"Uno de los resultados de esta duda es nuestra incapacidad para reconocer la vida en otro lugar que no sea el centro de las ciudades. Esta duda ha condenado a los barrios a pertenecer a una condición obligatoriamente secundaria, sin otorgarles ninguna capacidad para vivir y ser felices. Al mismo tiempo nos sentimos incapaces de reconocer que los proyectos de los años sesenta, setenta y ochenta son portadores de valores. Es una incapacidad para valorar nuestro pasado reciente, que ha sido condenado a una amnesia inmediata. Esta duda es algo que nos cuesta muy caro. Nos cuesta el placer de las ciudades. Nos cuesta también el placer de lo desconocido y de la aventura, que puede que sea lo esencial de la ciudad.""Nuestra incapacidad para modernizar nuestro propio concepto de lo urbano nos ha conducido a un terrible urbanismo loco, que aparece por todos lados, que nos rodea, con su mediocridad, con un simbolismo sostenible de la peor calaña, con un cinismo verde, una nulidad del espacio público que se ha convertido en un espacio de exclusión cada vez más radical. Nuestra agencia ha intentado escapar de todo esto. Por eso es por lo que hemos lanzado hace algún tiempo la idea de una arquitectura genérica, inspirada en Erasmo, Lutero y Calvino, asumiendo así nuestro calvinismo".
28.12.09
todas las arquitecturas son sobrevivientes
¿a qué no se ha opuesto la iglesia?
el último ciclotón (del 2009)
aprendiendo la ciudad
26.12.09
las 10 de vanguardia
más grande, más alto y más ridículo
Lo más sorprendente es que un país que evita por todos los medios competir se dedica a acumular récords Guinness. La UNAM no quiere ser evaluada, los maestros no quieren concursar por sus plazas, en Pemex ni el término concurso por plaza parece existir, en muchas universidades privadas hay pase automático y con sólo pagar y cumplir con un mínimo, bastante menor, estás adentro. Una buena parte de nuestros empresarios más ricos están en sectores con poca competencia y hacen todo por continuar así. Nuestros bien pagados futbolistas locales suelen llevar a nuestra Selección al fracaso cuando competimos en mundiales y justas similares, y en la mayoría de los deportes nos pasa lo mismo.
¿Entonces por qué tanta obsesión por romper récords Guinness? Por lo mismo que no nos gusta competir. Son récords basados en el principio de no competir. Se trata simplemente de hacer algo más grandote o con más gente. Si tenemos el árbol de navidad más alto del mundo es simplemente porque nuestro gobierno capitalino decidió usar nuestros impuestos para hacer uno más alto y se trajo a una empresa brasileña para hacerlo. A nadie en el mundo le interesa realmente el tema. No estamos compitiendo por tener la ciudad más eficiente, más competitiva o más segura. Tampoco por tener más de algo que produzca bienestar al ciudadano y que, por lo tanto, otras ciudades estén también buscando. No existe un torneo mundial de alcaldes persiguiendo el árbol de navidad más alto del planeta y nosotros, por nuestro esfuerzo, creatividad e ingenio, fuimos más competentes que el resto de las ciudades. Las otras ciudades no gastan dinero en esos esfuerzos porque no es fácil justificar recursos públicos para este tipo de frivolidades cuando hay tantas tareas por hacer.
22.12.09
burj dubai
la torre, es real. con sus 160 pisos habitables, sus 818 metros hacia el cielo. los turistas deben arrodillarse en la banqueta para poder fotografiarlo completo.el burj dubai es tan alto que los beduinos pueden verlo desde sus oasis a 100 kilómetros tierra adentro, y los marinos desde sus buquetanques a 50 millas naúticas en el golfo -al menos en los pocos días de invierno en los que el cielo está claro.la torre es tan enorme que la temperatura en la cima es 8 grados más baja que en la base. si alguien tuviera la idea de abrir una puerta en los pisos altos y otra abajo, así como los cierres de aire intermedios, habría una tormenta tal en los ductos de aire acondicionado que destruiría casi todo a su paso, excepto, quizás, las pesadas losas de marmol en los lujosos apartamentos.
thomas alva edison
muchos machos mochos
Ser gay sería suficiente para no imitar a parejas heterosexuales en su afán por la boda. Sé de muchos gays que piensan lo contrario y por eso la propuesta de ley para matrimonios homosexuales: me solidarizo en medio de la tempestad que ha despertado la noticia. La sinrazón de la iglesia católica no importa frente a la civilidad que ya se huele en la sociedad.Con todo, no pienso casarme ni tener hijos. No veo razón para imitar las reglas de los heterosexuales. Me parece ridícula una boda. Me encanta el concubinato y las formas que los gays nos otorgamos en nuestra libertad de amarnos. Eso sí: no renunció a los derechos que las leyes otorgan. Tampoco a que exista el matrimonio gay. De ninguna manera.
21.12.09
las torres y la autopista
20.12.09
entrevista a toyo ito
13.12.09
¿en serio?
11.12.09
mis diez de la década
- bruder klaus feldkapelle de peter zumthor
- la biblioteca pública de seattle, de rem koolhaas/oma
- el new museum en nueva york, de sejima y nishizawa/sanaa
- la terminal de yokohama, de alejandro zaera-olo y farshid moushavi/foa
- el blur building, de diller y scofidio
- la caixa de herzog y de meuron
- la casa latapie, de lacaton y vassal
- la mediateca de sendai, de toyo ito
- la maritime youth house, de bjarke ingels/big
- la casa de la música, en oporto, de rem koolhaas/oma
las diez de la década
según johnatan glancey en the guardian estos son los diez edificios más importantes de la década:
- la estación st. pancras, en londres, de alastair lansley
- el serpentine pavillion, en londres, de toyo ito
- la reconstrucción del neues museum, en berlin, por david chipperfield
- el millenium dome, en londres, de richard rogers
- el viaducto de millau, al sur de francia, de michel virgoleux y norman foster
- el european southern observatory hotel, en chile, de auer y weber
- el burj dubai, en dubai, de adrian smith y bill baker de som
- 30 st. mary axe, en londres, de norman foster
- el estadio olímpico, en pekín, de herzog y de meuron
- el blur building, en yverdon-les-bains, suiza, de diller y scofidio
8.12.09
el arquitecto y el modelo
desde plataforma arquitectura llego a esta presentación de un proyecto en copenhague de big. aunque ya había incluido una foto de bjarke ingels con un modelo en la serie de arquitectos y modelos, éste seguramente es el ejemplo más complejo y actual de la misma –sumando a la animación del modelo (como aquél de oma/koolhaas mencionado también en plataforma arquitectura) la presencia y explicación del arquitecto. un ejemplo al extremo de la condición demostrativa –probatoria, casi en un sentido judicial– y a la vez heurística –y, por tanto, probatoria también pero esta vez en un sentido epistemológico–, del modelo arquitectónico como algo que rebasa y suplementa a la mera representación.
mi pie izquierdo
mi pie izquierdo es, como el subtítulo mismo de la película anunciaba, la historia verdadera de christy brown, un irlandés nacido con parálisis cerebral y quien sólo podía mover, como es de suponerse, su pie izquierdo. en el cartel de la película vemos un pie, izquierdo, sosteniendo una rosa. tal vez ése podría ser el nuevo logo del partido que entre el sol azteca, el de los trabajadores, el movimiento por la esperanza, el frente progresista para la gloria de lópez obrador y grupos anexos y similares, adoptasen al [re(?)]fundar la nueva(?) izquierda nacional. si el partido socialista francés tiene por emblema un puño sosteniendo una rosa, el mexicano podría ser lo mismo, pero con las patas.
Confieso: si en México hubiera un partido de izquierda moderna —o un candidato de izquierda moderna— votaría por él en un abrir y cerrar de ojos. Creo en la soberanía de la mujer sobre su cuerpo, en el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio y en la eutanasia activa. Estoy convencido de que la gran crisis financiera no ha dejado lugar a dudas: el planeta necesita encontrar un capitalismo compasivo que tenga como objetivo central la solidaridad y la reducción de la desigualdad antes que el enriquecimiento rapaz. Tengo claro que el mundo tiene más que aprenderle al mejor Marx que a Ayn Rand. Pero también sostengo que el mercado libre ha llegado para quedarse (por su capacidad de innovación y su espíritu de competencia) y que los países que insistan en darle la espalda a la realidad se dan un lujo peligroso: el de la neurosis. Hoy, cada acción populista, cada obsesión con luchas obsoletas, cada atavismo equivale a una carga ineludible para las generaciones venideras. Soy, pues, un hombre de izquierda. Y en México soy un huérfano político.
La mía, como la de muchos otros, no es una orfandad pasiva. La testarudez de la izquierda mexicana, que va a contrapelo del desarrollo no sólo de la mayoría de la izquierda latinoamericana sino de la izquierda mundial, me provoca rechazo y exasperación. Fragmentada y secuestrada por el dogma, la izquierda nacional ha tirado a la basura no sólo sus propias posibilidades electorales sino la necesidad de millones de votantes de encontrar un gobierno que tenga la valentía de promover la agenda progresista. Basta un botón: es en parte gracias a la inviabilidad de la izquierda que el país está ahora secuestrado por congresos locales que se atreven a darle una cachetada a la mujer mexicana en pleno siglo XXI.
7.12.09
arquitecturas de la catástrofe (o la catástrofe de la arquitectura)
En una noche, lo impensable se convirtió en evidencia
Ivan Illich
Si no pasa por la catástrofe está condenado al cliché
Gilles Deleuze
Un desastre. Un cambio brusco, sorpresivo y con mucha probabilidad nefasto. Una crisis sin precedentes y sin salida previsible. Pero no exactamente el fin, sino su cercanía inminente. No el caos, sino el anuncio de que ese es nuestro inevitable destino. La estructura paradójica de la catástrofe, según explica Jean-Pierre Dupuy –autor de Por un catastrofismo ilustrado y de Pequeña metafísica de los tsunamis– implica de algún modo la presencia de un futuro que jamás acaba por llegar. “La prevención –dice– consiste en hacer que un posible no deseado sea enviado al dominio ontológico de los posibles no actualizados. La catástrofe, aunque no realizada, conservará el estatuto de posible, no porque sea aun posible su realización, sino en el sentido que por siempre será cierto que pudo haberse realizado. Cuando se anuncia, para evitarla, que una catástrofe está en camino, ese anuncio no tiene el estatuto de una pre-visión, en el sentido estricto del término: no pretende decir cuál será el futuro, sino simplemente cuál habría sido si no hubiésemos sido advertidos.”
¿Cuántas veces hemos sido ya advertidos de la catástrofe que amenaza a la ciudad, a la región, al entorno, al medio ambiente, al país, al mundo? Tantas que podríamos hablar sobre un tono catastrófico adoptado recientemente en todos los campos: filosofía, sociología, economía, política y, por supuesto, arquitectura. Aunque quizá en este último caso –lo cual puede no ser otra cosa que chovinismo arquitectónico– es un tono más antiguo que reciente. Es esa catástrofe, tal vez, el otro ausente del mecanismo de la utopía. En un texto con ese título, Cioran escribía: “cualquiera que sea la gran ciudad donde el azar me lleve, me admira que no se desencadenen cada día revueltas y masacres, una innombrable carnicería, un desorden de fin de mundo. ¿Cómo –sigue Cioran– en un espacio tan reducido, tantos hombres pueden coexistir sin destruirse, sin odiarse unos a otros? La verdad es que ellos se odian, sin estar a la altura de su odio. Esta mediocridad, esta impotencia es lo que salva a la sociedad, asegurándole su duración y estabilidad. Pero me admira más aun que, siendo la sociedad tal cual es, algunos se hayan empeñado en concebir otra totalmente diferente. ¿De dónde podrá surgir tanta inocencia o tanta locura?”
Para Cioran, pues, son nuestra mediocridad individual, nuestra insuperable impotencia, las que nos impiden –a excepción de unos cuantos valientes– descargar un revolver al azar sobre la multitud –no el acto máximo surrealista, como sugirió Breton, sino el de mayor valor y coherencia: un acto de realismo sin más. Son nuestra mediocridad y nuestra impotencia las que mantienen a la sociedad tal cual es y que, a un tiempo, alimentan el inexplicable empeño de concebirla de otro modo –el mecanismo de la utopía– e impiden y niegan el paso más allá, a eso otro que sólo puede ser pensado como catastrófico –la disolución del orden establecido para permitir el surgimiento de otro(s). Si la explicación para neófitos de la teoría de la catástrofe, postulada a finales de los años sesenta por el matemático René Thom, dice que se trata de un mecanismo para explicar el surgimiento de discontinuidades a partir de causas en cambio continuo –o, dicho de otro modo, para explicar cómo se da el cambio, en tanto novedad súbita, en un sistema que parece repetirse en sus variaciones–, la ciudad y la utopía –o la ciudad en tanto utopía realizada, para parafrasear, en sentido contrario, a Yona Friedman– pueden pensarse como mecanismos para evitar dicha discontinuidad y mantener las causas sin cambio aparente: lo contrario a la catástrofe.
Por tanto, la arquitectura de la catástrofe implicaría, tal vez, una contradicción en los términos: la producción (techné) de principios de orden (arché) no tolera el sobresalto, la irrupción del aparente desorden que supone la catástrofe. Sin embargo, si la catástrofe es aquello que se anuncia para evitar su llegada, quizá sea el más allá necesario de la arquitectura misma –desde la arquitectura de la ciudad hasta la arquitectura de sistemas, pasando por la arquitectónica kantiana. ¿Arquitectura o catástrofe? Esa parece ser –o, de menos, querer presentarse– como la disyuntiva máxima. “La llegada de un tiempo nuevo –escribió Le Corbusier en un texto clásico de principios de los años veinte que plantea de otro modo esta misma disyuntiva: arquitectura o revolución– no interviene mas que cuando ha sido preparada por un trabajo sordo anterior.” La arquitectura trabaja para que la llegada de ese tiempo nuevo no sea catastrófico, para que, de nuevo, la catástrofe anunciada no tenga lugar –para que permanezca, por siempre, u-tópica. Con su habitual cinismo –calificativo que aquí no tiene nada de peyorativo: “el cinismo, dice Peter Sloterdijk, se atreve a salir con las verdades desnudas, verdades que en la manera como se exponen encierran algo de irreal,”– dice Koolhaas del caos –y hay que insistir que el caos no es la catástrofe, sino aquello que está siempre más allá o más acá de ella, aquello que quedaría si la catástrofe pudiera tener lugar (para Frédéric Neyrat, la catástrofe se encuentra “entre el accidente, que se añade a lo ordinario sin transformar radicalmente la continuidad histórica, y el apocalipsis como discontinuidad final”)– que “no se puede aspirar a él; sólo puedes asumirte como su instrumento. La única relación que los arquitectos pueden tener con el caos es tomar su sitio preciso en la armada de aquellos encargados de prevenirlo, y fallar. Y es sólo fallando, accidentalmente, que el caos sucede.” ¿Arquitectura o catástrofe?: arquitectura y catástrofe.
Durante los últimos veinte años la arquitectura o, mejor, algunos arquitectos se dieron a la tarea de enfrentarse a la catástrofe. Ya sea produciendo proyectos e imágenes que respondían o, sobre todo, representaban en sus quiebres y retruécanos formales lo que había sido imposible evitar –el final absoluto del orden o, más bien, el final de un orden absoluto–, o imaginando arquitecturas postapocalípticas como salidas de filmes de ciencia ficción. Daniel Libeskind, Peter Eisenman, Co-op Himmelb(l)au parte de quienes en su momento fueron etiquetados como deconstructivistas quizás pertenezcan al primer grupo; otros, como Michael Sorkin y Lebbeus Woods, al segundo.
Más recientemente, en vez de pensarse como una representación metafórica del desastre, la arquitectura lidió con la catástrofe en un sentido literal: la construcción de refugios para exiliados y emigrantes que huían de desastres naturales o de conflictos sociales y políticos, la reconstrucción de ciudades o zonas gravemente dañadas por huracanes, terremotos o tsunamis, la solución de edificios que aseguren resistir ataques terroristas anteriormente inimaginables y, probablemente la labor más compleja aunque menos visible de este grupo, la invención de estructuras e infraestructuras urbanas y regionales capaces de resistir los efectos de las crisis ambientales, demográficas, sociales y ecológicas: falta de agua potable, incapacidad de generar los recursos necesarios para la subsistencia de una ciudad ni de manejar los residuos que la misma genera, guerras, matanzas, etcétera. Un ejemplo es ell trabajo de la organización architecture for humanity y los concursos que ha organizado, en 1999, para vivienda de transición para refugiados que regresaban a su país tras la guerra en Kosovo, entre cuyos finalistas se encontraba el proyecto de casas hechas con tubos de cartón diseñadas por Shigeru Ban, o en el 2007, para una clínica móvil para atender a personas infectadas por el VIH/SIDA en África, entre otros. Uno más sería la serie de concursos para vivienda que se convocaron tras el huracán Katrina en Nueva Orleans o tras el tsunami del 2004 en Indonesia. En ambos casos se buscaba no sólo restituir lo perdido con habitaciones temporales sino buscar una arquitectura resistente a la muy probable repetición de esos meteoros. Sin ser un proyecto arquitectónico en el sentido tradicional, una manera más de lidiar con la relación entre arquitectura y catástrofe es el trabajo de Rafi Segal y Eyal Weizman A Civilian Occupation, que registra la progresiva ocupación de los territorios ocupados con arquitectura civil –es decir, con vivienda– por parte del Estado de Israel.
Habría, quizás, una última forma de la catástrofe en relación con la arquitectura y que se relaciona con el epígrafe de Deleuze que encabeza este texto: “si no pasa por la catástrofe está condenado al cliché.” La frase la pronunció Deleuze en su curso sobre la pintura o el concepto de diagrama (1981). La tela –explica– nunca está vacía. Al contrario. Desde siempre se encuentra ya llena de clichés, es decir, de imágenes ya hechas, preconcebidas, que nos obligan a ver las cosas como debemos verlas y no como podríamos hacerlo. El trabajo del pintor es someter a esas imágenes, a esos clichés –como lo hará el músico con los sonidos, el escritor con las historias y las palabras, el arquitecto con los espacios y las formas– a una crítica, a una crisis que las borra, las desmantela, las suprime: hacerlas pasar por la catástrofe para acercarse así al caos original y originario, al caos que permite reinstaurar el orden, reinventar las formas, resaltar la presencia en vez de la representación. Al igual que otras, esta última forma de la catástrofe –la catástrofe del sentido– parece tener la misma forma paradójica de un futuro que no ha de llegar. Pero en este caso, quienes se enfrentarán a ella no la rehuyen sino, al contrario, la buscan, la llaman, esperando así que lo hecho pueda pensarse como el último cuadro, el último texto, la última casa. Con todo, sabemos que, como con las otras formas de la catástrofe, eso no habrá de pasar.
4.12.09
2.12.09
en lugar del guggenheim gdl
Guadalajara, México (2 diciembre 2009).-Los 30 millones de dólares destinados a la construcción del edificio que albergará el museo que sustituirá al proyecto del Guggenheim serán una aportación estatal a la asociación civil Guadalajara Capital Cultura, que operará el recinto.
Así lo anunció ayer el Gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, quien presentó una maqueta del museo, que estará a cargo de la firma suiza Herzog & De Meuron, responsable de obras como el Estadio Nacional de Pekín y el Edificio Fórum en Barcelona.
El recinto, que llevará el nombre de Barranca. Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Guadalajara, comenzará a edificarse el próximo año sobre un terreno de 6.4 hectáreas en el espacio que había sido destinado al Guggenheim, donado por el Ayuntamiento tapatío para este nuevo proyecto, cuyo mantenimiento fue calculado por el secretario de Turismo estatal, Aurelio López Rocha, en 6.5 millones de dólares.
Estudios del Gobierno del Estado calculan que el recinto, que se prevé sea inaugurado en 2012, puede generar ingresos por 3.4 millones de dólares anuales, por lo cual hará falta reunir más de 3 millones de dólares para sostener la operación.
López Rocha explicó que se buscarán recursos entre instituciones públicas y privadas a nivel nacional e internacional, así como en los tres niveles de gobierno. La recaudación de fondos será coordinada por la asociación civil.
el imbecil aunque se vista de cura, imbecil se queda
Ciudad del Vaticano, El Vaticano (2 diciembre 2009).-Los homosexuales y transexuales no entrarán jamás en el reino de los cielos, advirtió este miércoles el Cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, ex Ministro de Salud del Vaticano.
Como argumento, el religioso citó la Carta de San Pablo a los Romanos, en la que habla de las personas impuras, quienes se abandonan a pasiones infames.
"Los homosexuales y transexuales no entrarán jamás en el reino de los cielos y no lo digo yo sino San Pablo", declaró a la prensa italiana.
"Uno no nace homosexual, sino que se convierte. Por razones diferentes, de educación o porque la propia identidad no se desarrolló durante la adolescencia", agregó.
Sin embargo, el religioso advirtió que los gays son personas que hay que respetar, por lo que condenó la discriminación.
"Puede que no sean culpables, pero actuar contra la naturaleza y la dignidad del cuerpo seguramente no les garantiza entrar al reino de los cielos".
"La homosexualidad es un pecado, pero eso no justifica alguna forma de discriminación. Sólo Dios tiene el derecho de juzgar. Nosotros, en la Tierra, no podemos condenar y como personas, tenemos todos los mismos derechos", concluyó.
El religioso, que se jubiló recientemente, es miembro de varias congregaciones pontificias.
En enero, Lozano calificó el acto de retirar a una mujer la alimentación artificial tras 17 años en coma vegetativo como un asesinato abominable, generando fuertes reacciones en Italia.