En el número de enero de 1930 de la revista Parnassus, se publicó un texto firmado por Otto Wertheimer: La Madonna de Ypres de Jan van Eyck. En el primer párrafo se lee:
“Recientemente la Galería Rochlitz en Berlín obtuvo el famoso tríptico de Jan van Eyck, La Madonna de Ypres, cuya historia puede trazarse sin fallas desde la época de su origen, pero cuyo mal estado de preservación ha presentado graves problemas. Dado que Rochliltz tuvo el valor de hacer remover la pintura sobrepuesta, fue posible llegar al veredicto final sobre esta obra y no quedan dudas de que se tata del último trabajo de van Eyck, durante cuya ejecución murió.”
También Leo van Puyvelde escribe en la misma fecha pero en The Burlington Magazine acerca del “gran tríptico de la Madonna del rector de Melbeke, de la colección van den Shrieck-Schollaert-Helleputte, de Lovaina,” que había recién dejado Bélgica y se encontraba con un vendedor de arte de Berlín: Gustav Rochlitz.
Rochlitz tuvo su galería en Berlín entre 1925 y 1930, luego abrió otra en Zurich hasta 1933 que se mudó a París, donde abrió su galería en el 222 de la rue de Rivoli. Durante la ocupación alemana se puso al servicio de Goering para conseguirle obras de arte. A cambio fue haciendo una colección propia con obras que para el gusto de los nazis eran degeneradas: Matisse, Braque, Picasso o Gaugin. La Madonna le fue comisionada a Van Eyck poco antes de 1441 por Nicolaus van Maelbeke, rector de la catedral de San Martín. Van Eyck murió el 9 de julio de ese año, sin terminar el encargo. Sin embargo, en 1445, cuando murió van Malbeke, el tríptico se colgó sobre su tumba. Ahí estuvo hasta que desapareció durante la ocupación francesa de Bélgica a finales del siglo XVIII. Una característica notable del tríptico de van Eyck era que el donante, van Malbeke, aparecía en el panel central, en el mismo espacio y a la misma escala que la Virgen y el Niño. La pintura que tuvo Rochlitz en su galería de Berlín en 1930 fue una copia encargada por Petrus Wyts en 1620. La copia desapareció al mismo tiempo que el original y reapareció en Lovaina, donde la consiguió Rochlitz. En el 2007 fue puesta a la venta por Christie’s. El catálogo explicaba que durante mucho tiempo, incluso eminentes académicos como van Puyvelde, pensaron que se trataba del original. La copia hoy se exhibe en el Groenigemuseum en Brujas.
Si el tríptico de van Eyck no hubiera desaparecido en el siglo XVIII, probablemente hubiera corrido peor suerte durante la Primera Guerra. En Ypres y los campos a la redonda murieron entre 1914 y 1918 más de 850 mil soldados, de los cuales 350 mil británicos. Fue en Ypres que la tarde del 22 de abril de 1915, cerca de 150 toneladas de bis(2-cloroetil)sulfano o gas mostaza, también conocido como iperita fueron usados por primera vez como arma en la guerra. En el tercer tomo de su obra Esferas, Peter Sloterdijk describe ese momento como aquél en que coinciden tres criterios que definen al siglo XX: la praxis del terrorismo, la concepción del diseño del producto y las ideas sobre el medio ambiente. Para Sloterdijk, el 22 de abril de 1915 en Ypres se dejó de apuntar al cuerpo del enemigo y en cambio el ataque se dirigió a su medio ambiente —idea no lejana a aquella, no muy anterior, de cambiar al medio para cambiar al individuo, idea que dio origen a los hospitales, las cárceles, las escuelas y las viviendas modernas.
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