también: sería mucho mejor con una escala un tanto mayor y sillas y mesas bajo la cubierta y, claro, nespresso gratis para todos, si de entrar en nuestros corazones e inspirarnos se trataba. si la pérgola de tazas de rojkind no puede cumplir con lo que sería su mejor propósito es por el lugar que el gobierno del distrito federal le asignó a todas las estructuras: la banqueta.

no está mal ocupar la banqueta, siempre y cuando entendamos que al hacerlo no hay que estorbar ni la necesidad de desplazarse ni el deseo de sentarse a descansar, al contrario: hay que potenciarlo. y ahí entran las bancas –que de ser también una instalación temporal se volvieron permanentes–, los alebrijes –que una cuadra adelante de las tazas ocupan también la banqueta–, las fotos –ahora por la campaña contra el cáncer– y todo lo que al gobierno del distrito federal, con buena voluntad, imagino, pero poca o nula planeación, se le ocurre ir aventando en los camellones del paseo de la reforma.

¿qué hubiera pasado si lo invertido –aunque sea dinero privado o, más bien, con mayor razón– en bancas, campanas, nopales y ahora tazas hubiera estado regulado por un buen programa urbano y arquitectónico en el que cada pieza se sumara en una estrategia genérica de mejora y acondicionamiento? mi pregunta es, por supuesto, retórica: ¡estaría mejor! los arquitectos y diseñadores y también los artistas invitados cada tanto a intervenir con tazas, bancas o alusiones a nopales, podrían saber qué hace falta, qué sirve, que puede ayudar no sólo a caminar mejor o sentarse más a gusto, sino también a divertirse más en el espacio público –pienso en los chorritos que se hacen grandotes y se hacen chiquitos al lado del monumento a la revolución.

probablemente, con la infinidad de problemas de esta ciudad y las múltiples obras con que se pretende solucionarlos, el gobierno del distrito federal no tenga tiempo para andar pensando en estrategias que ordenen la manera de hacer de un mero gesto publicitario algo que sirva al espacio público. ¿qué tal un concurso? ¿y si, no siete, sino setenta o setecientos arquitectos se pusieran a pensar en un plan para que esas intervenciones, fueran temporales o de mayor duración, en vez de parecer una colección de figuritas de lladró sobre el piano de la tia rica pero de mal gusto, tuvieran –hicieran– sentido? quizá pido mucho y sólo me hace falta tomarme un buen café.


17.10.12

el despertar del hombre



¿sería exagerado decir que la famosa escena inicial del filme de kubrik, 2001, una odisea en el espacio, habla, también, del origen de la arquitectura? por supuesto, si esa parte lleva por título, el despertar del hombre, habría que suponer que todo lo humano, como la arquitectura, tiene de algún modo su origen ahí, en ese momento en el que el simio se yergue y empuña un hueso como herramienta, sobre todo si asumimos que eso –el hueso transformado en arma– es un instrumento que cae en el género llamado por sloterdijk técnicas de distanciamiento.

el utensilio impone una distancia entre quien lo utiliza y el mundo desde entonces y en consecuencia inevitablemente exterior. el instrumento construye precisamente dicha exterioridad y, de paso, por tanto, su contraparte, la interioridad. el origen de la arquitectura, en tanto conformación y distribución de la extensión y de nuestros modos de ocuparla, está en esa distancia que abre la instrumentalidad. por eso la arquitectura no es en principio construcción, sino extensión y distanciamiento –la mano que se extiende en el hueso para multiplicar su fuerza y alcanzar su objetivo al mismo tiempo sin tocarlo.

la archi-técnica es el principio o, mejor, la serie de principios –arche– que organizan esas técnicas de distanciamiento, desde el hueso-mazo hasta la carretera, la presa, el cohete o la cámara, pasando por la cabaña, la catedral y el multifamiliar.

10.10.12

escenarios vacíos





¿qué le pasa a una pintura conocida cuando todos los personajes que en ella aparecen abandonan la escena? en designboom –y gracias a @cleondelabarra por el link– presentan el trabajo de bence hadju, quien investiga esos espacios cuando todos sus ocupantes salieron de cuadro, la pura descripción geométrica y perspectiva del espacio.

2.10.12

escala


¿importa el tamaño? o, más bien, ¿la escala es asunto de tamaño? ¿para la arquitectura, es la escala un tema fundamental?

uno de los capítulos del libro de federico soriano sin_tesis se llama, precisamente, sin_escala. soriano afirma que la escala es una noción caduca en la arquitectura o, de menos, que la complejidad de lo que hoy podemos entender como escala rebasa la simple noción que habíamos aprendido. "propongo la desaparición de la escala –escribe soriano–, que no se pueda decir «está fuera de escala» –una de las frases favoritas, por cierto, de los profesores de proyectos en las escuelas. porque esa frase –agrega soriano— no tiene ningún sentido, no tiene ninguna escala, o tiene muchas o es ambigua." para soriano la escala de la arquitectura es un resultado, entre otras cosas, de su propia materialidad –una razón similar a la que dan algunos zoólogos al preguntarles por qué no hay cucarachas del tamaño de un jabalí: su materialidad, su estructura, no se los permite.

pero para soriano la desaparición de la escala también implica una superación de la arquitectura humanista, aquella cuya fórmula es que el hombre es la medida de todas las cosas. esa idea ahora parece no tener sentido tras la disolución o, más bien, multiplicación de su sujeto: ya no hay hombre, sino hombres –y mujeres, claro. ya no hay un patrón estandarizado, unificado e inmutable, que sirva como cartabón, físico y conceptual, para medir y medirnos ante nuestras obras, ante el paisaje, ante el mundo.

pero hay otra idea de escala. en los años 70 el arquitecto francés philippe boudon escribió sur l'espace architectural. el libro se presentaba como un ensayo de arquitecturología, una ciencia  general de la arquitectura capaz de acomodar sin exclusiones todas las ideas y teorías de distintos arquitectos en distintas épocas sobre la arquitectura. para boudon la operación básica de la arquitectura es la escala o, más bien, el cambio de escala constante entre las distintas formas de concebirla y producirla: dibujos, planos, modelos, el edificio mismo. la arquitectura procede a partir de simulacros y éstos se regulan por un cuidadoso juego de cambios de escala.

en su libro los orígenes de la geometría, michel serres dedica un capítulo, titulado lo que tales vio al pié de la pirámide, a explicar el origen conjunto de la geometría y la teoría en el momento en que tales, mediante la estratagema de medir una sombra de la misma altura que el objeto que la proyecta, construye un modelo –una pirámide virtual e ideal— que le permite transportar esa medida para calcular a la altura de la pirámide de keops. también heidegger, al explicar a hölderlin –«pleno de méritos, pero como poeta, el hombre habita en el mundo»— hace referencia a la medida y, sobre todo, al tomar medida. el habitar poético del hombre, dice heidegger, no hace referencia a una geometría, sino al hecho de encontrar aquello a partir de lo cual se mide, se toma medida.

en el fondo, probablemente la escala realmente no sea un tema de tamaño sino de información, de la cantidad apropiada de información en cada caso, como lo demuestra el corto de charles y ray eames the power of ten, que, pese a supuestamente presentar la diferencia de tamaño: agregando un cero cada diez segundos –un metro, diez, cien, mil–, lo que realmente nos muestra es la diferente cantidad –¿o calidad?– de información que puede obtenerse a cada paso. si la información es poder, la escala, pues, es potencia.