—Sloterdijk: Señor Sloterdijk, como parte de su trilogía sobre las Esferas, se ha propuesto crear untaría que elabora el espacio como categoría antropológica clave, ¿por qué ese énfasis?—Sloterdijk: Debemos hablar del espacio porque los humanos son ellos mismos un efecto del espacio que crean. La evolución humana sólo puede entenderse si tenemos en mente el misterio de la insularidad que define la emergencia de los humanos: los humanos son mascotas domesticadas por ellos mismos en las incubadoras de culturas primitivas. Todas las generaciones que nos precedieron estaban al tanto de que nunca se acampa afuera en la naturaleza. Los campos de los ancestros humanos, que datan de un poco más de un millón de años, ya indican que estaban distanciándose de su entorno.
Lo anterior es un fragmento de la conversación que apareció en el número 30 de la Harvard Design Magazine y que se llevó a cabo el 17 de febrero del 2009 entre Peter Sloterdijk y Peter Sloterdijk, entre él mismo y sí mismo, lo que en un performance histriónico demostraba de facto el dictum de Rimbaud: yo es otro. Sloterdijk, hijo de holandés como el apellido no puede ocultar, nació en Karlsruhe, Alemania, el 26 de junio de 1947. Estudió filosofía, historia y literatura alemana en la Universidad de Munich y presentó su tesis “sobre la filosofía y la historia de la autobiografía” en la de Hamburgo, en 1975. En 1983 publicó la Crítica de la razón cínica, el libro de filosofía más vendido en Alemania después de la Segunda Guerra y que Sloterdijk describe como “una meditación sobre la máxima «saber es poder.»” Sloterdijk distingue ahí al kínico —escrito así para volver a la raíz griega— de los cínicos. El primero es “una figura urbana que logra su acabado en el ajetreo de la antigua metrópoli. Se le podría considerar como la más temprana acuñación de la inteligencia desclasada y plebeya. Su rebelión «cínica» contra la arrogancia y los secretos morales de la civilización superior presupone la ciudad, sus éxitos y sus fracasos.” Los otros, los modernos “cínicos de masas, pierden su mordacidad individual y se ahorran el riesgo de la exposición pública.” Tanto el kínico como los cínicos rechazan la sociedad que los rodea, pero el primero lo hace abiertamente mientras que los segundos en privado.
Willem Schinkel y Liesbeth Noordegraaf-Eelens dicen que Sloterdijk “es un pensador morfológico: piensa morfologías y su pensamiento constantemente se metamorfosea. Le interesan las fomras de vida, las formas de la colectividad y las formas de la individualidad. Tan pronto analiza la vida intrauterina del nonato como el espacio del habitante de un departamento.” En su trilogía Esferas, Sloterdijk pasa justamente del espacio de la intimidad inicial en el vientre materno —“nacer significa literalmente, para la mayoría de los nacidos, triunfar sobre una pared— al departamento, que junto con el estadio, son según él las dos formas arquetípicas de la arquitectura en la modernidad: la célula hiperindividualizada y el espacio para las masas. En ambos casos se trata de un paradójico aislamiento colectivo, de ahí la noción de espumas con que, tras las burbujas y los globos, cierra la trilogía.
Par Sloterdijk la filosofía necesariamente debe preguntarse esas cuestiones formales, morfológicas y espaciales. Entiende la filosofía como “una teoría general de la situaciones.” Filosofar es, dice, teorizar situaciones, entendiendo que una situación “se define en general como la relación de elementos coexistentes. Los factores en esa relación pueden enlistarse de este modo: las situaciones son formas de coexistencia de alguien con alguien más o de algo dentro de algo más.” Por eso cuando afirma que “si hubiera que explicar de forma brevísima qué modificaciones ha producido el siglo XX en el ser-en-el-mundo humano, la información rezaría: ha desplegado arquitectónica, estética, jurídicamente la existencia como estancia o, más simplemente: ha hecho explícito el habitar,” no es gratuito que la arquitectura aparezca primera en la lista de tal despliegue. La arquitectura de la modernidad, afirma, es el medio en el que se articula porcentualmente la explicación de la estancia humana en interiores construidos por el ser humano. Tras cientos, miles de años, la arquitectura finalmente hará explícitos los procesos mediante los cuales los seres humanos domesticaron a los seres humanos, justo en el momento en el que la casa ya no puede tomarse como modelo del mundo o de nuestra estancia en el mundo.
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