"la enfermedad de la universidad consiste hoy en no saber realmente cuál es su papel. [...] los dos polos entre los que oscila hoy una universidad desorientada –impartir una ciencia pura y profesionalizar sus enseñanzas– podrían servirnos de base para reconsiderar este doble camino, no en términos de oposición, sino de complementariedad. en una sociedad hipermoderna caracterizada por la rapidez y el cambio, es cada vez más estéril querer centrar la formación superiro únicamaente en la adquisición de un oficio, cuando la apertura del mercado, la flexibilidad de la producción y las transformaciones del trabajo hacen que sea prácticamente imposible saber 'cómo serán dentro de cinco años los oficios en la mayor parte de los campos de actividad laboral.'"así, se separa entre "la élite, que aprovecha un tipo de enseñanza altamente selectivo y la masa, alistada en universidades donde cabe todo y donde no se puede hablar de 'selección'. unos, en teoría, tienen puestos asegurados, empleos importantes, salarios elevados, reconocimiento social; los otros lo subalterno, lo del monton, la mediocridad apagada de las pequeñas vidas sin horizonte."hay por tanto que "reestructurar la universidad para adaptarla a la hipermodernidad y ponerla a la altura de su misión primera e insustituible: formar a la persona."para ello hay que volver a la cultura de la historia. "por ella deberían empezar los estudios universitarios, como un primer ciclo que le haría recuperar su valor literalmente propedéutico de colegio universitario." sería una enseñanza "menos centrada en la adquisición de conocimientos especializados que en el sentido, en los métodos, los enfoques históricos y fenomenológicos. [...] al salir de este colegio universitario, los estudiantes pasarían a la universidad propiamente dicha, para abordar un segundo ciclo en el que podrían haber dos grandes bloques: uno centrado en la profesionalización, el otro enla investigación fundamental."
29.12.10
aprender arquitectura
el mapa accidental
don't mess around with the demolition man
hace tres años escribí sobre la querella de la torre bicentenario algo que se llamó algunas ideas curiosas (y poco claras). hablaba de la ambigua, esquizofrénica y, sobre todo, cínicamente oportunista actitud que tenemos los arquitectos respecto a lo construido: defendemos, a un tiempo, el derecho de los arquitectos contemporáneos a intervenir en lo existente –como se ha hecho, sin pena y muchas veces sin gloria, por lo largo de los siglos– y, al mismo tiempo, la obligación de todos de respetar la arquitectura moderna y no tocarla ni con la punta de una brocha fuera para cambiar el color de la pintura. a los arquitectos nos gusta pensar que tenemos la razón y que nada justifica construir algo a 100 metros a la redonda de la casa de barragán y que todo nos autoriza a transformar un edificio colonial, digamos, que generalmente nos parecen, además de poco prácticos, más respetados por viejos que por bellos o buenos.
la semana pasada, los titulares de la secretaría de desarrollo urbano (seduvi) y de la delegación, felipe leal y demetrio sodi respectivamente, dieron a conocer que grupo danhos construiría un edificio de 25 niveles en el predio ubicado en la zona de las lomas; y que había un compromiso para respetar el inmueble de kaspé, catalogado por el inba con valor histórico.
señalaron también que desconocían el proyecto y negaron haber liberado permisos, pero el pasado jueves 23 de diciembre, un grupo de trabajadores inició las labores para derribar parte del inmueble y se constató que los permisos para la obra fueron liberados desde un mes antes.
28.12.10
libeskind
redes sociales
amo mi cámara porque amo vivir
22.12.10
robin hood gardens
rowan moore hace un recuento en the guardian de la triste historia de robin hood gardens, de peter y alison smithson que muy probablemente sean sustituidos por unas torpes y anodinas torres –en puro estilo hong kong, dice moore.
"el palacio de la civilización maya"
Todas las plataformas mexicanas fueron ubicadas y construidas por artistas que hicieron gala de una gran sensibilidad en su apreciación del entorno natural y de una gran profundidad en su concepción del diseño. Irradia de ellas una gran fuerza. Cuando uno las siente bajo los pies experimenta la misma sensación de firmeza que emana de un macizo rocoso.
Quiero dar algunos ejemplos de la brillante concepción que las respalda. En Yucatán, en Uxmal y en Chichen Itza se han seguido los mismos principios, basados en la existencia de entornos naturales similares. La región de Yucatán es una planicie cubierta por una selva inaccesible de altura uniforme y definida. En esta selva, los mayas vivían en villorrios rodeados de pequeñas parcelas de terreno despejadas de árboles para dedicarlas al cultivo y teniendo como fondo, y también como techo, la jungla calurosa y húmeda. No existían largas visuales ni era posible realizar movimientos hacia arriba o abajo.
Al introducir el uso de la plataforma con su nivel superior ubicado a la misma altura que las copas de los árboles, los mayas descubrieron sorpresivamente una nueva dimensión de la vida, consonante con su devoción a los dioses. Sobre estas altas plataformas -muchas de las cuales tienen una longitud de cien metros- construyeron sus templos. Desde allí tenían acceso al cielo, las nubes, la brisa y a esa gran planicie abierta en que, de pronto, se había convertido el anterior tedio selvático. Gracias a este artificio arquitectónico cambiaron totalmente el paisaje y dotaron a su experiencia visual de una grandeza sólo comparable a la grandeza de sus dioses.
Todavía hoy puede experimentarse esa misma maravillosa variación de sensaciones que se produce al pasar de la selva cerrada al vasto espacio abierto que se aprecia desde lo alto de la plataforma. Es un sentimiento similar al que vivimos en Escandinavia cuando después de semanas de interminable lluvia, nubes y oscuridad, aparece nuevamente el sol.
el texto se llama plaltaformas y mesetas y el autor, el danés jorn utzon, autor de la ópera de sydney –que sí, tiene, entre otras, raices mayas– y pritzker 2003, quien sí –¡sí!– supo ver y entender la arquitectura maya.
19.12.10
ways of seeing
"the process of seeing paintings or seeing anything else is less spontaneous than we tend to think. a large part of seeing depends upon habit and convention." por si no tienen el libro de john berger, ways of seeing, en ubuweb están los programas de la bbc de los que aquél es resultado.
la verdad y las formas jurídicas
unidad habitacional cerro grande, caracas
18.12.10
pensar, clasificar
16.12.10
la revelación
los hallazgos de la red
buscando otra cosa (algo sobre félix candela) llegué a la primera foto, un edificio de los peruanos manuel forga y celso prado, de 1967, y de ahí a la segunda, de josé álvarez calderón y walter weberhofer, también en lima. todo desde éste sitio de arquitectura peruana.
14.12.10
bajo el signo de la transparencia
¿Acaba la transparencia con todo secreto? ¿Anula la privacidad? ¿Es siempre mejor que la opacidad? En principio esas preguntas me vienen a la mente en relación al affaire WikiLeaks. Y en esos asuntos diría que si bien la transparencia en los procesos de gobierno es una exigencia en las democracias modernas –que todo se de en el espacio de lo público, a la luz y bajo los ojos de todos–, el que dichos procesos estén a la vista no implica necesariamente que estén a nuestro alcance o, para decirlo de otro modo, que ejerzamos sobre ellos algún tipo de control efectivo. Por otro lado, buscar ampliar la transparencia en los procesos no implica, pienso, la desaparición del secreto, es decir, de aquello que ha sido puesto al lado, apartado y así, de algún modo, consagrado –la raíz de secreto y sagrado es, finalmente, la misma, lo que no hace derivar lo político de lo trascendente sino, como algunos teóricos argumentan, exactamente al contrario. Lo secreto/sagrado sólo puede hacerse transparente, ponerse de manifiesto, sacándolo de su lugar reservado, esto es, exponiéndolo. Y la exposición, se entiende, implica a su vez un riesgo o, cual lo plantea Giorgio Agamben, una profanación.
Pero dejando esos complejos temas a los filósofos políticos, ¿qué tiene que ver eso con la arquitectura más allá de lo que se pueda decir, hablando en un sentido amplio, de la arquitectura del poder –no las construcciones del poder sino la construcción del mismo? “La Modernidad –escribe el crítico e historiador de arquitectura Anthony Vidler– ha estado obsesionada, lo sabemos bien, por el mito de la transparencia: transparencia del uno mismo a la naturaleza, de uno mismo a los otros, de cada uno a la sociedad, y todo esto representado, si no es que construido, desde Jeremy Bentham” –el filósofo inglés inventor del panóptico, la prisión de máxima vigilancia con los mínimos medios– “hasta Le Corbusier, por una transparencia universal de los materiales constructivos, por la penetración espacial y el ubicuo flujo de aire, luz y movimiento físico.”
Sigfreid Giedion, el historiador suizo responsable en buena parte de la ideología de la arquitectura a principios del siglo XX, veía en la transparencia, en la continuidad espacial –y, en principio, visual– entre interior y exterior, una de sus características principales. Y a mediados de los años 50 Collin Rowe escribió junto con Robert Slutzky un texto hoy famoso: Transparencia literal y fenoménica. La primera permite ver lo que pasa al interior de un edificio, generalmente a través de un vidrio, mientras la segunda nos deja entender, incluso sin que la materia del edificio sea transparente. De hecho el vidrio –como afirma ya en los años 60 Jean Baudrillard– “ofrece posibilidades de comunicación acelerada entre el interior y el exterior, pero instituye simultáneamente una cisura invisible y material, que impide que esta comunicación se convierta en una apertura real al mundo.”
La crítica a la transparencia literal en arquitectura –para usar el término de Rowe– va más allá de considerarla una comunicación ficticia, como Baudrillard. En 1953 Elizabeth Gordon, escritora de una revista de decoración interior, escribía de la casa que Mies van der Rohe le hizo a Edith Farnsworth, que era una arquitectura inhabitable sin espacios para guardar cosas –¿secretos?– y que representaba una amenaza social de regimentación y control totales.
Todo eso habría que pensarlo hoy a la luz de las nuevas tecnologías de comunicación que no destruyen la privacidad sino que reconstruyen otras relaciones posibles entre lo público y lo privado. Pensar la transparencia –espacial y política– en la época del internet y las redes sociales. En la época no de la generación x, y o z, sino de la generación wysiwyg: lo que ves es lo que obtienes, en la época del chat, del cibersexo, de los blogs y de WikiLeaks.
11.12.10
que todo cambia
desde wired algunas fotos de la agencia de inspección geográfica de los estados unidos que registran los lentos pero inevitables cambios del paisaje –la porción más grande de espacio que podemos percibir, según dice, creo (lo cito de memoria), paul shepheard.
i could be bounded in a nutshell
10.12.10
adolf loos
hoy se cumplen 140 años del natalicio de adolf loos (1870-1933), el arquitecto que en el cambio de siglo entre los siglos 19 y 20, decretó al ornamento como un delito, a la arquitectura como un arte sólo en ocasiones excepcionales –cuando es tumba o monumento–, el principio de revestimiento –que dicta que, conceptualmente, primero se determina la envolvente que conforma a un espacio y después, en segundo lugar, se piensa su estructura– que deriva en una ley –la ley de revestimiento, que prohibe la confusión entre el material revestido y el que reviste, en otras palabras, que la madera pueda pintarse de cualquier color menos color madera–, y criticó a los vieneses de la secesión por sus muebles, sus vajillas, sus zapatos y sus calzones –literalmente.
escribió bien y bastante y mucho lo publicó en una revista redactada, a la manera de karl krauss, enteramente por él y titulada das andere: lo otro –ya en alguna nota por aquí perdida confesé la relación entre el título de este blog y el de aquella revista, más pretenciosa pedantería que humilde homenaje.
algunas de sus ideas quizás no sean del todo aplicables hoy. hay quienes las ven incluso como visiones de un conservador eurocentrismo no sin dejos de clasismo –uno de un burgués ilustrado que veía con igual desdén hacia abajo que hacia arriba, aunque probablemente despreciando mucho más la ignorancia y el mal gusto de los poderosos. su visión del ornamento tiene algo de esto. cuando condena, por ejemplo, el uso de tatuajes, aceptándolos como una curiosidad en pueblos primitivos como los papuanos y condenándolos en una persona moderna –quien si tiene algún tatuaje, dice, es porque está en la prisión o, si no, lo estará.
pero la visión de loos era, sin duda, crítica y avanzada para su tiempo y supongo, distinta, lo hubiera sido hoy. la crítica al ornamento se deriva de una economía a un tiempo política, social y simbólica. el ornamento es rechazado no por una estética sino por una ética: si su uso ya no tiene las lógicas y las consecuencias que una economía simbólica hoy –en el hoy en que escribe loos– desaparecida, su producción sólo puede implicar un gasto inútil y una inversión –de trabajo y recursos– que no será plenamente retribuida –y de ahí que se vuelva, también, inaceptable para una economía política y social y, finalmente, éticamente.
loos plantea esta inutilidad criminal del ornamento, entre otros ejemplos, en el caso del vestido, comparando distintas formas de vestir. afirma que los trajes típicos, apreciados mayormente por quienes pueden usar cualquier otro tipo de vestido, constituyen una manifestación simbólica de exclusión y rechazo, al ser utilizados, por necesidad, por aquellos que no han tenido acceso a nuevas y modernas formas de vida y confort. de manera similar hace una crítica de la ropa interior, acusando a la aristocracia vienesa de finales de siglo 19, de inútil e improductiva, al usar ropa interior de lino, poco o nada apta para el trabajo físico, comparada con la ropa interior de algodón, que entonces empezaban a usar ingleses y americanos –a los que loos admiraba– y que era evidencia, por fresca y cómoda, de gente dedicada al trabajo.
de loos, pues, habría que intentar una doble lectura. la primera, en el contexto de su tiempo, entendiendo de qué manera ejerció su crítica y qué condiciones han cambiado hasta hacer que algunos de sus puntos de vista no tengan el mismo sentido, y la segunda estratégica, entendiendo que la manera de operar –leyendo la cultura material de una época como un sistema complejo que revela entramados culturales, políticos, económicos y sociales, además de meramente estéticos (adelantándose en eso a benjamin y barthes, por ejemplo), es una forma en la que aun podemos –y me siento tentado a decir: debemos– trabajar.
contra el concepto
ignoro cuál sea la historia de esta idea o, mejor, del concepto de concepto en arquitectura. en qué momento y por qué razones se empezó a nombrar así –concepto– un momento específico, una fase del proceso o del proyecto arquitectónico. más bien, un momento que, de algún modo, antecede al proceso mismo del proyectar. el concepto es el resultado de la concepción –parece evidente–, pero de una concepción casi inmaculada, automática o instantánea. el concepto se concibe en arquitectura como una intuición, como una epifanía que deberá ser luego desarrollada en el proceso proyectual. proyectar es, en el fondo, llevar o, más bien, lanzar ese concepto inicial hacia adelante, y el éxito o fracaso del proyectar se mide en relación a la consistencia que mantenga el concepto en dicho trayecto. si pienso y luego existo, entonces concibo y luego proyecto.
es una condición al parecer esencial de la arquitectura. en la segunda mitad del siglo 18, étienne-louis boullée caracterizaba la definición vitruviana de la arquitectura como el arte de construir cual “un grosero error.” vitruvio –decía boullée– toma el efecto por la causa: “hay que concebir para actuar. nuestros primeros padres construyeron sus cabañas tras haber concebido su imagen. es esta producción de la mente, esta creación, lo que constutituye la arquitectura.” marx retomará esa misma distinción en la segunda mitad del 19 cuando diga, para comprobar que al final de cualquier proceso de trabajo obtenemos como resultado algo que ya existía en nuestra imaginación, que el peor arquitecto supera a la abeja más prolija en la construcción de panales al construir primero su estructura en la imaginación antes de erigirla en la realidad: el arquitecto, pues, proyecta lo que concibe, proyecta conceptos.
mucho se puede decir –y se ha dicho– sobre esta concepción que antepone la imagen mental de lo que hacemos no como una intención o una anticipación que será determinada y más aun: revelada en el proceso mismo de su producción, sino como algo definido y terminado en el acto mismo de ser concebido y cuya fabricación sólo puede, si todo sale bien, conformarse al concepto o, en el peor de los casos, traicionarlo. conformarse al concepto: la materia, pasiva y paciente, debe conformarse con la forma que se concibe para ella. por eso, porque se piensa que la materia es bruta e informe, no se entiende, no se concibe que se pueda actuar sin concepto previo.
¿cuál es tu concepto? –pregunta el profesor subrayando involuntariamente el singular: concepto. pareciera que el singular le confiere singularidad a la idea: un concepto, uno sólo y ninguno más, está en el origen del proyecto –éste entendido tanto como producción a la vez que como producto. el concepto es el principio de la producción –o, digámoslo así: el arche de la techné. pero hay ahí una confusión o, más bien, un prejuicio que supone en la unidad del origen, en la singularidad del concepto, mayor potencial que en su multiplicidad. se ignora así que el concepto nunca está al principio sino al final –o, de menos, en medio. el concepto es, también, una fabricación, un producto, un resultado. el concepto nunca es uno: unifica, pero suelto, absuelto, es cualquier cosa menos productivo –lo uno, si acaso produce algo es siempre lo mismo: repetición sin diferencia.
ya lo dijo el dúo dinámico de la filosofía postestructural: no hay concepto simple, todo concepto tiene componentes y se define por ellos, todo concepto es una multiplicidad. dicen también que todo concepto remite a un problema, y más, a unos problemas –en plural– sin los cuales carecería de sentido. no es que el concepto sea la solución del problema –el camino no es tan corto–, sino que, simplemente, concepto no es el principio. por eso dicen también que todo concepto tiene una historia, por lo que pretender empezar por el concepto no tiene sentido –o tiene el doble sentido de empezar por en medio, que no está mal pero que implica la necesidad de ir por lo menos en dos direcciones al mismo tiempo: hacia atrás, entendiendo la historia del concepto, y hacia adelante, proyectándolo al futuro.
algo más, que los conceptos remitan a problemas quiere decir que remiten a proyectos y no al revés –q.e.d.–: un proyecto, atendiendo simplemente a su etimología pro-iectus, es aquello que es lanzado hacia adelante; un problema –del griego proballein: pro, adelante y ballein, lanzar (de donde balón y bala)– es, también, el hecho de lanzar hacia adelante. el problema es el proyecto y el proyecto es la construcción de algo en tanto problema. los conceptos resultan, digamos, de la proyección de problemas en multiplicidades consistentes –es decir, que tienen consistencia, en la que sus componentes se sostienen mutuamente, se tienen, como se dice de una mayonesa. habría que concluir por ahora, que esto no es finalmente una diatriba contra los conceptos, sino contra la simplificación absurda que los reduce a una unidad original y originaria y, en ese mismo gesto, los anula.
9.12.10
design vanguard 2010
architectural record publica su lista de la vanguardia en arquitectura en el año. entre otros, y de arriba a abajo en las fotos, roberto de leon y ross primmer de louisville, kentucky; tony chenchow y stephanie little de australia, kevin carmoty y andrew groarke de londres; makram el kadi y ziad jamaleddine de líbano; e hiroshi nakamura de tokio.
la escuela, el puente
que la escuela es un puente, es más que una metáfora: es una realidad y, en este caso, en varios sentidos. este proyecto del arquitecto chino li xiadong, terminado en el 2009, recibió, según publica le monde, uno de los premios de arquitectura aga kahn de este año. más fotos y dibujos fueron publicados en dezeen desde el 2009.
john young
7.12.10
paises por estados
6.12.10
helvética
4.12.10
de la estatura del arquitecto
gracias a un tuit de jesús silva herzog márquez llegué a este artículo de witold rybczynski en slate acerca de la estatura de los arquitectos: muchos buenos arquitectos han sido de mediana o pequeña estatura, dice. "la mayoría de los arquitectos que he conocido –explica w.r.– no son ni altos ni ricos" –esto porque los hombres ganan mil dólares más al año por cada pulgada extra. algunos comentarios al texto de rybczynski en slate lo califican de generalización absurda –hasta verlo como una versión arquitectónico-fisonómica del tema del género. lo cierto es que, más allá de la exactitud estadística de la teoría de la estatura del arqutiecto, el texto me hizo pensar en ciertas imágenes, como aquella de daniel libeskind rodeado por algunos mucho más altos que él –entre ellos rogers y foster, que tal vez desmentirían la hipótesis de rybczynski– y ésta de life con le corbusier acompañado de su primo, pierre jeanneret en chandigarh.
le corbusier (otra vez) y el proto-cupa
arriba, le corbusier con una maqueta de (parte de) la ville radieuse (desde la fundación le corbusier) y abajo el centro urbano presidente alemán, de mario pani, en la colonia del valle de la ciudad de méxico.
1.12.10
perfil continuo
No sé si Michel Foucault haya visto esta escultura pero creo que es el complemento perfecto del panóptico que ubicó como emblema de la arquitectura penitenciaria. Si la cárcel de Bentham permite a los vigías observar a los presos constantemente, la escultura de Bertelli encarna esa idea, no en espacio sino en cuerpo: en el rostro de un dictador, un hombre máquina que todo lo sabe, que todo lo puede, que todo lo ve. El Gran Hermano no tiene espalda y no necesita cuerpo: es todo ojos. Nadie puede escondérsele.