más abajo en la misma página otra nota de arquitectura nacional: rechaza atizapán al tamayo. también había comentado eso antes aquí: la negativa del alcalde priista –sí, esto lo digo peyorativamente– david castañeda a la construcción de la extensión del tamayo –comprendiendo bodegas y área de exhibición, aunque el señor castañeda ignora esto y "piensa" que serían sólo bodegas– porque la gente se lo ha pedido. que el pueblo quiere áreas verdes –así consideran a un montecito con arbustos. y si es cierto que generalmente nuestros gobernantes cuando proponen casi cualquier tipo de obra –sean calles, vías elevadas, tranvías, parques o monumentos al bicentenario– se equivocan, también es cierto que cuando los vecinos se oponen –que es la mayoría de las veces– también se equivocan –aunque, por casualidad, a veces le atinen en la forma pero no en el fondo al negarse a planes rara vez bien pensados. en general, se trata de una torpe y mediocre defensa de un generalmente tristón status quo.
además, en la primera plana del reforma de hoy, me encuentro una foto de calderón, muy serio y estirado, paradito al lado de una fea vitrina llena de huesos viejos y adornada con listoncitos tricolores. se trata del también ya comentado paseo de los restos óseos de nuestros santos héroes independentistas. el domingo, también en reforma, cuahutémoc cárdenas se preguntaba si "ver desfilar los restos de la columna de la independencia al castillo de chapultepec, o ver pasar las urnas mortuorias o los ataúdes qeu por algún tiempo estarán expuestos en alguna parte del castillo de chapultepec o del palacio nacional ¿exaltará el espíritu cívico de la población, hará más patriotas a quienes vean pasar frente a sus ojos urnas o ataúdes, imbuirá a los espectadores de aquellos que nos dieron patria?" supongo que no. hoy también, sergio sarmiento escribe al respecto:
La Iglesia Católica ha tenido desde hace mucho tiempo una fijación enfermiza con los restos mortales de sus próceres. Si bien la doctrina formal cristiana establece que la fe y la adoración se reservan a Dios solamente, o en todo caso a su hijo, la tradición pagana se ha impuesto y ha fomentado la multiplicación de cultos a santos y advocaciones de la Virgen. Las peregrinaciones con huesos de santitos han sido así una de las desviaciones características del catolicismo en distintos lugares del mundo.
En México estamos viendo una situación similar en un culto que conjuga elementos laicos y religiosos. Los próceres de la independencia se han convertido en santos cuyos restos deben ser exhibidos y adorados. Hay algo extraordinariamente perverso en esta actitud en un Estado que se precia de su laicismo. Es como si quisiéramos recuperar la costumbre de los aztecas de mostrar desde la cima de las pirámides los corazones de las vírgenes y los prisioneros sacrificados; o la de los realistas de exhibir públicamente las cabezas de los insurgentes ejecutados.
no se si sea la mochería de calderón y compañía la que los predispone a inventar o aceptar como ceremonias dignas e inteligentes ese tipo de supersticiones. el provincianismo y anacronismo de nuestros festejos bicentenarios enoja y asusta. así, lo de orgullosamente mexicano, ni de chiste.
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