28.6.16

ekística

En el número 84 de Arquitectura México, publicado en diciembre de 1963, Carlos Mijares reseña varias de las conferencias dictadas en las Jornadas Internacionales de Arquitectura. “Después de cerca de cuarenta años de producción de la corriente contemporánea en México, de lucha y triunfo sobre el medio —escribe Mijares—. resulta conveniente conocer y profundizar otros puntos de vista, y no por inseguridad en lo nuestro sino para fecundarnos y evitar su posible anquilosamiento.” Mijares advierte que de las conferencias puede deducirse un acuerdo que es, al mismo tiempo, un lugar común: vivimos —o se vivía en 1963— el inicio de una nueva era.

“Hay que reconocer —agrega— que casi todo lo que se dijo en las Jornadas fueron lugares comunes. Alvar Aalto insistió en que «el hombre debe ser el centro de la arquitectura,» Neutra que «no se debe olvidar la relación de la arquitectura con la naturaleza,» Candela puntualizó que «es muy fácil ser arquitecto, basta con dedicarse a ello toda una vida.» Buckminster Fuller reconoció que «es necesario que el hombre posea conocimiento integrales, ya que la especialización pues concentrarse en las máquinas.» Doxiadis subrayó que «las ciudades están destruyendo al hombre.» Y Giedion recordó que «la arquitectura se expresa por la relación de volúmenes y espacios bajo la luz.»

Puesto como lo hace Mijares, sin duda muchos lugares comunes, aunque el de Giedion no sólo común sino además con firma ajena. De los conferencistas cuyo discurso analizó Mijares, quizá el menos conocido hoy sea Doxiadis. Hijo de un pediatra que fue ministro de Refugiados, Bienestar Social y Salud Pública, Konstantinos Apostolos Doxiadis nació el 14 de mayo de 1913. Se recibió como ingeniero arquitecto en la Universidad Politécnica de Atenas en 1935 y se doctoró en la de Charlottenburg, Berlín, un año más tarde. En 1937 lo nombraron Jefe de la oficina de Planeación Urbana de la zona metropolitana de Atenas y de 1940 a 1945, durante la Segunda Guerra, tuvo cargo el Departamento de Planeación Regional y Urbana del Ministerio de Obras Públicas. Después de la guerra, Doxiadis trabajó en el gobierno en los programas de vivienda y reconstrucción de ciudades. En 1951 fundó una empresa de ingenieros, arquitectos y planificadores, realizando proyectos urbanos en el mundo entero, como asesorar en la planificación de Islamabad, la nueva capital de Pakistán, el estudio de “los patrones de crecimiento, potencial y requerimientos futuros” de Detroit o el plan maestro para Guanabara, el antiguo Distrito Federal de Brasil, del que es parte Rio de Janeiro.

Desde los años 40, Doxiadis planteó la necesidad de construir una ciencia de los asentamientos humanos, a la que llamó ekísitca. Panayiota Pyla dice que “desde mediados de los años 40 —justo cuando se enfrentó con el problema de la vivienda y la reconstrucción—, cuando formuló la ekística como un nuevo campo, «la ciencia de los asentamientos humanos,» Doxiadis aspiró a expandir la base científica de la arquitectura, el diseño urbano y la planificación.” Doxiadis tomo la palabra oikos, que en griego significa casa y denota todo el ámbito de lo privado; de oiks se deriva economía, las reglas para la administración de lo privado, y con la misma raíz, a finales del siglo XIX, Ernst Haeckel creó la palabra ecología, que estudia la lógica del medio donde habíamos los seres vivos. La ekística no son ni las reglas ni la lógica del oikos, sino sus condiciones, así como la física describe las condiciones de la physis. Suzanne Keller dice que “Dioxiadis estaba en extremo interesado por la naturaleza y el destino de las comunidades humanas,” entendidas y analizadas en un aspecto físico: su tamaño, densidad, recursos, accesibilidad espacial; político: gobernabilidad y justicia, atención a la pobreza, relación del individuo y las masas; moral: entendiendo las ciudades como lugares donde la felicidad y la seguridad son posibles; y también como visionario. El diagrama que servía a Dioxiadis para explicar brevemente la ekística es un pentagrama inscrito dentro de un pentágono, cada vértice corresponde a un idea: la naturaleza, las redes, los caparazones o contenedores, la sociedad y anthropos: el ser humano.

En el texto aparecido en Arquitectura México, el comentario de Mijares a lo dicho por Dioxiadis se titula La revaloración de lo jerárquico. “Una brisa helénica en la atmósfera internacional de las jornadas,” dice Mijares, que también cuenta que el griego “habló de la posición del arquitecto dentro de las complejas actividades a desarrollar” cuando se planea una ciudad, y “de la necesidad de reconocer sus limitaciones sin que esto quiera decir menospreciar su labor. La planificación general debe enfocarse con un criterio de colaboración científica que al mismo tiempo sintetice los datos en realizaciones dinámicas, eficaces y humanas: la ekística.” Mijares apunta que en las ideas de Dioxiadis “no hay actitudes desorbitadas ni confusión en las ideas; tampoco dogmatismo,” y subraya que “su influencia puede ser ante todo vigorizante y —en el mejor sentido del término— profesional.” 


Doxiadis murió el 28 de junio de 1975. Cabría preguntarse por qué, pese al entusiasmo de Mijares, junto a Aalto, Neutra, Fuller, Candela o Giedion, el nombre de Dioxiadis nos resulta menso familiar y la ekísitca, en general, el nombre de otra ciencia hoy quizás olvidada.

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